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Desde el atentado a Ronald Reagan en 1981, ningún presidente norteamericano ha tenido una crisis del tamaño y magnitud como la que hoy enfrenta Donald Trump.
Calma…tranquilos…paciencia, todavía no le ha dado, pero de una u otra manera a más tardar en noviembre le dará. Exactamente como Donald Trump lo está viviendo en su país, Andrés Manuel López Obrador en México tendrá la crisis más profunda de su gobierno.
Lo sucedido a lo largo de esta semana a partir del debate de Donald Trump con el candidato demócrata Joe Biden, es relevante, no sólo por lo ocurrido en el evento mismo -interrupciones, agresiones verbales, ataques personales, etc.- sino por el diagnóstico de su reelección. Según los resultados se encamina a que lo humillen en las urnas el 3 de noviembre próximo y que Biden se convierta en la esperanza de cambio de casi toda política pública, actos de gobierno y la dinámica que imprimió Donald Trump a su gobierno.
Desde el atentado a Ronald Reagan en 1981, ningún presidente norteamericano ha tenido una crisis del tamaño y magnitud como la que hoy enfrenta Donald Trump alrededor del contagio de coronavirus.
Distintas encuestas demuestran que casi tres cuartas partes de la población exige al Presidente Trump que hable con la verdad sobre su condición física y entregue información real y transparente sobre su capacidad para gobernar. Es decir, que los norteamericanos han puesto en duda la credibilidad del personaje, algo que no le había ocurrido, ni siquiera ante acusaciones tan graves como acoso sexual o la omisión de pagos de impuestos federales.
El instinto de la población afirma que está mintiendo, por lo pronto todos sus eventos de campaña han sido suspendidos. Cuándo regrese, si es que logra hacerlo de manera efectiva sólo le quedarán entre 5 y 10 días de campaña, así que prácticamente la elección está resuelta, desafortunadamente con un problema mayor para México. Joe Biden (sleepy Joe, o Joe el dormilón como le dice Trump) trae cuentas pendientes con nuestra Nación y lo advirtió en el debate, aunque poco se pudo escuchar porque lo hizo justo cuando lo interrumpían. Existe un gran déficit comercial de EUA con China y México.
Además, recordemos que el Presidente Andrés Manuel López Obrador estuvo de visita en Washington, jugándose su futuro apoyando y hasta ampliando fronteras enviando a la guardia nacional para acatar las órdenes de Trump. Es más, este ni siquiera felicitó a nuestro país el día de la Independencia, cuándo expresamente sí lo ha hecho con el resto de los países latinoamericanos.
Sin embargo lo relevante de todo lo que he narrado pega justo en el corazón de la 4T, que se ejemplificó de forma inmejorable con Donald Trump, por lo siguiente. Pudo mentir una, dos, cien, miles de veces, pero no pudo hacerlo durante toda su administración. Pudo ser considerado el candidato externo, el que estremecía al sistema, el que cambiaría todo para mejorar, pero el propio sistema se lo comió, lo adoptó y terminó exhibiéndolo como uno de los presidentes más ineficaces e ineficientes en la historia de los Estados Unidos. Al final, lo inusual se convirtió en normal y ahora se aspira a un cambio, justificado.
Precisamente es ahí hacia dónde va AMLO, porque Trump su pater familias putativo, logró darle a México y al mundo el mejor ejemplo de que esa lógica y dinámica tiene un fin y este, es más temprano que tarde. En dos años de gobierno López Obrador ha seguido paso a paso las instrucciones económicas, políticas y narrativa que le ha ordenado Donald Trump. Ha tropicalizado y profundizado muchas de sus ideas. Piensa que es más fuerte que el sistema, pero la realidad dice lo contrario.
Cuando a AMLO le llegue el COVID 19, pagará la cuenta. Ya sea por vía de Biden o por los efectos de la enfermedad, porque el destino siempre cobra.
Y no es pregunta.