BENDICIÓN DE PAREJAS DE UN MISMO SEXO #MartesDeColumnas @rubenmoreiravdz EN @QuadratinMexico
Como católico celebro la decisión del papa Francisco de que la Iglesia bendiga la relación de pareja de un mismo sexo y en situaciones “irregulares”.
El 18 de diciembre de 2023 esta práctica se legalizó con la Declaración Fiducia Supplicans emitida en el Vaticano, que va en línea con los cambios promovidos por el papa.
Con esto se legaliza una acción pastoral que por lo menos desde la década de 1990 se venía haciendo de manera clandestina, o no muy clandestina, por algunos sacerdotes en México y otros países del mundo, al bendecir matrimonios en donde participaban divorciados.
Desde ahora, la Santa Sede avala “la posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo”, aunque tiene el cuidado de no equipararla al matrimonio canónico.
El papa hace avanzar a la Iglesia, pero al mismo tiempo procura evitar la ruptura de los sectores conservadores que no están de acuerdo con esta decisión.
Artífice de la medida es el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández (1962), el famoso Tucho, sacerdote progresista y muy cercano al papa, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), la otrora, poderosa y temida Santa Inquisición.
Hoy día las posiciones más avanzadas de la Iglesia se concentran en Alemania y las más conservadoras en pequeños sectores de Estados Unidos y algunos países de Europa.
El caso de África es especial, junto con Asia, la región donde más crece el cristianismo, y la Iglesia Católica de los países africanos tiende a ser conservadora en materia de moral sexual.
En la legislación, de 32 de los 54 países que tiene el continente africano, la homosexualidad está prohibida y es castigada, en algunos casos de manera violenta.
En cuanto al concepto de matrimonios “irregulares” se refiere, la más de las veces, a personas heterosexuales divorciadas, pero que ya llevan muchos años en una nueva y estable relación. Es un avance importante de la Iglesia, pero todavía falta mucho camino por andar, para reconocer, en su caso, la relación de las parejas del mismo sexo como un matrimonio en sentido pleno.
Estoy cierto de que el Magisterio de la Iglesia es producto de la intervención del Espíritu y, por lo tanto, lo que suceda al respecto será lo mejor.
La bendición que prevé la declaración no se puede realizar en ritos que se asemejen al matrimonio, eso duele, pero para el creyente verdadero esa bendición, por más sencilla que pueda ser, es un gesto de profundo amor, que se recibe del Señor por conducto de su Iglesia.
La Iglesia Católica, inspirada en el Evangelio y la primitiva comunidad, debe de seguir actualizándose para responder a la nueva realidad del mundo, a múltiples expresiones culturales y a la necesidad de las personas. No olvidemos, como dice la declaración: “Toda bendición será ocasión para un renovado anuncio del Kerygma, una invitación a acercarse más al amor de Cristo”.