BENJAMÍN GONZÁLEZ ROARO / LA DESHUMANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD #MartesDeColumnas @Bgonzalezroaro

NACIONAL, POLÍTICA

En las últimas semanas, se han registrado diversos acontecimientos que en esta ocasión quiero comentar; sin embargo, más allá de los hechos ocurridos, me interesa llamar la atención sobre algunas expresiones que, en conjunto, dan cuenta del proceso de deshumanización que padece la sociedad.

El caso más reciente y más lamentable ha sido el de Tlahuelilpan, Hidalgo, por el número de vidas humanas que se perdieron, por las que aún se encuentran hospitalizadas, desaparecidas o sin identificar.

No es mi intención entrar a un debate respecto a que si los fallecidos o heridos fueron responsables de estar en ese momento y en ese lugar; si los sobrevivientes deben ser castigados o no; si estaban o no robando gasolina, pues eso ya lo determinará la autoridad. Lo que sí quiero puntualizar es que esos hechos mostraron algo que nos debe preocupar a todos: la deshumanización que se extiende hacia distintos sectores de la sociedad.

Por una parte, vimos expresiones de solidaridad y dolor para quienes se encontraban en desgracia; pero por la otra, también se manifestó una dura condena a los accidentados. Para éstos, se demandaba la aplicación de la ley y el consecuente castigo. Desafortunadamente, esto último también es resultado del nivel de polarización al que se ha llegado en el país.

Retomo otra experiencia: no hace mucho, en cuanto empezó a emerger el éxito de Yalitza Aparicio, actriz de la película Roma -que por cierto la semana pasada fue nominada al Oscar- y, particularmente, a partir de su aparición en la portada de una revista de modas estadounidense vistiendo prendas de prestigiados diseñadores, en las redes sociales se dio rienda suelta a un cúmulo de críticas, burlas e indignación.

Desde luego, muchos nos sentimos orgullosos del esfuerzo y el desempeño de Yalitza; sin embargo, también hubo inexplicables expresiones de discriminación e intolerancia por parte de mexicanas y mexicanos por igual.

Rescato una última referencia. Frecuentemente vemos imágenes de hombres, mujeres y niños que toman todo cuanto pueden -mercancías, artículos o bienes- si algún medio de transporte resulta involucrado en un accidente.

El hecho más reciente fue aquel en donde aparecen personas llevándose el ganado de un camión accidentado; pero no sólo eso, también gente -y esto es lo más crítico-literalmente destazando a los animales en plena carretera para repartírselos entre ellos mismos.

En este caso, no estoy condenando ni cuestionando los motivos que llevaron a esas personas a tal comportamiento colectivo; más bien, quiero señalar que esas imágenes son un reflejo más de nuestra realidad, de la descomposición que ha arraigado en diferentes sectores sociales.

Todo lo antes expuesto, me lleva a cuestionarme en qué momento o cómo fue que empezamos a perder valores fundamentales como la solidaridad, la prudencia, la tolerancia o el respeto (a los otros, a la legalidad, al dolor humano, etc.).

Indudablemente, toda esta deshumanización va asociada a un proceso de desvalorización, en donde la tecnología -particularmente las redes sociales- no nos brindan mucha ayuda; más bien, se están convirtiendo en un instrumento que reproduce esa intolerancia y esa polarización, a tal grado que pareciera que en nuestra sociedad únicamente existen “los buenos y los malos”.

Estando así las cosas, asumo que todas estas expresiones de intolerancia, de discriminación, de falta de respeto hacia la dignidad y el dolor del otro, de “linchamiento” a quien le va bien, de individualidad e insensibilidad, de irresponsabilidad o de actuar de manera irracional en búsqueda del beneficio propio, en nada contribuyen al avance de nuestra sociedad y al fortalecimiento de nuestra democracia.

Por el contrario, lo único que se consigue es socavar las bases de la unidad, la paz, la solidaridad y la cohesión social.

Como sociedad tenemos un importante desafío, el de contribuir a que al país y a los mexicanos nos vaya mejor. Sin embargo, esto exige un extraordinario compromiso de todos, empezando por el gobierno en turno, que debe ser el primero en poner el ejemplo, dejando de alentar el encono y la polarización.

A nosotros, como ciudadanos, nos corresponde dejar atrás todas estas expresiones de deshumanización, imprudencia e intolerancia en nuestra vida cotidiana.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación

Leave a Reply