COLOMBIA: “QUEREMOS UNA PAZ SIN ESTUPRO, SIN GENOCIDIO”
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD DEL VATICANO.- “El pueblo colombiano es enemigo de la falsa paz. Quiere una paz sin estupro, sin genocidio, sin imposición de alcaldes”. El cardenal Darío Castrillón Hoyos nunca ha sido un hombre de medias tintas. Pese a estar retirado, a sus 88 años sigue activo. Como cada año, en septiembre volvió a su natal Colombia para participar en la visita apostólica de Francisco, del 6 al 11 de ese mes. En entrevista con el Vatican Insider, el prefecto emérito de la Congregación para el Clero del Vaticano compartió sus impresiones, habló de los acuerdos con la guerrilla y criticó al presidente Juan Manuel Santos, quien “poco ha hecho por la paz”.
¿Cómo vivió el viaje del Papa a Colombia?
Fue una cosa verdaderamente espléndida, quedé feliz de ver cómo hervía la fe católica y el amor a Cristo. Sentimos palpitar el Cristo, hijo de María e hijo de Dios, con la alegría de las familias, con la convivencia humana, hasta con el modo de hacer esfuerzos para tratar a la gente difícil, por ejemplo de grupos guerrilleros.
¿La manifestación popular lo sorprendió?
Enormemente, porque estaba todo tan bien organizado que mi gran temor fue pensar: “Esta organización no va a permitir a la gente manifestarse”, lo cual hubiese sido una cosa grave, pero ese temor desapareció inmediatamente porque la gente salió a la calle. Las calles de Bogotá se llenaron, los sitios de las grandes celebraciones estaban absolutamente colmados con centenares de miles de personas. Había realmente una nota de fe, no era solo un espectáculo. Vi esa explanada (del Parque Bolivar) llena de gente y vi la alegría del Papa cuando se encontró con esa sonrisa millonaria del pueblo colombiano.
En los meses previos a la visita hubo algunas polémicas, ¿estas desaparecieron?
Yo no quisiera entrar en política, pero hay gente que no acepta al presidente de Colombia, (Juan Manuel Santos). En Medellín llegaron a publicar un manifiesto advirtiendo: “Santo Padre, si este señor viene aquí va a haber una rechifla y la rechifla no será para usted”. Y él, en un gesto de prudencia, no fue y no hubo problema.
Hubo también un debate muy intenso con referencia al proceso de paz entre el gobierno y las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). ¿Eso también influyó?
No se puede pedir a todas las personas un conocimiento profundo de los grupos levantados en armas. Tengo la experiencia de haber estado con ellos en la montaña y en mi casa. Ha habido gente de la guerrilla que ha estado en la capilla de esta casa cardenalicia en Roma. Hemos rezado juntos y aquí le han prometido al Papa Juan Pablo II respetar la vida de ancianos y de mujeres embarazadas, algunos de los grupos lo prometieron muy solemnemente. Pero conocer los detalles de estos grupos, no es cosa fácil.
¿Quiere decir que no todos fuera de Colombia comprenden realmente los acuerdos de paz?
Una mayoría en Colombia no está contra la paz, sino contra una paz en la que se olvida que ha habido genocidio, se olvida que ha habido estupros, se olvida que han matado al marido delante de los hijos pequeños y a esta gente le han dado, para la paz, curules que no entendemos los colombianos. Esa paz no la entiende ningún hombre de bien. No es que no queramos la paz. Queremos una paz sin estupro, sin genocidio, sin que se impongan alcaldes en los distintos pueblos. El pueblo colombiano no quiere esa paz. ¿Es enemigo de la paz? No. ¿Quiere la guerra? No, no quiere la guerra. Es enemigo de una falsa paz que llevaría a premiar a quienes han sido los violadores de las leyes de Colombia, de las vidas de los ciudadanos y de la vida civil del país en todos los ámbitos.
La beatificación del obispo Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, asesinado por el Ejército de Liberación Nacional ¿fue decirle a la guerrilla que sus crímenes no se olvidan, aunque se perdonen?
En ese sentido lo hemos entendido todos nosotros, los que quisimos al padre Jesús Emilio, que nos formamos con él, que fue nuestro maestro. Era un gran predicador, con el problema de estar en una zona difícil fue acusado de tomar el dinero de los secuestros cosa que no fue cierto y por eso agradecemos al santo padre que lo haya beatificado.
Además, el Papa no quiso recibir específicamente a ningún líder guerrillero, ¿no quiso ser instrumentalizado?
Eso fue una cosa maravillosa. Pero el presidente sí quiso instrumentalizar a su favor la visita del Papa y el tema de la paz. Todo el mundo sabe cuán pocas cosas ha hecho por la paz en el país.
De todas maneras, la reconciliación en Colombia sigue siendo un pendiente incluso después de la visita del Papa. ¿Qué perspectiva advierte?
Ese ha sido un problema constante en Colombia. Es muy fácil hablar de la reconciliación cuando uno no ha tenido que vivir la violencia. Quienes hemos vivido eso sabemos que se ha perdonado y que es mucha la gente que perdona, pero no entendemos que este perdón se extienda a unos genocidas dándoles el parlamento para que se apoderen de él y permitiendo que tomen las alcaldías. Esa no es la paz. Esa no es la reconciliación. La reconciliación es la de tantas familias que han sabido perdonar, que han podido convivir, que han olvidado situaciones sumamente difíciles y lo han hecho porque son católicos, creyentes y practicantes. Al santo padre le entregamos esa paz colombiana, él la vio en la alegría de la gente, en esos rostros que lo recibieron en todo el país y a lo que él respondió con tanto cariño paternal, con un modo lejano a todo lo que sea contra la paz.
¿Qué desafíos dejó el mensaje del Papa a Colombia?
Para mí el desafío más fuerte es el vivir la fe en armonía, desde allí enfrentar las dificultades, saber perdonar y reconciliarse. La reconciliación en Colombia es cosa seria. El Papa hizo una labor increíble en el modo en que fue recibido y cómo respondió en todas partes. A él le agradezco los discursos que hizo en Medellín, un texto magistral, de un hombre de Dios con una maravillosa visión sobre la vida religiosa, sobre el diácono y el sacerdote. El Papa inundó de amor a Colombia.
www.lastampa.it