DE FRENTE Y DE PERIL: RAMÓN ZURITA SAHAGÚN / LAS PRIMERAS VÍCTIMAS @RevistaPersonae
Ya se había advertido y solamente era cuestión de tiempo para que ocurriera. El resultado fue terrible, un accidente como el del pasado viernes (79 muertos hasta el momento) vino a enmarcar el problema con el robo de combustible, tema que acapara la atención del país desde hace un par de semanas.
El asunto fue desdeñado por los anteriores gobiernos federales y frenar la sangría que cuesta al erario fue asumido como una prioridad por el gobierno que encabeza el actual Presidente de la República.
La tarea ha pasado por diversas etapas que van desde el anuncio de enfrentar el robo de combustible, la escasez del producto, el sabotaje de los ductos, hasta llegar a la tragedia ocurrida en Hidalgo.
Durante estas dos semanas, desde el gobierno federal se diseccionó el robo de combustible y se puso en claro que en muchos de los casos, los pobladores de algunas zonas huachicoleras trabajan para la delincuencia organizada que los organiza para captar el combustible robado de las tuberías que son picadas.
Se trata de grupos bien estructurados que sacan a familias completas para que le reúnan el líquido que posteriormente venden a empresas, estaciones de gasolina o incluso en cantidades pequeñas en carreteras o comunidades.
Eso fue en parte lo que sucedió en Tlahuelilpan, cuando se conminó a los habitantes a acudir a la zona de la fuga para surtirse del combustible. No se trato de habitantes en condiciones de pobreza extrema, ya que llegaban en vehículos propios y con envases de todo tipo para llevarse el líquido que causó la muerte a familias completas.
De acuerdo con las cifras del actual gobierno federal, tan solo el año pasado el daño al patrimonio nacional fue de 60 mil millones de pesos, sin contar todos los años anteriores que han dejado un gran lastre dentro de la industria de hidrocarburos.
Solamente como dato adicional para descifrar que este delito no es nuevo. En los años 80 en Salamanca, Guanajuato, los encargados de ventas y distribución, vendían las supuestas mermas por gasificación de las pipas, que ascendía al 15 por ciento, por los que les pagaban en efectivo.
El robo de combustible es una constante en Guanajuato y sucede de formas diversas, desde pinchar los ductos, pasando por el robo de pipas y la merma en las mismas.
Una historia del pasado da cuenta de lo sustancioso que resulta este delito. En la década de los 80 en la refinería de Guanajuato estalló un escándalo, el que puede ser un buen referente para los que incursionaron en este ilícito. Dos de los ingenieros que fueron responsabilizados de la sustracción de combustible para beneficio personal, simplemente huyeron, uno a España y el otro a Brasil, regresaron a México, años después, cuando los delitos prescribieron, sin que se les fincara acusación alguna.
Por lo pronto, el gobierno federal ya anunció que continuará su batalla en contra del robo del hidrocarburo y que la tragedia de Hidalgo (van 79 muertos) no detendrá su esfuerzo.
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