DEFIENDEN CIENTÍFICOS VERDAD EMPÍRICA ANTE RÉGIMEN DE TRUMP
WASHINGTON.– Por primera vez en la memoria, científicos y los defensores de la razón tomaron las calles de esta capital para expresar su repudio a un régimen que ha declarado una guerra contra la verdad empírica.
Decenas de miles aquí, junto con cientos de miles en 600 ciudades alrededor del mundo, participaron en la Marcha por la Ciencia, que, aunque se proclamó no partidista, fue organizada en respuesta a un gobierno que abiertamente rechaza el consenso científico sobre el cambio climático, cuyas propuestas de presupuesto incluyen severas reducciones a programas gubernamentales de investigación científica en salud y ecología, que impulsa el desmantelamiento de regulaciones ecológicas, y donde se ha atrevido a afirmar que hay “hechos alternativos” cuando se ha comprobado que han engañado.
El jefe de la Agencia de Protección Ambiental, Scott Pruitt, ha dicho que no está comprobado que el dióxido de carbono afecte el clima, y el encargado del presupuesto federal Mick Mulvaney ha afirmado que financiar las agencias y programas ambientales sobre cambio climático es “un desperdicio de dinero”.
Ante esto, los científicos hoy declaraban que “la ciencia está bajo ataque”.
“La ciencia tiene principios, Trump no”, afirmaba una pancarta, mientras otros declaraban que “no hay señas de vida inteligente en la Casa Blanca” o “la ciencia no es una opinión”. “No hay vacunas para la estupidez, pero estamos trabajando sobre eso”, era una pancarta sostenida por investigadores médicos en batas blancas de laboratorio.
Geólogos, físicos, arqueólogos, doctores médicos, oceánografos, veterinarios, biólogos, químicos, botanistas, maestros de ciencia, ingenieros, y estudiantes – muchos proclamándose orgullosamente “nerds”- participaron en un enorme mitin al pie del Monumento a Washington con vista a la parte trasera de la Casa Blanca.
Ahí, un desfile de oradores -desde el presidente de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (la asociación científica más grande del país), a representantes de las principales organizaciones nacionales ecologistas entre otros- ofrecían sus diagnósticos oscuros sobre el cambio climático, llamaban a la defensa de la ciencia y el planeta, e insistan en que además de otros derechos, también son fundamentales el “derecho al aire y agua puros, y un clima estable”. Un mensaje central era la urgencia de defender lo que llamaban “políticas basadas en la ciencia”.
El papa Francisco envío un tuit saludando la marcha.
Un cofundador del primer Día de la Tierra en 1970, Denis Hayes, declaró que “nunca antes hemos teido un presidente que es completamente indiferente a la verdad. Donald Trump hace que Richard Nixon se vea como Diogenes”.
En tiendas de campaña se realizaron una serie de foros y talleres, algunos incluyendo experimentos científicos.
Poetas y músicos ofrecían vistazos de luz y movimiento en un día gris y mojado por una constante llovizna. Questlove , líder de The Roots, tomó la palabra, afirmando que hay gente que rehusa respetar los hechos científicos, y apuntando hacia la Casa Blanca que se veía desde el escenario, susurró por ejemplo “ese cuate allá”. El evento culminó con Jon Baptiste and Stay Human, conjunto famoso de jazz y rock estilo Nueva Orleans, que prepararon al público para arrancar la marcha. Al son de una versión de “Esta tierra es tu tierra” de Woody Guthrie, algo que nadie recuerda tener precedente sucedió: los científicos tomaron la calle.
Marchando por la Avenida Constitution hacia el Capitolio, algunos en la Marcha por la Ciencia ligaron otros temas: “financien la ciencia, no el muro”, coreaban algunos, con otra versión que decía“financien laboratorios, no muros”. Otros llevaban pancartas que afirmaban que “los inmigrantes han hecho cosas grandiosas para la ciencia” con fotos de varios, incluyendo Einstein y Tesla. Otra pancarta inidcaba “E=MC2 – sabiduría de un refugiado”.
La astronauta e ingeniera iraní-americana Anousheh Ansari tomó la palabra ante el mitin para contar que cuando llegó a este país, no hablaba inglés, pero que la fascinaban las matemáticas, y gran parte porque eran “un idioma universal”. Continuó: “el lenguaje de la ciencia no tiene raza ni etnia, ni es de ricos o pobres, es eso, un lenguaje universal…. Cuando permanecí once días en la estación espacial internacional, veía al planeta entero, y no tenia fronteras -es uno solo”.
Disfrazados de dinosaurios, abejas, mariposas, niños participaron con sus familias o escuelas, marchando junto a contingentes que se identificaban como “científicos enloquecidos”, o “empíricos vengadores” o “los nerds no serán silenciados”.
Aunque la marcha provocó un debate entre científicos, con algunas figuras importantes advirtiendo que la ciencia no debería de ser “politizada”, otros descartaban eso ya que el consenso de los organizadores y participantes es que la “ciencia está bajo ataque” por gente en el poder que está retando la importancia, hasta la relevancia, de la evidencia y el conocimiento científico.
Algunos científicos federales se atrevieron a participar, aunque mantuvieron el anonimato ante temores de que podrían ser víctimas de represalias, reportaron algunos medios.
Las marchas, convocadas por tres científicos estadunidenses inspirados por la Marcha de las Mujeres el día después de la toma de posesión de Trump en la Casa Blanca, generaron el apoyo de un amplio sector de organizaciones nacionales y también hubo respuesta en todos los continentes. Según organizadores, se realizaron más de 600 marchas por la ciencia en el planeta, incluyendo expresiones de apoyo de científicos en la Antártida.
En Nueva York, se congregaron miles en el Parque Central, y de ahí partieron en una marcha con pancartas como “La ciencia es real, Trump es fabricación”, algo que se repitió en decenas de otras ciudades del país. [https://www.marchforscience.com].
Trump emitió un comunicado en honor al Día de la Tierra que omitió mencionar la marcha. Afirmó que “la ciencia es crítica para los esfuerzos de mi gobierno de lograr las metas gemelas de crecimiento económico y protección ambiental”. Agregó que estaba comprometido en promover la investigación científica, sobre todo para entender “nuestro medio ambiente” pero advirtió que “tenemos que recordar que la ciencia rigurosa depende no sobre ideología, sino sobre un espíritu de indagación honesta y debate robusto”.