¿DEL LADO DEL GÉNERO QUE NACÍ O DEL OTRO LADO? FABIOLA DÍAZ DE LEÓN ESCUELA DE SEÑORITAS @escdesenoritas #Domingueando
La autora Rebeca Garza participó junto con Horacio Vives, Sofía Valles, Jessica Marjane y la Dra. Adriana Noemí Ortiz Ortega en un foro para presentar su libro.
Surgen tantas preguntas en torno a las identidades que salen de lo normalizado, porque lo NORMAL no es unificado, lo NORMAL, como algo que da una definición única e unitaria no existe. Responde a lo que la mayoría o la autoridad defina como NORMAL. Mal de muchos: remedio de tontos. En este refrán se puede encasillar la democracia y la Idiosincrasia mexicana; o sea: el temperamento particular de la sociedad mexicana que traducimos a voluntad de la mayoría = a unidad forzada de todos los que la conformamos. Es una contradicción absurda que lo particular se tome como regla general.
La próxima Doctora Honoris Causa Ana Katiria Suárez Castro dice muy claramente y con total contundencia que los derechos se exigen y se toman, no se mendigan. Tenemos que tomar sus palabras y pensar desde lo individual que tod@s los que vivimos en esta Nación que llamamos Mexico, ante el derecho constitucional somos iguales en todas nuestras diferencias. Por lo menos en el papel. Porque en la práctica sabemos que el que tiene más privilegios pesa más.
La Doctora Nasnia Oceransky Woolrich dice que los privilegios nos hacen caca la empatía, la capacidad de ponernos (en los zapatos del otro) en la mirada y piel, en el origen mismo del nacimiento de un ser humano. Todxs somos seres y como tales debemos reconocernos unos a otros en todas nuestras coincidencias y desencuentros pero siempre con plena conciencia que legalmente somos iguales.
Este libro se presenta en el marco del 67 aniversario del voto femenino en México y lo importante de ello es que el derecho de votar se hizo universal. Cosa que la democracia griega original no tuvo nunca, hubo una evolución. Reconocer y empatizar con el ejercicio electoral de las minorías, de lxs vulnerables, de lxs afligidos no es poca cosa, es un privilegio que la gente que puede hacerlo es más evolucionada que la que no.
Porque esa falta de empatía es el origen de todas las fobias y los ismos que nos generan la realidad de la sociedad violenta que somos.
Estas minorías tienen una necesidad de una justicia transicional donde el estado pase de ser nulo en capacidad de decir la verdad de lo que se vive como miembro de un grupo que es visto por debajo del hombro, del daño que esa visión llevada a la vida cotidiana les causa y de repararlo y garantizar que no les va a volver a pasar. Conceptos que pueden ver que son parte de todos los sistemas de justicia transicional que se han aplicado y que nuestro país ya se tardó en tener en cada comunidad y en todo el territorio federal para lograr pacificar el tejido social que revienta punto por punto como una media que se corre y se lleva la vida de lxs mexicanxs de paso.
La autora habla desde su experiencia de mujer trans y desde el lugar estratégico de ser una funcionaria electoral (quizás la única) nos narra en primera persona con todo detalle lo que ella demanda para sus hermanas (yo les digo HERMANASTRANS) que son mujeres como ella que comparten su problemática de haber nacido en un género y haber tenido que caminar hacia el otro porque así fue su necesidad de vida y tiene el derecho de llamarse Pedro (como dice su identidad juridica original que es su acta de nacimiento) o Licuadora Pérez o García.
Ante todo entendamos que somos personas, cada una única e irrepetible, con todas nuestras variantes y coincidencias con otras personas.
En los muchísimos feminismos que forman el tsunami (verde, violeta, azul…) feminista en México y más allá de todas las fronteras se ha generado una escisión entre los feminismos incluyentes que pueden ser aliadas del transfeminismo y el excluyente que simplemente se dedica a negar lo que no les compete: La identidad del otre. Un debate que es más pleito y que debilita a la identidad de los feminismos en general en agresiones y conceptos que no les corresponden, un feminismo no puede dictar cómo debe ser otro, cada quién su feminismo diría don Luis G. Basurto si estuviera en el siglo XXI en este segundo piso que estamos sintiendo que se desmorona bajo los pies de una crisis económica y una Pandemia que cada vez cobra vidas más cercanas. La muerte tiende siempre a acercarse y esa sí jala parejo. Todxs nacemos y todxs morimos y lo único que podemos hacer en medio de eso es cohabitar en paz, armonía y solidaridad, sororidad también. Todo lo anterior sólo puede nacer de la empatía entre connacionales y aquellos que deciden adoptar la nacionalidad mexicana y ser parte de este caos que llamamos país que en los papeles está muy bien pero en el día a día arroja 11 feminicidios diarios, abuso sistémico de menores, crimen organizado por doquier y que la expectativa de vida de una mujer trans sea de 35 años y sean el grupo con mayor índice de crímenes de odio.
El ODIO tiene más raiting que la PAZ. Pero no somos una televisora, no estamos compitiendo por ver a quién ven más al mismo tiempo, estamos tratando de sobrevivirrnos como la sociedad caníbal que seguimos siendo 500 años más tarde del último sacrificio humano del Imperio Azteca y sus dominados. No nos libramos del horror ni colonial ni originario, es lo que subsiste en nosotros: Yo ODIO ESTO O AQUELLO. Eso es lo que hay que cambiar. Nuestra narrativa, si la palabra odio va a estar en o que dices, no lo digas. Paso uno para alcanzar la PAZ. Di NO ME GUSTA, ME MOLESTA, pero no ODIO ¡POR FAVOR!