DERECHOS LABORALES, ¿QUÉ QUIEREN LOS TRABAJADORES SEXUALES? / FABIOLA DÍAZ DE LEÓN, ESCUELA DE SEÑORITAS @escdesenoritas #MartesDeColumnas

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

 

Vender sexo por dinero ha sido la salida de las personas más precarizadas y vulnerables en el mundo desde los tiempos más remotos, el presente y el futuro. Hombres, mujeres, personas no binaries, migrantes, seres racializados, personas que pertenecen a la diversidad sexual, en particular mujeres trans. Grupos que sistemáticamente reciben el estigma y la discriminación. Personas que no son mayorías electorales pero que son un sostén económico para familias enteras y van todavía más allá brindando un servicio que, no importa el régimen ante el que se encuentren ante la ley, tiene una enorme demanda y una oferta que responde a ella.

Juno Mac lo deja muy claro en su plática ¿Qué quieren los trabajadores sexuales?

Existen en el mundo cuatro modelos fundamentales para resolver la problemática de la prostitución. La total criminalización. La criminalización parcial. El modelo sueco o nórdico que criminaliza al usuario y la despenalización que se encuentra en Nueva Zelanda.

La corriente prohibicionista que engloba los tres primeros resulta en detrimento de los derechos de las personas trabajadoras de la industria del sexo. Pueden ser blanco de extorsión, violencia, asesinato, tortura, esclavitud… Entre más ilegal sea la prostitución más expuestos están esos trabajadores a vivir al margen de la ley y a no encontrar salida de ello.

Una persona carente de derechos y oportunidades con obligaciones económicas mayores a las que ofrece el sistema con los salarios promedio va a tener que encontrar la manera de solventar sus requerimientos en actividades ilegales que son mucho más rentables y de riesgo. El crimen organizado, la delincuencia, la prostitución. Tres actividades que viven al margen de la ley y que por ende no van a tener cobijo alguno de las autoridades, por el contrario, el Estado por medio de la fuerza pública, será el primero en violentarles.

México es un país con nula cultura de derechos laborales, lo vemos en todos los sectores, trabajadores informales, contratos que vencen cada 3 meses, contratación a prueba sin goce de sueldo, pueden llegar a pagar por obtener un trabajo que no les da las garantías ni prestaciones de ley en empresas más que millonarias. Así como los trabajadores de los restaurantes se quejan de todo tipo de abusos, los y las y les trabajadores sexuales no dejan de ser eso, trabajadores, y el Estado tiene la obligación de incluirles en las leyes y prestaciones que les corresponden si leemos el artículo primero constitucional. Todo ciudadano es igual ante a ley. Hasta los criminales tienen derechos. El derecho a recibir un juicio apegado a proceso y a preparar una defensa.

 

En el trabajo sexual no solo se vive el estigma y la discriminación y el riesgo a la salud y a la integridad física, se carece de garantías. Es tierra de nadie donde las pestes sociales abundan y se ensañan con seres que necesitan ese ingreso diariamente, como cualquier otra persona que trabaja y cobra por su labor profesional.

El tráfico de personas y la trata son problemas terribles que esclavizan a la humanidad en el siglo XXI, pero no solo se nutren de la industria del sexo, se nutren de los marcos de la legalidad y depredan a aquellos que se encuentran fuera de su amparo, migrantes, comunidades vulnerables, menores en situación de calle, adictos… todos los anteriores son la carne de cañon de una industria que es parte del crimen organizado y que es mas rentable que las drogas o la venta clandestina de armas. Una dosis de droga la vendes una vez, una víctima de trata la vendes decenas de veces diario y durante un tiempo ilimitado.

El permitir que las, los y les trabajadores sexuales tengan la libertad de organizar sus grupos de trabajo sin caer en la zona ilegal es fundamental para garantizar su seguridad. Regular los ingresos, su pago de impuestos, sus prestaciones de salud y fondo del retiro, permitirles tomar sus propias decisiones de cuando, cómo y con quién ejercen su profesión solo lo garantiza un sistema que no lo margine a la sombra de lo clandestino.

La demanda por servicios sexuales siempre va a existir, la oferta va a responder, no se va a erradicar mientras exista una división entre los que demandan un servicio que pueden pagar y los que lo ofrecen a cambio de ese pago. Mientras haya brechas económicas habrá explotación y abuso, lo hacen con trabajadores que no son marginales, ¿no lo van a hacer con los que sí lo son?

El modelo de Nueva Zelanda de despenalizar el trabajo sexual es el más efectivo y el que más se acerca a cumplir las demandas de quienes lo viven.

Si te interesan los derechos humanos, si te importa la desigualdad de género, si quieres un mundo más justo e igualitario, la prostitución tiene un renglón en tu lista de causas y pendientes. La que se ejerce por necesidad y la que se ejerce obligada por igual, en una porque merecen garantías laborales como cualquiera y en la segunda porque las autoridades tienen que liberar, rehabilitar y reparar el daño que han sufrido.