DESCANSE EN PAZ, DON REGINO DÍAZ
El periodista mexicano, Regino Díaz Redondo, falleció el 31 de diciembre de 2017, en Madrid, España. Hijo de padres españoles, exiliados tras la guerra civil española de 1936. Estuvo casado con la pintora Ana Queral. Tenía dos hijos de un primer matrimonio.
Fue colaborador de Siempre!, presidente y director general del diario Excélsior, durante más de 24 años. Antes de su llegada al “periódico de la vida nacional” pasó, durante cuatro años, por la prensa de Nueva York, El Mañana de Nuevo Laredo, El Tiempo y El Porvenir de Monterrey, Cine Mundial del DF y el Semanario Claridades de la misma capital del país. Fue ganador de 16 premios de la Asociación Mexicana de Periodistas (AMP). Fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo que otorga el Gobierno de la República.
En el año de 1968, el periodista Julio Scherer García llegó a la dirección de Excélsior y logró una renovación del periódico, invitando a periodistas e intelectuales del país para que escribieran en sus páginas e inaugurando una era de pluralidad y apertura del diálogo en los medios escritos, así como el libre ejercicio de la crítica, particularmente al gobierno encabezado por el entonces presidente Luis Echeverría.
En 1976, el régimen del presidente Echeverría reaccionó ante la postura crítica de Scherer e impulsó a un grupo de periodistas y trabajadores descontentos para tomar control de la cooperativa del periódico y destituir al consejo directivo, encabezado por Regino Díaz Redondo.
El 8 de julio de 1976, Díaz Redondo expulsó de la dirección al periodista Julio Scherer, junto con un equipo de reporteros, columnistas, caricaturistas, intelectuales y trabajadores. El 20 de octubre de 2000, Díaz Redondo fue expulsado del diario en medio de acusaciones de corrupción y de intentar vender subrepticiamente el periódico.
En su libro “La Gran Mentira: Ocurrió en Excélsiór” (2002), Regino Díaz Redondo, narró su versión del golpe al diario: “Llegó el 8 de julio de 1976. La mañana calurosa se hacía casi irrespirable en el interior del periódico. El bullicio se expandía por todas las áreas de Excélsior. Cómo no podría ser así si dentro de dos horas se iniciaría la asamblea convocada por todos los miembros del Consejo de Administración, que yo presidía, y por el Consejo de Vigilancia”.
Más adelante escribió sobre la salida de Scherer: “comprobaron que no tenían la gente ni podían realizarla de acuerdo con los estatutos y fueron desalojados del lugar, se dispersaron por las escaleras; unos entraron en sus departamentos, recogieron papeles sin ton ni son y en pequeños grupos procedieron a abandonar el edificio cariacontecidos”.
A una década de los hechos, Scherer García le respondió a Díaz Redondo en Los Presidentes (1986):
“No podía ser más clara la parcialidad del presidente de México. La verdad era una y estaba en Reforma 18. No valía la pena considerar la denuncia de 50 periodistas, escritores, profesores, investigadores, artistas y funcionarios cuyo derecho a la libre expresión de sus ideas había quedado conculcado precisamente la madrugada del 8 de julio de 1976… Puedo ser soberbio, excluyente, ángel exterminador y todo lo que a Echeverría se le ocurra, pero salí de Excélsior señalado como un ladrón. Convencido de mi ‘absoluta honradez profesional’, no pronunció el presidente una palabra en mi descargo. Al contrario,
atizó la hoguera”.