DETENIDO EN ACAPULCO EL PANADERO, LÍDER DE UNA CÉLULA CRIMINAL EN LA CIUDAD DEL PACÍFICO

NACIONAL

Una operación de registro en la colonia La Venta, de Acapulco, ha concluido con la detención de un capo criminal, Marco Antonio Rodríguez Jacinto, de 59 años, alias El Panadero, a quien se le atribuyen delitos contra la salud y vínculos con otros de homicidio, secuestro, robo de vehículos, extorsión, cobro de cuotas y portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército. En la operación, comunicada por el Gobierno federal, han participado agentes de la Defensa y la Marina, la Guardia Nacional, la Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía General.

Las denuncias ciudadanas sobre unos inmuebles usados para el trasiego de drogas han estado en el origen de esta redada, en la que han sido arrestadas otras tres personas: Elidía Márquez Ponce, de 44 años, Xóchitl Karina Martínez Díaz, de 30, y Ronaldo Organes Ramos, de 18. “En los cateos se aseguraron dos armas de fuego, una granada, envoltorios con cocaína, marihuana, dinero en efectivo, dos radios de comunicación y 50 cartuchos útiles para arma de fuego corta”, detalla el comunicado oficial.

El Panadero es líder de una célula del Cartel Independiente de Acapulco (CIDE) que, según la información federal, opera en las colonias acapulqueñas de La Venta y Zapata. Es parte del entramado criminal que tiene sumida a la famosa ciudad del Pacífico en un magma violento del que no levanta cabeza. “Estas acciones contribuyen a desarticular células criminales que tanto daño han causado a los municipios de la región”, ha señalado el secretario federal de Seguridad, Omar García Harfuch.

En los últimos meses, se suceden las operaciones policiales contra el crimen, como parte de los nuevos gestos del gobierno de Claudia Sheinbaum, con el secretario Harfuch al mando, dotado de mayores poderes para actuar. Los primeros golpes de efecto han concluido con el decomiso de drogas, operativos contra la corrupción política y policial y un sinfín de detenciones. La violencia atraviesa estos días alguno de sus peores capítulos en México, con cientos de muertes en Sinaloa, que se suceden desde el pasado verano, cuando se produjo la captura del gran capo, el Mayo Zambada. Pero las balas suenan también con fuerza en Guanajuato, con decenas de policías asesinados, o en Morelos, Baja California y otros territorios.

La presidenta Sheinbaum ha multiplicado los gestos de acción policial y de interés del gobierno federal por combatir al crimen: su visita reciente a Sinaloa ha sido una de las señales por las que quiere encaminar su política en materia de seguridad. Frente al lema que presidió el anterior sexenio, Abrazos, no balazos, que dio escasos resultados en la lucha contra la delincuencia, Sheinbaum está obligada a revertir la situación de alguna forma antes de que se cumplan los 100 días de mandato, en enero, y la ciudadanía proceda a un examen riguroso sobre la principal lacra que debe atajar México. La confianza está puesta en los resultados que dé Harfuch, policía de profesión con experiencia en el crimen, que ha vivido personalmente. El secretario de Seguridad ha trasladado su despacho en los últimos días a Sinaloa, quizá el punto más caliente del mapa.