DULCE MARIA SAURI RIANCHO: PRIMEROS 100 DÍAS; LUZ Y COMIDA SEGURAS @DulceSauri #JuevesDeMasColumnas EN @DiariodeYucatan

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Cayó la hoja del calendario con la significativa fecha de los 100 días. Este domingo asomó la continuidad de una práctica que, instalada en los tiempos políticos de la 4T, tiene más de calistenia electoral que de rendición de cuentas de un gobierno todavía pendiente de adquirir su propia identidad.

Después de la primera centena de amaneceres, el déficit más importante de la presidencia de Claudia Sheinbaum sigue siendo la seguridad. Va mucho más allá de la ausencia de delitos —aspiración o utopía—, o del combate frontal al crimen organizado y a la corrupción que nos agobia.

La Seguridad está relacionada con la certeza de la supervivencia. Si la imaginamos como un triángulo, en su parte superior estaría la preservación de la vida humana, ponerla a salvo de la delincuencia y de los atentados en contra de su integridad. Considero que la alimentación y la energía son los otros dos puntos del triángulo de la seguridad.

Energía segura. Poco se habla de la enorme dependencia en la importación de gasolinas que mueven los millones de vehículos del país. Las 7 refinerías continúan con problemas para cumplir las cuotas prefijadas, en especial la múltiples veces inaugurada Dos Bocas en Tabasco. Aun en su magnitud, las gasolinas importadas no son la única fuente de dependencia energética. Es el gas natural, proveniente de los Estados Unidos, en concreto del sur de Texas, la principal preocupación.

En un contrasentido que ahora pagamos con creces, la extracción de petróleo crudo dejó a un lado la recuperación del gas asociado a la perforación de pozos en aguas del Golfo de México. Los campos gasíferos del norte del país, con importante potencial, también fueron abandonados.

La generación de energía eléctrica, la petroquímica, procesos industriales completos dependen del flujo de gas que atraviesa la frontera terrestre o llega a través del gasoducto submarino que desemboca en Tuxpan, Veracruz, y se distribuye en todo el territorio nacional por una red de gasoductos públicos y privados.

Una prueba de la enorme vulnerabilidad de México en relación con este recurso fundamental se presentó por la contingencia meteorológica de febrero de 2021, cuando las heladas en Texas interrumpieron el suministro a México. El gobierno texano decidió privilegiar el consumo local sobre los compromisos de exportación.

Nuestro país se quedó sin gas natural para sus termoeléctricas, para sus más importantes establecimientos manufactureros. México carece de infraestructura de almacenamiento que le permita enfrentarse a la interrupción o la ralentización de la llegada del gas natural.

La alternativa de plantas para procesar el gas licuado que proviene de otras regiones del mundo ha permitido solventar las necesidades inmediatas, aunque a un costo muy superior y sujetas permanentemente a la disponibilidad en el mercado internacional.

Seguridad alimentaria. Es otro concepto central en el diseño y operación de un gobierno responsable. No es, aunque parezca, igual que el objetivo de la autosuficiencia, que implica proponerse producir en territorio nacional todo lo que se consume.

Seguridad significa asegurar la producción en México de un porcentaje superior al 50% de la comida —“ingesta calórica” es el término— que necesitan 130 millones de personas. El personaje protagónico de la seguridad alimentaria en México es el maíz. Aquí también hay que distinguir para entender por qué la producción de maíz blanco, que en la mayoría del país es la base para el nixtamal, la masa y la tortilla, es distinta a la de su primo hermano, el maíz amarillo, que se destina primordialmente a la alimentación animal.

México es prácticamente autosuficiente en la producción de maíz blanco (en años malos compra alrededor de 600,000 toneladas para satisfacer la demanda nacional), pero es enormemente deficitario en la producción de maíz amarillo.

El lío reciente sobre la prohibición de importar maíz genéticamente modificado de Estados Unidos se resolvió en contra de México. Esta prohibición afectaba principalmente al maíz amarillo dedicado a la alimentación animal, es decir, al ganado: bovino, porcino, gallinas y pollos, que se quedaban sin comida y nosotr@s, sin su carne y sus huevos.

México tiene todo el derecho de impedir el cultivo de maíz transgénico en su territorio, pero no lo tiene para evitar la compra de la producción estadounidense que, en buena medida, se sustenta en este tipo de granos.

Mientras, el gobierno de México sigue sin precisar con claridad la estrategia para que no se “caiga” la producción nacional de maíz blanco. Tiene que ver con los precios al productor, con las políticas y los programas del campo que, a 100 días, siguen dando “palos de ciego”, en tanto se incrementa la dependencia de la importación de granos básicos para la alimentación del pueblo mexicano. Del trigo panadero, mejor ni hablamos. Ni el 10% del consumo nacional se produce en nuestro país.

La inminente llegada de Donald Trump hace urgente una redefinición del concepto de Seguridad, fundamental para el futuro próximo de México. Es difícil de imaginar, pero no imposible, en momentos de redefinición del rumbo expansionista de nuestro poderoso vecino del norte, que el presidente Trump decida cortar o limitar significativamente la venta de gas natural a México. Pretextos sobrarían, el daño sería mayúsculo.

O la peregrina idea de imponer aranceles al maíz amarillo estadounidense, en represalia por una medida de esta naturaleza contra otros productos mexicanos exportados a Estados Unidos. Ese sí sería un auténtico tiro a los bolsillos de la población, que de inmediato resentiría la elevación abrupta del precio de la carne de cerdo, res, aves, huevos, etc.

Sumemos a este catálogo de catástrofes imaginadas por la actitud amenazante del nuevo gobierno estadounidense el asunto de las remesas que envían las y los mexicanos residentes en Estados Unidos. Se estima en 65,000 millones de dólares el monto total de 2024, equivalente al 3.7% del Producto Interno Bruto (PIB) de México.

Son millones de transacciones, con un monto promedio de menos de 400 dólares. Las reciben familias en todos los estados del país, para las que representa una importante fuente de recursos para la sobrevivencia: compra de comida, medicinas, etc. Este dinero hace menos difícil afrontar su situación de pobreza.

¿Y si el presidente Trump decidiera imponerles un gravamen? ¿Si impusiera reglas estrictas que impidieran los envíos como actualmente se realizan?

Como ven, amig@s lectores, no se necesitan aranceles ni muros para poner a nuestro país en una situación delicada. México no puede seguir perdiendo la oportunidad de la seguridad energética, tiene que desarrollar un sector fuerte de energías renovables. El gas natural debería ser prioridad nacional.

Y debemos asegurar siembras de maíz amarillo en México por, cuando menos, la mitad de los requerimientos de alimentación de los hatos ganaderos para producir carne, leche, huevos.

La Seguridad tendría que ser el tamiz para revisar la estrategia de desarrollo agrícola y pecuario del país. Luz y comida seguras: lo demás podemos conseguirlo. ¡Abrochemos los cinturones! Las turbulencias ciclónicas se inician el lunes 20 de enero.— Mérida, Yucatán.

dulcesauri@gmail.com

Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán