ECUADOR CON LASSO, PERO SIN CORREA #Domingueando @feraguirrermz EN @Excelsior
Por Fernando Aguirre
Después de 15 años, en un final de fotografía, el pueblo sabio de Ecuador decidió evitar que llegara nuevamente al poder algún partidario o incondicional que tuviera vínculos con el movimiento Alianza PAIS, liderado por el expresidente Rafael Correa.
Aunque en términos generales, en la primera vuelta de la elección el 67% de los votos fue para algún candidato de los partidos de izquierda ecuatorianos (UNES, Pachakutik e Izquierda Democrática), el desencuentro entre éstos benefició al aspirante derechista, Guillermo Lasso conocido como el “eterno candidato”.
Con el pase asegurado a la segunda vuelta electoral, el tres veces candidato presidencial logró capitalizar el hartazgo del populismo correísta y sumar el apoyo del electorado de los otros contendientes con lo que se llevó, con menos del 5% de diferencia, la elección presidencial. En algo que parecía imposible alcanzar por el arraigo de la corriente izquierda en ese país, finalmente se concretó y, el próximo 24 de mayo, Ecuador será encabezado por un gobierno de derecha, “neoliberal” —como también lo califican sus oponentes—, pero que, sin duda, tendrá una repercusión en la política interna y reconfigurará el tablero de los países gobernados por la izquierda en la región latinoamericana, al sumarse entre los que recientemente decidieron darle un portazo al populismo en todas sus formas.
La llegada al poder no va ser tersa, Guillermo Lasso tiene ante sí el reto de gobernar un país prácticamente dividido y polarizado entre izquierdistas y derechistas, pero que, además, ha sido golpeado también por los efectos de la pandemia de covid-19. El conciliar y fomentar la unidad nacional tendrá que ser primordial para poder avanzar en la implementación de su plan de gobierno.
A pesar de apostarle al desarrollo y apertura mundial, Lasso mantiene una postura mesurada y conservadora en temas tabúes, como la no despenalización del aborto, un asunto que por ahora no muestra gran efervescencia entre la sociedad ecuatoriana, pero, que al estar muy cercana de los países bastiones de la marea verde, no se podrá mantener ajena por mucho tiempo.
Renovar las relaciones con EU será también todo un hito, más aún cuando en el pasado correísta se apostó al apoyo a la causa chavista-bolivariana, que a mantener relaciones con el poderoso del norte. Las antiguas amistades de izquierda que aún mantienen el poder en países como Argentina, Bolivia y Venezuela, no han soltado la mano al movimiento de Correa porque quizás confían que pronto estará de vuelta el gran hermano ecuatoriano.
Sin duda alguna, Rafael Correa no ha sacado las manos de la política del Ecuador, aunque esté a la distancia desde su exilio dorado en Mexico o Bélgica se le percibe vigente en todo momento, y en el pasado proceso electoral no fue la excepción. Ahora más que nunca sólo tendrá un propósito: regresar a su país para “limpiar” su nombre y su legado, luego de la persecución política y procesos judiciales de los cuales es objeto él y varios de sus adeptos por el presidente saliente Lenín Moreno, el mismo “izquierdista” que el propio Correa había escogido como su sucesor.
¿Acaso Guillermo Lasso va continuar el proceso de “descorreización” de su antecesor? El presidente electo se maneja con cautela en ese tema, pero ha reiterado que “cree en buenas ideas y no en ideologías”, y en más de una ocasión se ha prometido erradicar las políticas de izquierda del gobierno de Correa.
“De haber estado en Ecuador, sólo por ese hecho, habría ganado nuestro movimiento las elecciones”, asegura el expresidente Rafael Correa. El nuevo presidente sabe que su administración será acechada por la sombra de Correa, porque, incluso ya sentenció: “Si más tarde puedo regresar al país les vamos a ganar las elecciones”. Al tiempo.