EL “AUSTERICIDIO”, OTRA MÁS DE SUS REPERCUSIONES #MartesDeColumnas IRMA PILAR ORTÍZ, EN @Entresemanamx
El “austericidio” al que se llevó a México en el sexenio anterior, ya tiene severas repercusiones en la exportación de ganado hacia Estados Unidos. Con el falso argumento de que todos los programas que se aplicaron en años anteriores eran generadores de corrupción, se descuidó la sanidad animal. Y ahora, está de regreso el gusano barrenador, después de más de 30 años de tenerlo bajo control.
En los años 80’s, el Gobierno mexicano se aplicó en las políticas que cristalizaron en fuertes campañas para la generación de mosca cochliomyia hominivorax estéril, que ayudó a la extinción, a partir de 1990, del gusano barrenador en México, lo que permitió que la exportación de ganado llegara a Estados Unidos sin mayor contratiempo.
Y cómo no iba a pasar esto, si el presupuesto asignado al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), de la Secretaría de Agricultura, experimentó una reducción del 42.7 por ciento, a partir de 2018, el año en que llegó Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, hasta este 2025 que sólo destinaron 5 mil 433 millones de pesos del PEF, para realizar labores de protección de los recursos agrícolas, acuícolas y pecuarios de plagas y enfermedades de importancia cuarentenaria.
Nuestro país era el mayor proveedor de ganado a Estados Unidos. En 2024 se reportó una exportación de un millón 259 mil 531 cabezas de ganado, principalmente para consumo, y al emerger este gusano hizo que, para marzo pasado, la compra fuera de tan sólo 24 mil cabezas, cifra muy inferior a las 114 mil del año anterior.
En diciembre pasado, solo el Estado de Chihuahua, el principal exportador de carne de México, dejó de mover 110 mil becerros, lo que representa pérdidas entre 25 y 30 millones de dólares ¡a la semana¡
Un eventual cierre de las exportaciones de ganado mexicano tendría graves repercusiones, no solo para la economía pecuaria del país, también para la cadena de abasto cárnico en Estados Unidos, ya que impactará la disponibilidad de productos, precios al consumidor y la estabilidad de un mercado estratégico para ambos países, como apuntó el Consejo Nacional Agropecuario.
La sanidad agropecuaria no es negociable en ningún país, porque está de por medio la salud de su población y la posible contaminación de sus cultivos y ganado; por ello, la secretaria de Agricultura de EU, Brooke Rollins, advirtió, mediante una carta, que se restringiría, a partir del 30 de abril, la importación de productos animales: ganado vacuno, bisonte y equino vivos originarios o en tránsito, para proteger los intereses de la industria agropecuaria de Estados Unidos.
Dice el Secretario de Agricultura, Julio Berdegué, que ya se llegó a un acuerdo para no afectar la venta de ganado a Estados Unidos; sin embargo, no hay mayor explicación.
Frontera Porosa
El “austericidio” en materia agropecuaria no sólo quedó en la reducción del presupuesto a Senasica, sino también en el campo se la supervisión, ya que fue una decisión personal del presidente López Obrador el permitir que por el río Usumacinta cruzara ganado enfermo, de desecho, para el consumo doméstico y así tapar las erráticas políticas que se aplicaron al cerrar la dispersión de recursos públicos, para “acabar con la corrupción”.
El resultado fue la escasez de personal de la Secretaría de Agricultura que vaya a los ranchos a hacer revisiones constantes, para supervisar que el ganado que entra a México traiga un arete electrónico y cuente con todos los certificados sanitarios correspondientes, otorgados por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación de Guatemala.
Estos aretes llevan un código único, que es su registro en la base de datos en el Padrón Ganadero Nacional, a través del cual, las autoridades rastrean todos los lugares por los que transita el ganado, desde el nacimiento hasta el sacrificio.
Quien fuera secretario de Agricultura, Víctor Villalobos, en el sexenio anterior, informó a la Cámara de Diputados, en 2019, durante una comparecencia, que, por la frontera con Guatemala, cada año entraban a México, de forma ilegal, entre 800 mil y 1 millón de reses.
Es un hecho que en México urgen acciones concretas de control como las mejoras en inspecciones sanitarias, fortalecimiento de protocolos para movilización ganadera y campañas de capacitación dirigidas a técnicos, productores y laboratorios para la prevención, contención y erradicación efectiva de esa enfermedad y reforzar la colaboración con autoridades de Guatemala, Belice, Honduras y Nicaragua, a través de las estaciones de cuarentena para vigilar los flujos de ganado que entran por la frontera sur.
Parece que ya se dio un primer paso al reforzar, con recursos financieros, la colaboración entre la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) para fortalecer la prevención y el control del gusano barrenador y en donde incluyen a países centroamericanos y el Servicio de Inspección Sanitaria de Animales y Plantas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.
Ahora toca al gobierno de la presidenta Claudia Sheiunbaum enmendar los graves errores que cometió su antecesor y que regresaron a México 45 años atrás, cuando el PRI ejercía todo el poder sin contrapesos, y que costó a muchas generaciones combatir y cambiar.
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