EL ESCRIBIDOR #MartesDeColumnas @JuanIZavala EN @heraldodemexico
Si uno se acerca a la vida de este afamado escribidor –el último de una generación de grandes- se dará cuenta que verdaderamente Mario Vargas Llosa fue un personaje de novela
Quizá uno de los libros que más me gustan de Mario Varga Llosa (y me gustan varios) es La tía Julia y el escribidor. Un escritor de guiones de radionovelas que trabaja de manera febril –como siempre lo hizo el Nobel peruano-, mete en los capítulos que redacta su vida entera, sus fobias y pasiones, amores y desazones. Todo hilvanado de humor y una fuerte carga de información personal.
Años después de disfrutar de su lectura y ya metido de lleno en recorrer su obra, me enteré de que el escritor peruano sí había tenido un romance que fue más allá de las palabras -vivieron juntos un buen tiempo- con su tía Julia Urquidi. Amor apasionado hasta que llegó la prima del escritor que dejó a la tía por la sobrina. Todo quedó en familia pues la prima -Patricia Llosa- sería la esposa de Mario por décadas. Así que la vida personal de don Mario siempre estuvo en el ámbito público, principalmente entre sus libros.
Como se sabe, el escritor también tenía un personaje público al margen de su exitosísima obra literaria. Un observador agudo y crítico que gustaba del análisis a fondo de la política y los personajes de la misma en el mundo. Liberal como pocos no dudaba en defender a Margaret Thatcher, condenar las dictaduras bananeras de nuestro continente y desatar polémicas en cualquier lugar que estuviera. Su paso en los noventa por nuestro país también dejó una polvareda cuando declaró que el PRI era “la dictadura perfecta”, frase que calaría hondo en el gobierno priista de ese entonces.
Vargas Llosa fue más allá y decidió pasar a la acción. Se lanzó a la candidatura a la presidencia de Perú. Todo parecía funcionar bien hasta que se apareció un agricultor de habla sencilla de nombre Alberto Fujimori, que se convertiría en una verdadera pesadilla para el premio Nobel. Fujimori le ganó la presidencia. El genial novelista peruano era un político fracasado y derrotado. Se amargó y poco tiempo después renunció a la nacionalidad peruana.
En El pez en el agua, un libro autobiográfico en el que alterna su vida propiamente personal: su infancia, el desprecio que sentía por su padre –que se apareció cuando Mario tenía diez años para vivir en familia-, sus vicisitudes como escritor y finalmente el recorrido de su campaña política. Un libro con mucha hiel que retiraría del mercado quizá para no lastimar su propio recuerdo y a los que lo rodeaban
Escritor tocado por la diosa de la inspiración, decía que la disciplina era casi todo en su profesión. Fue también periodista, opinador, hombre de mundo reconocido en todos lados dejó en su obra un alcance difícil de igualar: iba de la novela al ensayo, de la historia y el teatro a la crónica y el artículo. Entre las cosas que deja su extensa producción está esa maravilla que es La fiesta del chivo, el retrato de la dictadura dominicana de Leónidas Trujillo en el que caben todas y cada una de las dictaduras militares latinoamericanas.
Crítico del consumismo y de la parafernalia mediática que todo lo devora, escribió un famoso ensayo, La civilización del espectáculo, en el que criticaba la devoción por lo mediático el triunfo del amarillismo y la frivolidad. La realidad y la frivolidad lo alcanzaron a él también pues ya octogenario se divorció para sostener un inopinado romance con una socialité española. El espectáculo duró poco, la edad le cobró caro su congruencia y lo hizo pasar penas. Murió con su familia en Perú.
Si uno se acerca a la vida de este afamado escribidor –el último de una generación de grandes- se dará cuenta que verdaderamente Mario Vargas Llosa fue un personaje de novela.
POR JUAN IGNACIO ZAVALA
COLABORADOR
@JUANIZAVALA