EL RECOLECTOR Y EL PAPA: “FUE COMO HABLAR CON DIOS”
La conmovedora historia de un recolector argentino que perdió las piernas tras un accidente de trabajo y recibió un llamado de Francisco. “Con tantas cosas buenas que me pasan, ¿cómo me voy a caer?”
CIUDAD DEL VATICANO.- (Publicado en: lastampa.it) Cuando vio “número privado” en su teléfono celular, Roberto Acuña pensó que lo llamaba un compañero de trabajo. Pero, tras preguntar quién hablaba, escuchó atónito: “El Papa”. No lo podía creer. Su historia de vida conmovió a Francisco. Padre de cinco hijos, apenas hace cuatro meses perdió las piernas en un accidente de su trabajo como recolector. Pese a la dramática situación, se mantiene entero. Da gracias a Dios por su “segunda oportunidad” y por las “cosas buenas que le están pasando”. Cuenta entre ellas el llamado desde Roma.
La tarde de este lunes 17 de julio, Roberto se dirigía a la Legislatura de Buenos Aires. Ahí lo esperaba un homenaje en su honor organizado por el legislador Gustavo Vera, referente de la organización La Alameda y hombre cercano al Papa. También estaba presente Pablo Moyano, del gremio de camioneros y más de 400 recolectores de la ciudad. En paralelo, se propuso declarar al 22 de marzo como el “Día del Recolector de Residuos”.
Aquel fatídico día, hace casi cuatro meses, Acuña (31 años), realizaba su cotidiano recorrido colectando la basura colgado de un camión. Todo pasó en cuestión de minutos. Un automovilista que manejaba bebido y drogado impactó de lleno al vehículo por atrás. El impacto fue tan grave, que el conductor se dio a la fuga. Ahí comenzó para él su “nueva vida”.
Lejos de amedrentarse, puso el pecho. Por sus cinco hijos: Un muchacho de trece años, niñas de 7, 5 y unas mellizas de tres. El homenaje de este martes le cayó como un bálsamo del cielo. Pero jamás imaginó el regalo especial de Roma.
“Lo más emocionante fue que, cuando iba, me llamó el Papa Francisco. Me fue a buscar a mi casa un muchacho para llevarme allá a la Legislatura y a la mitad del viaje suena mi teléfono. Yo atendí porque decía número privado, pensé que era un compañero, pero cuando pregunté quién hablaba me respondieron: El Papa Francisco. Nooo, en serio, quién habla, le dije. No creía, ¿cómo me iba a estar llamando a mí?”, contó desde Buenos Aires al Vatican Insider.
“Cuando le conocí la voz me vino (replicar): ‘¡No, me estás jodiendo (bromeando)!’. Y después me quedé callado porque no sabía qué decir. Me contó que le había llegado una carta que le mandó un compañero (Gustavo Vera) con mi historia, que se emocionó mucho por la fuerza que le estaba poniendo para salir adelante después de mi accidente y que por eso me llamó”, agregó, entusiasta.
Entonces sólo atinó a preguntar lo primero que le salió. “¿Estás acá?”, disparó. Luego, él mismo reconoció que fue un pensamiento “tonto”, pero que le llegó a la mente por la naturalidad con la cual el Papa se comunicó. Es más, recordó que el sábado es su cumpleaños y se le ocurrió invitar al pontífice. Pero claro, Francisco le aclaró que estaba en Roma y le anticipó: “Vos venís acá o yo voy para allá, para conocernos y charlar”.
“Después me dio fuerzas, me dijo que estaba conmigo, que soy un ejemplo. Hablamos de Dios, porque yo creo mucho en él y sé que me dio una segunda oportunidad. Todo tiene que ver, es muy emocionante. Para nosotros fue una alegría muy grande, nadie lo podía creer cuando lo contamos. Fue muy emotivo esto, lo tomo como que hablé con Dios”, abundó.
La historia de Roberto Acuña puede ser la de tantos otros. Los que andan en la calle, salen y no saben si volverán a sus casas, como él mismo explicó. Recordó que son muchos los que trabajan así, arriesgando su vida día a día mientras la mayoría duerme. Esquivando automóviles, recogiendo de todo en la basura: desde vidrios filosos hasta jeringas de hospitales. Pero hay que hacerlo, retoma él, “por la familia hay que trabajar”. Igual no se olvida, “una caída o un tropiezo puede significar perder la vida”.
“La mayoría piensan mal (de nosotros) porque ven que tocamos la basura, que contamina, y de ahí viene la explicación de que nadie sabe lo que hacemos. Yo trabajaba de noche y me tocó a mí (el accidente). Mientras la mayoría está durmiendo nosotros estamos limpiando la ciudad, pocos se preocupan de lo que hacemos. Son muchos los riesgos que corremos”, ilustró con serenidad. No se percibía rencor en sus palabras, ni cansancio, ni ofuscación.
A casi cuatro meses del choque, sabe identificar sus motivos para seguir adelante. Así los transmitió: “Es una vida nueva, nos estamos acostumbrando, yo tengo mi familia y mis nenas, todo me da fuerzas. Todo lo que está pasando me da fuerzas para seguir adelante y no caerme, mirando siempre para adelante gracias a Dios y a la Virgen que siempre me ampara. Con todas las cosas buenas que me están pasando, ¿cómo caerme?”.
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