ENTRESEMANA / ¿FALLA TÉCNICA EN ACCIDENTE DEL METRO? @msanchezlimon #JuevesDeMasColumnas
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN. Para los mexicanos interesados en cómo transcurre el sexenio de la llamada IV Transformación, seguramente el accidente ocurrido en la estación Tacubaya del Metro la noche del martes último, no tiene relación alguna con las actuales administraciones local y federal, a cargo de la doctora Claudia Sheinbaum y el licenciado Andrés Manuel López Obrador.
Pero, aunque en tono de broma se ha comenzado a citar el riesgo de que el licenciado López Obrador culpe de ese accidente al neoliberalismo, el villano favorito de sus acuciosas disertaciones respecto del presente y pasado político de México, no erraría en responsabilizarlo de la crítica situación que priva en el Sistema de Transporte Colectivo, que diariamente atiende a más de tres millones de usuarios en sus 12 líneas.
Por supuesto, hay inmensidad de ciudadanos que desconoce de qué se trata eso de la 4T, pese a haber votado copiosamente el 1 de julio de 2018 por los candidatos de Morena, a cargos de elección popular, porque para estos electores lo importante eran la oferta del candidato presidencial tendente a acabar con la galopante corrupción y el bandidaje en el gobierno federal.
Pero, si esta inmensa mayoría de electores que vive en el Valle de México y depositó su sufragio a favor de los nominados por Morena y los que desde el los partidos Verde Ecologista, del Trabajo y Encuentro Social, se colgaron en una suerte de satélites asociados, se enterara de cómo ha sido administrado el Sistema de Transporte Colectivo Metro, entendería por qué el señorpresidente y la señorajefadegobierno evitaron entrar en ese terreno de la especulación que tanto gusta al inquilino de Palacio Nacional, en busca de culpables del metrazo.
Y es que, mire usted, el licenciado López Obrador habría incurrido en eso que consideran darse un tiro en el pie, o escupir hacia el cielo con el riesgo bañarse con su saliva. ¿Por qué?
Bueno, cuestión de recordar que Andrés Manuel fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal y el STC Metro forma parte de la estructura de la administración local, ésta que en esa gestión no destinó el presupuesto requerido para el mantenimiento, ya no ampliación, simplemente el mantenimiento del Metro.
Y luego el hoy secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se desempeñó como jefe de Gobierno del Distrito Federal, e igualmente en su administración no sólo se redujo sustancialmente el presupuesto para adquisición de refacciones para el Metro y su necesario e imperativo mantenimiento, se le escamoteó para privilegiar la obra máxima de su gestión. La Línea 12.
El servicio de este sistema de transporte, inaugurado el 4 de septiembre de 1969 ha decaído exponencialmente. En aquellos primeros años de servicio había hasta edecanes en las principales estaciones de la que fue la primera Línea 1 que corría de la estación Gómez Farías a Chapultepec y luego se amplió de Zaragoza hasta Juanacatlán para luego llegar a Tacubaya –donde ocurrió el accidente el martes pasado—hasta finalmente tener a Observatorio como estación terminal.
¿Por qué no hubo presupuesto para el Metro en la gestión de Marcelo Ebrard, cuando ya era una exigencia popular debido a las recurrentes fallas en el servicio, simple y sencillamente porque el entonces jefe de Gobierno metió todo el recurso a la construcción de la Línea 12, que se realizó en tiempo récord y finalmente evidenció corrupción?
¿Por qué Marcelo prácticamente se exilió en Francia durante todo el tiempo que duraron las investigaciones respecto de la corrupción que imperó en la construcción de la Línea 12? Cuando compareció en la Cámara de Diputados, en la administración de Enrique Peña Nieto, fue evidente que la negociación política había concluido en no tocar al amigo de Andrés Manuel López Obrador.
Por eso la doctora Florencia Serranía Soto, directora del STC Metro –cargo que ocupó entre 2004 y 2006, en la administración de Alejandro Encinas, relevo sustituto de Andrés Manuel López Obrador–, debe haber recibido la oficina con un informe pormenorizado respecto de la situación que, desde hace años, priva en este fundamental servicio de transporte público.
Seguramente la doctora Serranía Soto sabe la causa del metrazo de la noche del martes pasado y que un joven usuario narró puntualmente, entrevista que de pronto desapareció de las redes sociales y que la doctora Sheinbaum no ha mencionado en sus declaraciones.
Dice la jefa de gobierno y las autoridades de la Fiscalía General de la Ciudad de México, que se abrió una carpeta para investigar las causas de ese accidente, cuando saben que la causa se llama corrupción y desinterés en atender requerimientos de mantenimiento de esa columna vertebral del transporte público de la capital del país.
Bueno, bueno, elemental. No aluden a las administraciones pasadas en la Ciudad de México y del inmediatamente anterior Distrito Federal, porque alcanzarían al neoliberalismo representado entonces por Andrés Manuel López Obrador, seguido del de Alejandro Encinas y luego Marcelo Ebrard, con un espacio en manos de Miguel Ángel Mancera para luego aterrizar con la doctora Sheinbaum, sin citar el breve de José Ramón Amieva, el sustituto de Mancera en abril de 2018.
Y, además, tendrían que responsabilizar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y de pasadita a Rosario Robles Berlanga, el chivo expiatorio de las pillerías de la administración de Enrique Peña Nieto. ¿Le seguimos? No, creo que estos prohombres y mujeres de la 4T que han gobernado a la Ciudad de México, con los asegunes del hoy senador Miguel Ángel Mancera, buscarán la falla técnica junto con la humana como responsables del metrazo en Tacubaya.
O, ¿usted cree que asuman la responsabilidad por no haber atendido el recurrente reclamo de los usuarios por un servicio pésimo? ¿Aceptarán Andrés Manuel y Marcelo que desoyeron a las demandas de técnicos, ingenieros, trabadores y empleados del Metro, respecto del urgente mantenimiento de este sistema de trasporte?
Ahí, en la oficina de la doctora Serranía Soto está el informe que refiere el número de solicitudes de adquisición de refacciones para el buen mantenimiento de los trenes que se hicieron durante muchos años y que simplemente fueron desestimadas desde la administración central, es decir, de la oficina de López Obrador, Encinas y Ebrard. Porque cuando llegó el doctor Mancera, el presupuesto era insuficiente debido al pago de contratos contraídos con los constructores de la Línea 12 y de los trabajos de reparación de varios tramos de esta vía que corre de Mixcoac a Tláhuac y que de no haber sido atendidos habrían sido escenario de una tragedia peor a la de 1975 en la línea 2.
Me comentan que la doctora Serranía Soto, experta en transporte, dio prioridad a la captación de recursos más que al mantenimiento del Metro. ¿Será? En su tarjeta curricular se lee:
“De 2001 a 2004, fue Directora General de Servicios de Transportes Eléctricos de la Ciudad de México, donde implementó un nuevo sistema de recaudo que redujo la evasión de pago e incrementó los ingresos del sistema. Durante este periodo, incorporó el control y regulación del Trolebús Línea 1”. No lo dude, pero en este metrazo en Tacubaya, habrá chivos expiatorios y todo en paz, galopante la impunidad en la 4T. Conste.
COMO ME LO PLATICARON. Por cierto, ahí viene el reto para el Instituto Electoral de la Ciudad de México. El próximo fin de semana los electores de la capital del país, democráticamente elegirán a los integrantes de las Comisiones de Participación Comunitaria 2020 y en la Consulta de Presupuesto Participativo 2020 y 2021; para el efecto se han instalado tres mil 156 mesas receptoras de opinión.
La previsión es que cerca de siete millones de ciudadanos acudan a elegir a 9 vecinos que los representarán ante las autoridades de las diferentes alcaldías y en dichas comisiones y en la consulta del presupuesto.
Para el efecto, el Instituto Electoral de la Ciudad de México se apoyará en un sustancial equipo humano, con el objetivo de llevar a buen puerto las dos consultas ciudadanas y demostrar que los capitalinos desean consolidar la transición democrática.
Es la primera prueba de fuego a la que se van a enfrentar los consejeros electorales de la Ciudad de México y buscan superar las cifras de participación de sus antecesores. Hay que salir a votar para poder exigir. Conste.
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