ESCAÑO ABIERTO / EL POPULISMO, UNA “ENFERMEDAD ESCURRIDIZA” @arturozamora #MartesDeColumnas

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

ARTURO ZAMORA 2Qué importante resulta para cualquier sociedad mirar más allá de sus fronteras, observar los procesos políticos en otras naciones, analizar la dinámica de sus economías y reflexionar sobre las lecciones que podemos extraer de otros modelos y procesos históricos.

El primer caso significativo es la República de Argentina, con la llegada al poder del presidente Mauricio Macri (Cambiemos) en 2015, luego de un largo periodo de hegemonía de varios frentes de distintas fracciones del peronismo, encabezadas por los Kirchner, primero el presidente Néstor y luego la señora Cristina.

El modelo populista argentino significó beneficios inmediatos, pero insostenibles para amplios sectores de la sociedad, y el crecimiento de la infraestructura social y urbana, sin embargo, este proyecto económico y social fracasó poniendo en riesgo la solvencia internacional de ese país.

La versión kirchnerista del populismo peronista condujo al aislamiento del país con el exterior, ejemplificado por un control artificial del tipo de cambio (el llamado “cepo”) y un proteccionismo comercial paternalista. El fin del ciclo económico internacional expansivo, que benefició, entre otros países, a Argentina con altos precios en sus materias primas de exportación (soya y cárnicos) y el desgaste progresivo de un mercado regional limitado, llevó a una economía ficción, basada en altos subsidios a la luz, gas, electricidad, transporte y otros bienes y servicios.

El triunfo de Macri fue doblemente significativo porque representó el desencanto del populismo y la opción por un proyecto de modernización y apertura. En las recientes elecciones legislativas del 20 de octubre, el populismo, disfrazado de Movimiento Ciudadano, encabezado por Cristina Kirchner, de nuevo fue derrotado, pese a que Macri ha asumido el costo social de los ajustes a los precios, el alza en la inflación y la caída del tipo de cambio, como un paso obligado para retomar la apertura económica, la competitividad y el crecimiento sostenido.

Un segundo caso, por demás lamentable, es la Gran Bretaña que, a menos de un año de haber votado por el Brexit, vive en la incertidumbre política, social y económica, ya que la mayoría social está empujando a la reconsideración de una salida ilusoria y que amenaza con empobrecer a los británicos y cerrar el horizonte de progreso que representa la Unión Europea.

No menos dramático resulta el caso francés, donde el espejismo levantado por el señor Emmanuel Macron se desvanece en forma acelerada, luego de haber creado expectativas de un cambio radical por la vía institucional. Su proyecto se ha topado con la resistencia de estudiantes, trabajadores, empresarios y legisladores que se dan cuenta de que el sueño de un joven candidato carismático y un buen discurso no bastan para reformar el Estado social francés.

Casos como los anteriores revelan que el populismo, sea de izquierda o de derecha, conservador o radical, es —como ha dicho recientemente Mario Vargas Llosa— una “enfermedad escurridiza” que socava las democracias, promueve el nacionalismo económico de corte proteccionista y demuestra que el disfraz de independiente no garantiza un gobierno eficaz.

La amenaza populista es real en diversas latitudes, sus costos, muy altos y el aprendizaje, doloroso. Estos casos deben ser parte de la conversación pública y servir para informar nuestras decisiones políticas y electorales.

*Secretario general de la CNOP.

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