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ARTURO ZAMORA 2

Luego de cuarenta y ocho días de precampañas por la Presidencia de la República, tenemos suficientes elementos para valorar lo que representa cada opción partidista y cada uno de sus seguros candidatos presidenciales.

Hay una amplia coincidencia respecto a la ambigüedad de la precampaña y la pobreza del discurso de Ricardo Anaya, quien intenta salvar la contradicción irresoluble que está en la base de una coalición inviable y que sólo anuncia incertidumbre, parálisis de gobierno y pleitos en un improbable gabinete.

La evidencia aparece en diversos estados donde militantes del PAN y el PRD (siendo el MC prácticamente inexistente) desertan inconformes por el despotismo y la soberbia de Ricardo Anaya y ante la renuncia de los perredistas a un mínimo ejercicio de dignidad partidista.

En la coalición Morena-PT-Encuentro Social se acumulan evidencias del autoritarismo de López y de sus hijos, quienes aparecen como los fieles operadores de la línea de su padre: Imponen candidaturas, desprecian a los militantes del partido de su propiedad y acogen a los tránsfugas de una variopinta constelación política.

Ante estas amenazas que plantea el panorama político electoral de 2018, quienes creemos en la democracia debemos contribuir a que la ciudadanía esté consciente de la trascendencia del proceso que vivimos y del consiguiente riesgo que podemos enfrentar.

Hay que alejar cualquier posibilidad de que México dé un paso en falso que signifique un grave retroceso en todos los ámbitos de la vida nacional. Así lo previene Enrique Krauze en una reciente colaboración periodística: “Hay quienes no sólo culpan al gobierno en turno de los males, sino a la propia democracia, y se declaran agraviados por ella. ¿Qué alternativa proponen? Sin darse cuenta, pueden allanar el camino a un gobierno autoritario”.

Para cerrar el paso a este riesgo de regresión autoritaria, por un lado, el candidato ciudadano del PRI, José Antonio Meade, garantiza la estabilidad del régimen democrático; ofrece diálogo, tiende puentes, trabaja en ubicar coincidencias, asume que hay gente buena y valiosa en todos los partidos políticos y en la sociedad y ofrece trabajar con ellos para que a México le vaya bien.

Por otro lado, tenemos instituciones sólidas, encabezadas por el INE y por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuyo magistrado, Felipe Alfredo Fuentes Barrera, hizo un llamado a la ciudadanía para “acudir a las urnas con la confianza de que su voto será respetado y su voluntad política defendida”.

Igualmente, el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, llamó en días pasados a todos los partidos a hacer un diagnóstico en materia electoral, de seguridad y gobernabilidad para generar confianza en los electores, de manera que se aliente la participación masiva de los cerca de noventa millones de electores registrados en el padrón nacional.

De parte del PRI y sus aliados, hay un claro compromiso de atender la convocatoria del nuevo responsable de Gobernación. Esperemos que en esta ocasión Anaya y López sí respondan al llamado de las instituciones, con el propósito de procurar una competencia político-electoral en condiciones de paz y estabilidad, que mantenga unida a la sociedad, conscientes de los retos y desafíos que la nación debe afrontar una vez concluido el proceso electoral.

                *Secretario general de la CNOP.

*Esta columna se publica todos los martes en www.excelsior.com.mx

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