FERNANDO AGUIRRE / HAITÍ SIGUE DE RODILLAS #Domingueando

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Por Fernando Aguirre

Hablar de Haití nos evoca pensar en desastres naturales, crisis políticas e institucionales, pobreza, corrupción, inseguridad y violencia, enfermedades, entre otros. Y es que, desgraciadamente, en la última década este país caribeño ha estado en el ojo del huracán, marcado por varios acontecimientos que frenan su desarrollo económico-social y lo posicionan, de acuerdo con la ONU, en el lugar 170 de 189 países en la medición del Índice de Desarrollo Humano.

El nuevo terremoto que sufrió en días pasados, aunque fue menos devastador, nos recordó las mismas escenas que se vivieron hace más de 10 años, en un desastre similar donde perdieron la vida más de 200 mil personas y hubo más de 300 mil heridos. Sin embargo, en esta ocasión la comunidad internacional, sumergida en la pandemia de covid-19, parece no haberse volcado en ayuda hacia Haití que, además, vive una crisis institucional por el asesinato de su presidente, Jovenel Moïse, en julio pasado.

Por si fuera poco, de acuerdo con el informe del equipo de países de las Naciones Unidas en Haití (EPNU), la crisis por covid-19 vino a agravar todos los males que enfrentan los haitianos, en específico los relacionados con temas de salud, economía y educación.

Tan sólo en lo económico sufrió una contracción de casi 5% en 2020, según la CEPAL. Además de la caída en los sectores de la agricultura, los servicios, el transporte, las remesas y la recaudación fiscal, su industria textil, que representa alrededor del 90% de las exportaciones totales del país y genera el mayor número de empleos formales del sector privado, tuvo una caída de 16% en la producción entre 2019-2020.

De los deteriorados servicios de salud, mejor ni hablamos, prácticamente se ha dejado de brindar atención a otras enfermedades para centrarse en los pacientes con covid-19, y en educación, 4 millones de niños no han asistido a la escuela en más de un año y medio, y no sólo eso, se les ha brindado apoyo limitado de restauración en la escuela, indispensable para su crecimiento.

Si bien la ayuda internacional en la década pasada ha sido fundamental para que este país logre avances en la prestación de servicios básicos de educación y salud, infraestructura, generación de empleo y la lucha contra enfermedades como el cólera, entre otros, la persistente inestabilidad política y los disturbios sociales obstaculizan los esfuerzos condenándolo siempre a un ciclo de fragilidad. Según la EPNU, en este 2021 el deterioro de la situación humanitaria en Haití se agudizó y el número de personas en necesidad de ayuda humanitaria se estima en 4,4 millones, casi el 40% de la población.

Después de más de diez años de inyectarle apoyo al país y verlo de nueva cuenta al borde del precipicio, es importante que la comunidad internacional comprometida con Haití se replantee y reflexione ¿Qué se ha hecho mal y qué se tiene que corregir? De nada sirve brindar un apoyo que será consumido sin una directriz y sin un propósito a largo plazo.

En este replanteamiento de acciones es necesario escuchar a las voces internacionales que condenan la parálisis política del gobierno haitiano y piden que se deba condicionar la ayuda a Haití, a cambio de que sus líderes se comprometan realmente a reformar las instituciones de su país y que prevalezca un Estado de derecho, de lo contrario el apoyo seguirá yéndose a un barril sin fondo.

Sin duda, la ayuda humanitaria no puede detenerse en las actuales condiciones que padece el país, pero parte de esos esfuerzos internacionales deberán centrarse cuanto antes en la exigencia de la sociedad civil haitiana de construir un Estado que sobreviva a cualquier líder político o catástrofe natural.

Al llegar como presidente de Haití en 2017, Jovenel Moïse llamó a la juventud, exiliados y profesionistas haitianos a “ayudar a poner al país de pie, porque Haití está de rodillas”. Después de cuatro años, sigue de rodillas, esperemos un día hablar de Haití sin que nos evoque sus peores demonios y nos haga pensar en desarrollo, equidad, seguridad, democracia y, sobre todo, en el paraíso caribeño que es.

 

ANECDOTARIUM
Quienes estuvimos en Haití en el marco de la cobertura del V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), que tuvo lugar el 26 de abril de 2013, en Pétion-Ville, constatamos un país en ruinas y con muchas carencias después de tres años de ocurrido el terremoto de 2010. El llamado a la comunidad internacional para que se continuara con los programas de asistencia humanitaria y de reconstrucción económica en favor de Haití fue unánime por los presidentes y primeros ministros participantes. El ánimo y entusiasmo de los haitianos para sonreírle y apostarle al futuro no decayó desde entonces, que así sea una y mil veces.