FERNANDO AGUIRRE RAMÍREZ / FRANCISCO, ¿EL PRÓXIMO PAPA EMÉRITO? #Domingueando @feraguirrermz

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Con la muerte del sumo pontífice 265 de la Iglesia Católica Romana, Benedicto XVI, el Vaticano cierra un capítulo en su historia moderna en la que convivieron por casi diez años dos Papas y, además, en un hecho inédito, fuimos testigos que, por primera vez, un Pontífice en funciones presidió los funerales de su antecesor.

Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa americano jesuita, celebrará el próximo 13 de marzo diez años de su elección como sucesor de San Pedro. Con 86 años de vida recién cumplidos, al papa Francisco se le ha dejado ver en los últimos meses en un desmejorado estado de salud que nos hace reflexionar sobre su entrevista dada al periódico español ABC, en diciembre pasado, “…En caso de impedimento por cuestiones médicas o qué sé yo, acá está mi renuncia. Ya la tienen”.

No es la primera vez que el papa Francisco evoca una posible renuncia al frente de la Iglesia católica por razones de salud, también en julio del año pasado en un vuelo de Canadá a Roma reconoció ante los reporteros de la fuente papal que a su edad y con las limitaciones físicas, tenía que “guardarse un poco para poder servir a la Iglesia o, por el contrario, pensar en la posibilidad de dar un paso al costado”.

Una renuncia al pontificado marcaría nuevamente un hito histórico en esta institución por el hecho de que, consecutivamente dos Papas lo hicieran y quizás esto perfilaría una tendencia entre los pontífices de las próximas generaciones, el de servir a la Iglesia hasta que su salud lo permita y no morirse al frente de ella como acostumbradamente sucedía.

En un contexto mundial de constante evolución en todos los sentidos, la Iglesia no parece aferrada a quedarse en lo obsoleto y esto habla de una apertura y modernización en el Vaticano sobre un tema, hasta cierto punto, tabú y que sólo había ocurrido por casos excepcionales en siglos pasados.

Y es que a pesar de estar permitido en el canon 332 del Código Derecho Canónico de 1983, no fue sino con la renuncia de Benedicto XVI que cambió la perspectiva de que, si no se encuentra física, psicológica y espiritualmente apto para continuar en el cargo, sería, incluso hasta una obligación del Papa el renunciar, y por qué no, también cuando se demuestre que hay alguna falta grave por algún delito cometido.

Joseph Ratzinger demostró que pueden convivir dos Papas, como sucede en las monarquías cuando se dan las abdicaciones de los reyes a los herederos de la corona, caso concreto el de España con Felipe VI y su padre el rey emérito, Juan Carlos I. La coexistencia de ambos parece no afectar, siempre y cuando el renunciante no se inmiscuya en los asuntos del actual.

Aun cuando la tentación para pasar a ser un Papa emérito es grande, una probable renuncia del sumo pontífice argentino no se avizora en un corto plazo. A pesar de su estado físico actual, nos da indicios que mantiene un estado de salud mental óptimo para continuar en el encargo, y él así lo comunica en sus homilías, audiencias de los miércoles y entrevistas a medios, en donde con su característico sentido del humor refiere que, “se gobierna con la cabeza y no con la rodilla”.

Antes de la conclusión del papado de Francisco, debiera dejarnos un legado más extenso en acciones, por ejemplo, nos falta verlo pisar suelo ucraniano y verdaderamente enarbolado en la bandera del cese de la guerra en ese país; lograr una conciliación entre los teólogos para que la presencia femenina en el Vaticano rinda frutos, se ha han dado pasos tímidos, pero falta consolidar el ocupar altos cargos; justicia para las víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia, una tarea difícil con muchos años a cuestas, pero que se tiene que atender por lo mucho que afecta a la institución.

Y por supuesto, debería dejar un estatuto bien definido sobre la figura del Papa emérito, algo que no se ha querido discutir y que podría ser en su propio beneficio.