FERNANDO AGUIRRE RAMÍREZ / GENERACIÓN COVID-19 #MartesDeColumnas @feraguirrermz
Por Fernando Aguirre
Estamos a unos días de terminar el 2020, un annus horribilis que quedará registrado en la historia de la humanidad como uno de los más trágicos que se tenga memoria. Sin lugar a dudas, la covid-19 vino a arrebatar vidas humanas, economía, salud, estabilidad y en cierta parte, nuestra libertad de movilidad al confinarnos.
La covid-19, además, revolucionó, en un abrir y cerrar de ojos, nuestra cotidianidad en la vida que va desde la forma en cómo nos interrelacionamos, el trabajo, la educación, el consumo, la cultura y entretenimiento, por citar algunas. No fue una elección, tampoco hubo tiempo para la transición o la experimentación, fue un cambio que se implementó con sus aciertos y errores, los ajustes vinieron después con el correr del tiempo. Ciertamente, ningún gobierno ni nadie estaba preparado para ello.
Después de que superemos este episodio, algunos cambios que trajo consigo la covid-19 quedarán y se integrarán a nuestra nueva normalidad, y entonces sí, quienes vivimos un antes y un después de la pandemia estaremos en condiciones de valorar lo que ganamos y lo que perdimos y, con ello, podremos ufanarnos en decir, “en mis tiempos era mejor esto o aquello”.
Cuarentena, distanciamiento social, home office, webinar, videoconferencias, telemedicina, cubrebocas, networking digital, medidas higiénicas, compras en línea, confinamiento, pandemia y cultura virtual, son algunas de las palabras con las que hemos aprendido a convivir en los últimos meses y cada una de ellas tiene una significación en el día a día.
En las relaciones interpersonales la pandemia trajo un aumento en los casos de divorcio y violencia intrafamiliar, pero en otros, hubo reforzamiento de la relación familiar y se estrechó la convivencia entre padres e hijos, la cual casi siempre se ve afectada por el desempeño profesional del tutor. Otro cambio radical fue en el contacto afectivo, somos una cultura acostumbrada a los besos y abrazos, ahora nos queda limitarnos.
La educación es otra de las actividades que sufrió cambios drásticos en su implementación en este periodo, la escuela a distancia en sus inicios obligó al alumnado y profesores a una dinámica donde prevaleció la inexperiencia; posteriormente se perfeccionaron estrategias, programas y alcances. Sin embargo, no todos tienen acceso a internet ni esta nueva modalidad les permite lograr educarse como sí lo es de forma presencial, los efectos que esto genera en la adquisición de conocimientos, pero también en la relación social de los alumnos, que es parte de su desarrollo, se sabrán más adelante. Sin dudarlo considero que habrá retrocesos, no hay nada como una clase en el aula y la interacción que en ella se desenvuelve.
En lo laboral, aprendimos que el teletrabajo —home office o trabajo a distancia— se volvió una herramienta fundamental para mantener a flote nuestras fuentes de trabajo, algunas no permiten esta opción, pero las que sí, trajo consigo beneficios y ahorros para ambas partes. La parte negativa de esta nueva forma de trabajo trae consigo la revaloración de los puestos de trabajo que son necesarios y los que son prescindibles.
El consumo se vio exponenciado a través del comercio en línea. Las empresas que ofrecen estos servicios se vieron beneficiadas con esta nueva dinámica de compra que, si bien no es nueva se revolucionó en estos meses con gran éxito y llegó para quedarse. La entrega a domicilio que ofrecen varias aplicaciones también se popularizó y permitió en esta época disminuir la afluencia en más calles y el resguardo de las personas en sus domicilios.
Videoconferencias, webinars y networking digital, entre otros, se insertaron en nuestras actividades profesionales y personales durante la pandemia, evidentemente estas opciones tienen la ventaja de tomar una reunión en cualquier momento y desde donde sea, pero no tienen la calidez humana de hacerlas en vivo y tener espacio para el diálogo, el intercambio formal y la reflexión de ideas.
En el campo de la salud también se dieron consultas por internet, fue tal la saturación de hospitales por el tema de la covid-19 que muchos de ellos optaron por atender a sus pacientes a distancia (telemedicina). Por prevención para contagiarse o comodidad resulta una excelente opción para los pacientes, sin embargo, la auscultación médica siempre será necesaria.
La cultura y el entretenimiento no se quedaron atrás, todos se adentraron al mundo del internet para sobrevivir. Los conciertos virtuales, museos interactivos, exposiciones, entre otras actividades se hicieron presentes en nuestras vidas.
Aquellos nacidos en la generación covid-19 y los que sobrevivimos estamos ya rodeados por cubrebocas, en un mundo donde los besos y saludos fraternos no están permitidos, donde a un familiar o amigo se le recibe y se le despide a la distancia; a los muertos se les dice adiós en la soledad y lejanía, sin espacio para la solemnidad, donde la expresión de los ojos dice más que una sonrisa o mueca cubierta por el cubrebocas, donde el libre movimiento y libertad de ir a algún lado está limitado a permanecer en un espacio físico determinado. Con tan sólo estos ejemplos, yo puedo decir que sin lugar a dudas, antes “en mis tiempos todo era mejor”.
ANECDOTARIUM
El 1º de marzo de 2012, Enrique Peña Nieto y Aristóteles Sandoval Díaz abrían campaña en la Plaza de la Liberación en la capital tapatía; uno en búsqueda de la Presidencia de la República y, otro, la gubernatura del estado. Ahí se firmó el primer compromiso de campaña que apostaba por recuperar la paz y libertad de los mexicanos, a través de replantear la estrategia nacional de seguridad para devolver el orden y la tranquilidad. Ocho años después, Sandoval Díaz sería asesinado, q.e.p.d.