FERNANDO AGUIRRE RAMÍREZ / LOS DÍAS CONTADOS DE FRANCO #MartesDeColumnas @feraguirrermz

FERNANDO AGUIRRE RAMÍREZ, NACIONAL, POLÍTICA

Fernando Aguirre

Los claroscuros de quienes se perpetúan en el poder siempre dejan huellas imborrables entre sus seguidores y detractores. En México, por ejemplo, a más de cien años, las pasiones no se han calmado, siguen a flor de piel y la figura de Porfirio Díaz, quien gobernó por casi 31 años, sigue siendo tan controvertida entre quienes lo consideran héroe o un tirano dictador.

La mayoría de los países latinoamericanos han sido tierra fértil para la implantación y vivir bajo el yugo de gobiernos patriarcales en donde sobresalen figuras como Fidel Castro, Hugo Chávez, Augusto Pinochet, Anastasio Somoza, Daniel Ortega, entre otros. Todos ellos han marcado de una u otra forma, a sus pueblos y, por supuesto, las futuras generaciones habrán o no de absolverlos en la historia.

Hoy, España nos recuerda que, a casi 43 años de sacudirse un gobierno dictatorial que la dominó por cuatro décadas, aún vive atrapada en la encrucijada entorno a la figura de Francisco Franco Bahamonde. En recientes fechas, la opinión pública española vive dividida y en acalorada discusión por la inminente exhumación de los restos de Franco del complejo monumental donde reposan, conocido como el Valle los Caídos.

Esta iniciativa que parece tomar forma y concretarse en el gobierno de Pedro Sánchez tiene sus antecedentes en la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007 bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, y con la cual, se reconocía y ampliaban los derechos de quienes padecieron en todas sus formas la Guerra Civil y la dictadura.

La justificación jurídica que el actual gobierno español busca darle a su propuesta para la aprobación social y política, a pesar del tamaño de herida que se pretende abrir, se sustenta en el supuesto de que los restos mortales de Francisco Franco se encuentran en un recinto dedicado para las víctimas, esto provoca el incumplimiento del mandato legal existente
desde 2007 de la no la exaltación del franquismo y de sólo rendir tributo a los agraviados de esos años difíciles.

Bajo lo que muchos consideran una provocación innecesaria y sólo un artificio electorero de Sánchez, el decreto de ley para exhumar los restos de Franco llegará al Congreso de los diputados esta semana, y se prevé que cuente con algunas resistencias de representantes del PP y Ciudadanos, pero, muy seguramente, será apoyada con el respaldo mayoritario del resto de la Cámara.

A partir de ahí, la familia de Franco contará con 15 días para ampararse y decidir sobre el destino de los restos de su consanguíneo. Si no fuera el caso, el gobierno español decidirá por ellos y así, si todo sale a pedir de boca, Pedro Sánchez podría ver coronada su audaz y controvertida iniciativa retirando el cuerpo de Franco de la Basílica del Valle de los Caídos a finales de este año.

En todo este entramado de la exhumación, curiosamente la Iglesia católica y la corona española, quienes más se vieron favorecidas por Franco, no se han pronunciado al respecto. No olvidemos que en la dictadura franquista el catolicismo fue defendido a capa y espada, volvió a vivir un periodo de gloria en aquel país, tal y como lo fue durante la conquista española. Los seguidores de Franco, se muestran sorprendidos por el desdén que ha mostrado la Iglesia al tema y que, de exhumarse los restos, se estaría consumando una profanación de una sepultura en un lugar de culto. ¿La Iglesia le dará la espalda al fervoroso y defensor católico Francisco Franco?

Por otra parte, la Casa Real de España guarda un silencio sepulcral sobre el tema para quien los legitimara en el reinado. Fue Franco cuando a finales de 1975 preparando su transición “democrática” restauró la monarquía imponiendo a Juan Carlos I sobre su padre don Juan de Borbón, con lo cual le dio protección al reinado del padre del actual rey de España.

En épocas cuando la prioridad de una sociedad moderna son otras preocupaciones, qué tanto es conveniente escudriñar en un pasado doloroso para satisfacción de algunos que conlleve a la división innecesaria y reabrir el dolor para muchos. La historia, definitivamente, está ahí para recordarnos los buenos y malos episodios de una nación, pero debe ser superada y ser un referente para que las nuevas generaciones no cometan los errores del pasado. Los muertos que bien que mal reposan, los vivos vivamos el presente e incidamos para un mejor futuro.

*Esta columna se publica todos los martes en www.excelsior.com.mx

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