FERNANDO AGUIRRE RAMÍREZ / MACRON AGUÓ LA FIESTA DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS PARÍS 2024 #MartesDeColumnas @feraguirrermz en www.excelsior.com.mx

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

La conformación y control del Poder Legislativo no sólo quita el sueño a los gobernantes y partidos políticos mexicanos, también en otros países donde se vive y respira una democracia plena. Conseguir el apoyo de la sociedad para lograr una mayoría arrolladora en el parlamentario que permita al gobernante, tener carta blanca para ejercer a plenitud su poder, sin contrapesos y salir del impasse en el que, quizá, se encuentre un gobierno, es el sueño ideal de muchos, Hoy, es el de Emmanuel Macron, presidente de Francia.

En un desafortunado arranque de histeria política, porque no se puede entender de otra forma, el presidente galo decidió disolver la Asamblea Nacional y llamar a nuevas elecciones lo más pronto posible, tras la victoria de la extrema derecha en las pasadas elecciones europeas. Lo que pasó después ha sido una bola de nieve que no se detiene con nada, pues lejos de conseguir el ansiado respaldo popular sobre el futuro legislativo, parece ser que se confirma que la sociedad francesa quiere un cambio y esta vez radical, sea la extrema derecha o la extrema izquierda, no hay puntos medios.

Por todas las vías posibles, Macron ha intentado, desde su gran trinchera y exposición mediática —que no es menor—, tratar de convencer al electorado para que su partido tenga esperanzas de alcanzar una mayoría. Pero ni exaltando los riesgos que conllevan las fuerzas políticas opositoras ni diciendo que Francia estará al borde de una “guerra civil” si ganan sus adversarios y ni contando con el apoyo de estrellas del futbol como Kylian Mbappé, intelectuales, famosos y otros que han salido a defender la posición centroderecha, ha logrado permear la idea de la continuación política de la mano de su partido.

Las recientes encuestas presentadas por medios de comunicación y agencias coinciden que la intención de voto de los franceses parece encaminada en otorgarle al recién renombrado partido de la extrema derecha Reagrupamiento Nacional, un promedio de entre 34-36%; a la coalición de partidos que forman la extrema izquierda bajo el denominado Nuevo Frente Popular, entre 28-30%; y la coalición de partidos de centroderecha que apoyan al presidente francés, Juntos por la República, 19-20 por ciento.

De concretarse esta tendencia en la primera y segunda vuelta electoral, de este 30 de junio y 7 de julio, Emmanuel Macron tendrá que cohabitar políticamente con un Jordan Bardella de la ultraderecha u Olivier Faure de la extrema izquierda, que claramente no comparten su visión política. De ser así, el presidente se limitará a temas internacionales y de defensa; y la política interna será manejada por un extremista.

Que a nadie sorprenda próximamente la metamorfosis de una Francia en su versión radical, empezando con una rigurosa política migratoria que busque restablecer los controles fronterizos nacionales, expulsar delincuentes extranjeros y restringir la libre circulación de personas dentro del espacio Schengen; ofrecer un apoyo más decidido a Ucrania —que se aplaude—, pero también a favor de Israel y su guerra en Gaza; dar prioridad a la salud, apoyar a la agricultura y el poder de compra, así como hacer respetar la voz de los franceses en el mundo, que los ultraderechistas creen difuminada.

En contra parte, un primer ministro de extrema izquierda ofrece fronteras abiertas a la migración internacional no sólo para Francia, sino en toda la zona europea, proponer un pacto europeo para el clima y la emergencia social, una reforma de la política agrícola común; imponer a los más ricos a escala europea el aumento de impuesto y aumentar las ayudas sociales, que no son pocas en el país, así como reconocer a un estado Palestino.

Las extremas derecha e izquierda capitalizaron el descontento popular, supieron entender y endulzar el oído a los franceses con lo que querían escuchar. Macron corre el riesgo de pasar días grises en su carrera política en medio de una tormenta que él mismo creó. ¿Nadie lo previno que era mejor disfrutar un mes de julio en medio de la algarabía de los Juegos Olímpicos de París 2024?