FRANCISCO ABRE EL VATICANO Y COMPARTE LA MESA CON MIL 500 POBRES

INTERNACIONAL

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ

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CIUDAD DEL VATICANO, ITALIA.- Un Vaticano de puertas abiertas. Para los pobres, los desposeídos y los más necesitados. No sólo de Roma, sino también de otros países europeos. Mil 500 de ellos compartieron hoy el almuerzo con el Papa en el Aula Pablo VI, el más grande auditorio de la Santa Sede. Degustaron albóndigas y polenta. Pero, sobre todo, disfrutaron de la compañía de Francisco. Porque, como dijo uno de los organizadores de la manifestación, “no se trata sólo de darles de comer… sino de comer con ellos”.

Tras celebrar la misa, para más de cuatro mil personas en la Basílica de San Pedro, y de bendecir a una multitud con la oración mariana del Angelus, el pontífice se dirigió hasta la sala donde ya lo esperaban los comensales. Distribuidos en decenas de mesas redondas, cual banquete nupcial. En medio, una gran mesa rectangular esperaba al Papa.

A su ingreso, los presentes aplaudieron entusiastas. Entre selfies espontáneos, abrazos y saludos emocionados, Jorge Mario Bergoglio llegó a su lugar. Desde allí dirigió unas palabras improvisadas. Tomó el micrófono, saludó a todos y les agradeció su presencia.

“Vamos a compartir el almuerzo deseándonos lo mejor los unos a los otros. Ahora vamos a rezar a Dios para que bendiga esta comida y aquellos que la han preparado, bendiga todos nosotros, nuestros corazones, nuestras familias, nuestros deseos, nuestras vidas. Que nos de salud y fuerza. Amén”, dijo, hablando en italiano.

Luego, antes de sentarse, envió una bendición a todos los otros pobres que fueron recibidos, también este domingo, en comedores esparcidos por la capital italiana. “Roma está llena hoy. Un saludo especial y un aplauso a ellos”, pidió el Papa. Inmediatamente ocupó su lugar y comenzó a departir con quienes estaban a su lado.

Entonces comenzó el desfile de platillos de comida típica italiana. Unos 40 diáconos de la diócesis de Roma y 150 voluntarios de las parroquias de la ciudad sirvieron ñoquis sardos con tomate, aceitunas y queso, albóndigas con verduras, polenta y brócolis, de postre tiramisú, agua, refresco de naranja y café. Todo parte de un menú ofrecido por el restaurante “Al Pioppeto”.

Entre los invitados no sólo destacaron italianos sino también personas procedentes de País, Lyon, Nantes, Varsovia, Cracovia, Bruselas y otras localidades europeas. El momento fue amenizado por la banda de la Gendarmería Vaticana y el coro “Las dulces notas”, compuesto por niños de 5 a 14 años.

“Francisco habla mucho que hay que tocar la carne de Cristo. No es solamente darles de comer sino comer con ellos, es decir responder a la necesidad de compañía que también tienen. No es solamente el pan material sino también el pan espiritual. El Papa insiste que los pobres deben ser los primeros destinatarios de la evangelización, tenemos también que ofrecerles el evangelio”, explicó Alejandro Díaz, oficial del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, el organismo del Vaticano responsable de organizar la comida.

En entrevista con el Vatican Insider destacó que, con el almuerzo, el líder católico busca dejar en claro que el centro del mensaje cristiano es “estar pendiente del hermano” y “del que tiene más necesidad”. Señaló que, también, busca visibilizar las “muchísimas iniciativas de voluntariado y acción social que hay en todo el mundo” y sacar a la luz la labor de las personas que, en el silencio, se ocupan de ayudar a los pobres.

Destacó que, a la Jornada Mundial de los Pobres (creada por Francisco y que toda la Iglesia celebra este domingo) se han sumado “con entusiasmo” obispos y fieles en diversos países organizando iniciativas similares.

“Son muchas familias que han decidido acoger este llamado del santo padre y ayudar, invitando a algún pobre a almorzar, teniendo alguna acción de caridad para con el prójimo. Todo el magisterio, la vida del Papa Francisco cada día es una pequeña sacudida que nos invita a vivir radicalmente el evangelio de Jesús”, apuntó.
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