FRANCISCO: NO REDUZCAMOS LA IGLESIA A “MUNDANIDADES BUROCRÁTICAS”

@sacroporfano, COLUMNA, INTERNACIONAL

El Papa concluye su semana de ejercicios espirituales de Cuaresma y vuelve al Vaticano. Ninguna actividad pública prevista por la jornada mundial de oración por la paz, especialmente en Congo y Sudáfrica del Sur.

ANDRÉS BELTRAMO

El Papa abraza el sacerdote portugués José Tolentino Mendonça
El Papa abraza el sacerdote portugués José Tolentino Mendonça

CIUDAD DEL VATICANO.- La Iglesia no es una jaula para el espíritu santo. Por eso, no hay que empequeñecerla con “mundanidades burocráticas” o “momificándose”. Es el deseo del Papa al final de su semana de ejercicios espirituales de Cuaresma. Francisco concluyó el retiro espiritual con sus principales colaboradores de la Curia Romana este viernes 23 de febrero en la casa Divino Maestro de Ariccia, a 25 kilómetros al sur de Roma. Y volvió al Vaticano en autobús, con todos los demás.

Antes de despedirse, pronunció algunas palabras ante los presentes y dirigidas, en especial, al sacerdote portugués José Tolentino Mendonça, responsable de preparar las meditaciones diarias sobre las cuales reflexionaron cardenales, arzobispos y obispos. Siempre en la capilla de la casa religiosa, siempre con el Papa en medio de ellos. Casi escondido.

“Padre, quisiera agradecerle, a nombre de todos, por este acompañamiento de estos días, que hoy se extenderán con la jornada de oración y ayuno por Sudán del Sur, el Congo y también por la Siria”, afirmó Jorge Mario Bergoglio, en un discurso improvisado. Agradeció por haber hablado de la Iglesia, por haber hecho sentir la Iglesia y por haber “amonestado” para que no sea empequeñecida con las propias “mundanidades burocráticas”.

“Gracias por habernos recordado que la Iglesia no es una jaula para el espíritu santo, que el espíritu vuela también fuera y trabaja fuera. Y con las citas y las cosas que usted nos ha dicho que ha hecho ver como trabaja en los no creyentes, en los paganos, en las personas de otras confesiones religiosas: Es universal, es el espíritu de Dios, que es para todos”, precisó.

Aseguró que también en el tiempo actual existen “Cornelios”, “centuriones”, “guardianes de las cárceles de Pedro”, personas que viven una búsqueda interior o también saben distinguir cuando existe algo que les llama.

“Gracias por esta llamada a abrirnos sin miedo, sin rigidez, para ser suaves en el espíritu y no momificados en nuestras estructuras que se cierran. Gracias padre. Y continúe rezando por nosotros. Como decía la madre superiora a las hermanas: ‘¡Somos hombres!’, pecadores, todos. Gracias padre y que el señor lo bendiga”, indicó.

El hilo conductor de las reflexiones de esta semana fue el “elogio de la sed”, el tema elegido por Tolentino Mendonça. En su última meditación se detuvo en una escena evangélica fundamental en la vida y en la predicación de Jesús: el discurso de la montaña, donde el mesías lanza las beatitudes. “El autorretrato de Jesús, más exacto y fascinante”, explicó. Precisó que las beatitudes son más que una ley, representan una configuración de vida, una verdadera llamada existencial, diseñan el arte de ser, aquí y ahora, e indican el horizonte de plenitud escatológica hacia el cual tendemos.

Aseguró que son “la imagen” de Jesucristo que él, incesantemente, “nos revela e imprime en nuestros corazones”. Pero son también su retrato, “que nos debe servir de modelo en el proceso de transformación de nuestro mismo rostro”.

Sostuvo que Dios rescata las vidas de los seres humanos con un amor y una confianza incondicionales, con un “estupor encaminado a hacernos reiniciar, a arrancarnos del exilio en el cual hemos hecho caer nuestra vida”.

Insistió que ese es el método que sigue el señor y, ante esto, no puede bastar un “cristianismo de supervivencia, ni un cristianismo de manutención”. “Un verdadero creyente, una comunidad creyente, no puede vivir sólo de mantenimiento: necesita un alma joven y enamorada, se nutre de la alegría de la búsqueda y del descubrimiento, arriesga la hospitalidad de la palabra de Dios en la vida concreta, parte al encuentro con los hermanos en el presente y en el futuro, vive en el diálogo confiado y escondido de la oración”, ponderó.

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