GHISLAINE MAXWELL, LA FACILITADORA DE EPSTEIN, SENTENCIADA / FABIOLA DÍAZ DE LEÓN, ESCUELA DE SEÑORITAS @escdesenoritas #JuevesDeMasColumnas
Ha tomado años que las mujeres que señalaron haber sido abusadas sexualmente durante su minoría de edad por el fallecido Jeffrey Epstein consigan sentenciar a sus agresores. Ghislaine Maxwell fue la pareja de Epstein, y un eslabón fundamental en que tuviera acceso a mujeres menores de edad para sus fines sexuales. Pasará el resto de su vida encarcelada.
La reflexión no es la culpabilidad o inocencia de la acaudalada británica sino el papel que juega la mujer en las cadenas de explotación sexual a favor de los pederastas. La desigualdad económica entre los géneros puede ser un factor de importancia cuando revisamos los casos donde, invariablemente, hay complicidad en las cadenas de tráfico sexual y abuso a menores por parte de mujeres.
Madres que venden a sus hijas e hijos, hermanas, amigas, compañeras de escuela… siempre hay dinero o beneficios involucrados para las facilitadoras. Incluso en círculos cerrados como es la familia, los abusos son solapados por mujeres que a lo menos guardan silencio o minimizan el impacto de las agresiones. Probablemente porque ellas vengan de antecedentes semejantes, lo que tampoco es ninguna excusa.
Podemos encontrar la existencia del abuso sexual a menores en la historia, en las artes, en las hemerotecas y en los archivos judiciales de cualquier país con o menor incidencia. La realidad es que el uso sexual de menores de edad ha sido una constante en la historia de la humanidad y se lucha contra una hidra que por cada cabeza que se corta brotan dos más. La verdad es que son relaciones donde no son la pasión ni el deseo incontrolable por el menor lo que es detonante sino el total control, el uso y abuso de poder y la impunidad lo que destacan en estas situaciones.
La sentencia de la cómplice principal de Epstein no es cosa menor, una mujer acaudalada, nacida y que había vivido en un mundo de privilegios que dedicó años de su vida a cumplir los caprichos sexuales de su pareja, incluso participando en ellos, de abusar hasta cientos de veces de adolescentes menos privilegiadas con promesas y dinero del que ellas carecían.
Epstein y Maxwell sobresalen porque son la crema y nata de la sociedad que representan el tráfico sexual de menores y muchos cargos más, pero en el día a día de la gente común y corriente, y en todas las clases sociales y entornos, se mantiene la constante del uso de menores para gratificación sexual de hombres, y algunas mujeres, sin que la justicia llegue nunca a actuar a favor de las y los menores.
Romper el silencio es una deuda histórica que tenemos con las infancias y las adolescencias. Terminar con la cultura de violación, educar conforme a los marcos legales vigentes tanto a hombres como a mujeres es apenas el primer paso para reducir el alcance de la pederastia.