GUADALUPE LOAEZA, LA GLORIA TREVI DE LAS LETRAS
*.- No obstante padecer cáncer de hígado, sorprende por su entusiasmo y amor a la vida.
Por: Edmundo Cázarez C
-Primera de dos partes-
Conversar con Guadalupe Loaeza Tovar, la destacada escritora y periodista, autora de más de 45 títulos, después del enorme éxito logrado con la publicación de “Las Niñas Bien de Polanco”, la verdad es que resulta un verdadero agasajo y enorme satisfacción. Una mujer fuera de serie. Orgullosamente mexicana. Directa y clara en cada una de sus afirmaciones, sin temor a nada, como ella misma se autodefine: Guadalupe Loaeza es la Gloria Trevi de las letras, acostumbrada actuar, hablar y escribir totalmente independiente, liberal y sin pelos en la lengua
En entrevista exclusiva para EL UNIVERSAL, no obstante padecer cáncer de hígado, sorprende por su entusiasmo y amor a la vida. Con total entereza y madurez sostiene: “Como nunca, hoy, vivo mi presente con toda la intensidad y veo las cosas con alegría. Hace poco más de un año, desafortunadamente, me diagnosticaron cáncer de hígado, eso, ha venido a cambiarme la perspectiva de las cosas completamente… ¡porque todo te cambia!! Se te acaba el tiempo, pero no solamente eso, sino que, también, las relaciones humanas. ¡Gulp!, es que, en un abrir y cerrar de ojos se te va la vida. La verdad, es que sentí que el mundo se me venía encima.
Con sorprendente fuerza de voluntad y emociones desbordadas subraya: “Es que cuando me dijeron que tenía cáncer, me dio un vuelco la cabeza y la conciencia. A mis 77 años de edad, que acabo de cumplir el pasado viernes 12 de agosto, estoy en pleno proceso de creación. Acabo de terminar una novela que ya entregué a Editorial Océano para su publicación. Eso, me tiene muy contenta por dentro y no me permite, para nada, tirarme al piso”
Asimismo, reconoce que, aunque no posee un título académico universitario, sí, cuenta con uno que le ha otorgado la Universidad de la vida, mismo que le ha permitido atesorar un gran cúmulo de experiencia y conocimientos.
Con una intensa actividad literaria y periodística, recuerda que ya lleva poco más de 35 años como escritora y otros más como colaboradora de diversos periódicos, revistas y sus constantes intervenciones en programas radiofónicos o televisivos, abordando muy diversos temas de interés, lo que le ha permitido convertirse en una figura pública. Que mujer tan extraordinaria. No se da por vencida, Lo mismo escribe libros, ensayos, dicta conferencias en universidades e institutos de educación superior. Dos veces a la semana escribe una columna en un diario, además, tiene a su cargo la conducción de un programa de televisión a través de la señal de Canal 34 Mexiquense.
Reitera que siempre se ha mantenido ocupada, pero también, se siente mucho muy preocupada por todo lo que pasa en el país con hechos de violencia y una terrible inseguridad. La creadora de “Las Niñas Bien”, libro que la llevó a la fama, acepta que ya no es ni tan niña, pero tampoco, “Una Niña Bien”.
Entrevistada en su casa, ubicada al poniente de la Ciudad de México, acompañada por su esposo, nos recibe en una hermosa y amplia sala/galería, en donde destacan infinidad de pinturas y cuadros, así como un gran número de fotografías que dan testimonio de su extensa trayectoria literaria y periodística.
Antes de iniciar la entrevista, como si fuera una niña que presume sus juguetes, nos contagia su emoción al sentirse feliz porque fue a comprar su pastel de cumpleaños, y es que, enfatiza, la van a festejar sus hijos y nietos. Impresiona su vitalidad y lucidez. En una carrera a la parte alta de su casa, va por un abrigo, así como una enorme y vistosa bufanda porque dice sentir un poco de frio. Su caminar es totalmente erguido. En ningún momento se le ve apesadumbrada por el cáncer que le fue detectado.
Elegante en el vestir, nos pide unos minutos para darse “una manita de gato” para aparecer más presentable en las fotos y video de la entrevista a cargo de mis compañeros Javier Arturo Cisneros y Samantha Monserrat Adorno Domínguez, indicándoles que, si así lo desean, pueden encender todas las luces que requieran. Dando muestras de ser una excelente anfitriona, añade: ¿Muchachos, les puedo ofrecer un café o un refresco?
-Señora Loaeza, antes que nada, quiero decirle que me da mucho gusto volver estar con usted, recuerdo que la primera vez fue en su casa de Polanco, allá por 1999…
-Mientras se daba la “manita de gato”, aplicándose un poco de maquillaje en la cara y acomodándose su entrecano cabello para lucir más guapa en las fotos que servirán para ilustrar la entrevista, enfatiza: “¡Vaya que ha pasado mucho tiempo!! ¿De verdad, nos vimos en Polanco…?”
-¿Sí, lo recuerdo perfectamente, fue una entrevista que se publicó en los diarios que integraban la desaparecida Organización Editorial Mexicana? Luego, me recibió en su casa de la colonia Roma y hasta tuvo a bien invitarme a desayunar con usted…
-Ja, ja, ja, pues a mí me parece como si hubiera sido la semana pasada, porque usted, déjeme decirle, no ha cambiado mucho físicamente… ¡sigue igualito!! Para que veas lo mucho que se le quiere y se le admira por su entrega a esta bendita profesión del periodismo, y vaya que te lo digo yo.
-Al término de su rápido maquillaje me dice… “¡Ya estoy lista, cuando usted me diga empezamos…!!”
-¿Cómo le va en la vida a la destacada autora del éxito literario “Las Niñas bien de Polanco”?
-Me va muy bien porque tanto mi marido, mis hijos, mis seis nietos y yo, estamos bien.
-¿A lo mero macho, la va bien con todo lo que nos está pasando?
-Vaya, vaya… ¿En ese tenor girará toda la entrevista? –Me cuestiona y continúa- “Nunca falta el “prietito” en el arroz. Bueno, pues déjeme decirle que, dentro del contexto nacional, que, por cierto, no es nada halagüeño como quisiéramos, vivimos momentos sumamente difíciles por lo que nos dejó la pandemia y hasta políticamente hablando con este monstruo atrincherado en Palacio Nacional…
-¿Usted, cómo se encuentra de salud?
-De pronto, su rostro refleja un dejo de preocupación. Con la voz entrecortada me confiesa: “Hace poco más de un año, desafortunadamente, me diagnosticaron un cáncer, entonces, eso, ha venido a cambiarme la perspectiva de las cosas de forma completamente notable… ¡porque todo cambia…!!
-Uff, cómo lo lamento, indiscutiblemente, es una mujer muy fuerte…
-¡Qué caballero es usted, don Edmundo!! Todo cambia cuando te dicen que tienes cáncer en el hígado. Se te acaba el tiempo, pero no solamente eso, sino que también las relaciones humanas.
-Cuando los médicos le dieron esa triste noticia ¿Sintió que el mundo se le derrumbaba?
-No obstante que trataba de hacerse la fuerte y demostrar absoluta entereza, se le hace un nudo en la garganta, de inmediato, sus ojos se tornan un tanto rojizos y con cierto esfuerzo expresa: “¡Gulp!, es que, en un abrir y cerrar de ojos se te va la vida. Sí, la verdad es que sí, sentí que el mundo se me venía encima…”
-¿Sintió morirse en ese momento?
-Para qué le digo que no Edmundo, ya no entendía bien a bien, el paso del tiempo. En mi mente, vi esfumarse mi vida así, en un segundo. Pensé inmediatamente en mis hijos y en mis seis nietos…
-Usted ha demostrado ser una mujer muy tenaz e incansable, escribiendo sus novelas, artículos en periódicos y revistas, así como conferencias que le invitan dictar en muchas partes del país ¿A lo mero macho, se resistía tener que tirar la toalla?
-Es que me dio un vuelco la cabeza y la conciencia… A mis 77 años de edad, que cumplo este 12 de agosto, estoy en pleno proceso de creación. Acabo de terminar una novela, la cual, ya entregué a Editorial Océano para su publicación.
-¡Guau!!, no le digo, usted no puede darse por vencida…
-En efecto, eso me tiene muy contenta por dentro, no me permite, para nada, tirarme al piso…
-…Pero un cáncer es un cáncer…
-Pues sí, es una enfermedad que te llega de manera definitiva, Vamos, se te mueve el piso terriblemente.
-Entonces ¿Qué fue lo que cambio en usted?
-Empiezas por vivir el presente de otra manera e inexplicablemente, te relaciones de forma distinta con los demás.
-¿Cómo le hizo para sacar esa fuerza que veo en usted y que me tiene impresionado?
-Simplemente, vivir el presente con muchísimo más optimismo y mucha intensidad…
-¿Cómo si fuera el último día de su vida…?
-¡Exacto!! Oiga don Edmundo, ¿estudio usted algo de sicología? Me impresiona su astucia y cómo se adelanta a mis respuestas. Hoy, vivo mi presente con toda la intensidad que pueda y veo las cosas con alegría…
-¿Nada te llevarás cuando te vayas…?
-¡Ahh!!, esa, es una hermosa canción de Napoleón. Es que debo estar muy alerta, aprender y leer mucho más… De pronto, discretamente, con su mano derecha, se limpia un par de lágrimas que se asoman en sus ojos…
-¿Se siente bien?
-Vaya que ha tocado fibras muy sensibles en una mujer que aún no procesa el embate de un terrible padecimiento como es el cáncer…
-¡Arriba corazones!!
-Ahora, disfruto cada instante que estoy al lado de mi marido, por supuesto, así como con mis hijos y nietos, pero, sobre todo, estoy aprendiendo apreciar las cosas que antes consideraba un tanto superfluas…
-¿Como cuáles?
-Ver la magnificencia de la naturaleza. Ahora, en compañía de mis hijos y mi marido, salgo a caminar por el parque. No hay nada como descubrir qué hay más allá de las copas de los árboles.
-A lo mero macho ¿Qué es eso que inquieta a Guadalupe Loaeza?
-¡No le digo…!! Me inquieta mucho ya no poder viajar como lo hacia antes, pero, por otro lado, sé perfectamente que estoy en muy buenas manos de una oncóloga mucho muy joven, la doctora Mayté Bourlong, de origen francés que me detectó muy a tiempo cáncer.
-¿Ya lo erradicaron?
-No, es un tumor que lo mantienen encapsulado en el hígado…
-¡Puff!!, Dios es muy grande…
-Indudablemente, pero el hígado es un órgano mucho muy delicado de nuestro cuerpo. Eso me cambio la perspectiva de las cosas…
-De plano se dijo por dentro que ¿ya iba a tirar la toalla?, ¿Qué iba a colgar los tenis? y ¿Qué iba a chupar faros?
-Dentro de su dolor, deja escapar una carcajada. “ja, ja, ja. ¡Vaya, qué increíble es usted!!, me hace reír en un momento de crisis emocional. Aunque sé que le molestan los halagos… ¡Qué inteligente es don Edmundo!!
-A lo mero macho, perdón que lo subraye nuevamente ¿Se aterró todita?
-Es que, sin más ni más, sabía muy bien que me iba a morir…
-¿…Respiraba miedo?
-Lo que más me dolía, era ver totalmente tristes a mis hijos, mis nietos y a mi marido -Con un nudo en la garganta y con cierta dificultad para hablar, balbucea-: “Fue un momento tan fuerte, quizás, era un parteaguas en mi vida, saber que mis días están contados, ello, me obligó a relacionarme de otra manera.
-¿Un tanto más humana, sencilla y humilde?
-Veo a mis hijos y nietos muchísimo más cercanos a mí.
-A lo mero macho, Guadalupe Loaeza ¿Para qué estaba programada en la vida?
-Antes de responder, me observa fijamente. Suspira profundamente y se relaja en el cómodo sillón en el que se encuentra sentada, dando la impresión de acumular una paz interna. “Nunca me imaginé que me fueran anunciar una cosa tan definitiva en mi propia vida, vamos, tan importante, pero también, tan grave.
-¿El momento idóneo para hacer un rápido viaje a sus orígenes?
-De inmediato, a mi mente, me llegó la imagen que en mi casa éramos ocho hermanas y un varón.
-¿A cuántas ha visto partir?
-Nada más quedamos tres, bueno, a decir verdad, somos cuatro conmigo. Mi hermana Natalia, que es la mayor. Enriqueta, quien ocupaba el lugar número cinco entre los hermanos. Luego viene Soledad, que viene siendo de las menores, así es que somos cuatro los hermanos que quedamos, de esos nueve que formábamos la familia. -Súbitamente, se le vuelve a quebrar la voz, coyuntura que aprovecho para platicarle que cuando tenía 17 años de edad, entré a trabajar en Aeroméxico, precisamente, cuando su hermano Enrique fue director general de la aerolínea, en ese entonces, empresa paraestatal. Al escuchar mi relato, noto que algo la tranquiliza y me dice-: “Enrique era un hombre muy inteligente. Exageradamente culto porque leía como no tiene usted idea. Se la pasaba leyendo desde que era un niño de nueve años. Me lo encontraba sentado en las escaleras del edificio en donde vivíamos, leyendo todo el tiempo. Un pequeño lector voraz, pero también, era muy divertido y dueño de una memoria prodigiosa. Sabía absolutamente de todo, de cine, de arquitectura, de astronomía, de literatura, en fin. Luego, estudió la carrera de Derecho Aéreo y hasta se convirtió en catedrático en la UNAM.
-¿El consentido de todos al ser el único varón?
-Era muy especial en su trato. No le gustaba mucho que lo estuviéramos apapachando. Recuerdo que cuando cumplí mis 15 años, me regaló un libro que se llamaba “Derecho a la Felicidad” de Bertha Roosevelt. En fin, eso sí, era muy cariñoso con nosotras. Como hermano mayor, nos procuraba mucho.
-¿Con cuál de los hermanos se llevaba bien y con quien no?
-Con quien no pude congeniar mucho, fue con mi hermana Soledad, tenía un carácter fuertísimo. Una mujer admirable, muy inteligente, egresada del Colegio de México. Una gran académica, además, una politóloga valiosísima y de las muy pocas que existen en México. Volviendo a tu pregunta, me llevaba muy bien con Antonia, que era la segunda de los hermanos, “Toñita”, era mi cómplice en las travesuras y aventuras de infancia, eso sí, tenia un extraordinario sentido del humor, además, le encantaba hacer teatro. Era muy observadora y meticulosa. Una mujer completamente creativa y fue la encargada de abrirme los ojos en cuanto a ponerme a leer libros…
-¿Cuál fue ese primer libro que la atrapó?
-Sin lugar a dudas, Autobiografía Precoz de Simone de Beauvoir. También me encantaba leer poesías.
-Aparte de los libros, Guadalupe Loaeza en qué ocupaba su tiempo libre de niña/adolescente?
-Me hace una pregunta un tanto difícil de responder, porque durante esa etapa de mi vida, estuve viviendo en Francia y Canadá.
-¿La ventaja de tener un papá rico?
-No precisamente, sino que se conjuntaron muchos factores familiares que nos permitieron conocer el mundo, además, al factor inteligencia y cultural dentro del hogar, se les situaba en un altar. Me acuerdo que en la parte alta del comedor, se hallaba un enorme Diccionario Larousse…
-¿Un “tumba/burros” a la mano?
-Ja, ja, ja, lo dijo usted a la perfección. En la mínima duda que surgiera durante las conversaciones de sobremesa, ahí lo teníamos para consultarlo de inmediato.
-¿De qué platicaban con su papá? ¿Cuáles eran los temas más frecuentes de sobremesa?
-Mi papá nos hablaba mucho de Don Quijote de la Mancha, de Amado Nervo, de Rubén Darío. Mi padre era un vicioso consuetudinario de la lectura. Además, en mi casa, siempre había mucha gente, es decir, éramos nueve hijos, además, siempre había tres o cuatro amigos de mi hermano Enrique, amén de nuestras amigas. Así es que, a diario, se convertía en algo así como una feria familiar y con muchos temas de conversación.
-¿Cómo era su mamá?
-Dándole un pequeño sorbo a una diminuta y aromática taza de café exprés, con el rostro lleno de alegría y dibujando una ligera sonrisa exclama: “Que bonita entrevista” … ¡Me está deleitando la vida!! Mi mamá era muy chistosa y ocurrente…
-Su papá era el “ogro” de la casa?
-¡Nooo!!, sino que estaba muy metido en su papel de ser el hombre de la casa y era mucho más serio y ausente…
-¿Un tirano?
-No a tal grado, pero su simple presencia imponía algo así como mucho respeto. Vamos, lo que quiero decir, es que cada sobremesa era como una reunión familiar dominical…
-Que rico y divertido…
-La verdad es que sí, cuando hay muchas mujeres es más divertido…
-¿Mujeres juntas… ni difuntas?
-Ja, ja, ja, esa frase, a cada rato la decía mi papá… -Rascándose la frente con la mano derecha, se queda pensando y se pregunta ella misma-: “¿Mujeres juntas, ni difuntas? ¡Nooo!!, yo pienso que es al contrario, es decir, todo depende de la personalidad de cada quien…
-¿Cómo le hacían para ponerse de acuerdo con el tipo de música que quería escuchar cada una? ¿Se agarraban del chongo?
-¡Que bonita pregunta!! No, nuca nos agarramos del “chongo” ni nada por el estilo. A la mayor de mis hermanas le gustaba mucho la música de los tríos. A soledad, le gustaba la música de los años 40´s y temas de películas. A Natalia, le encantaba la música mística, es decir, le apasionaba la vida de los santos y religiones, sobre todo, era fiel seguidora de la vida de la Madre Teresa de Calcuta. Total, cada una de nosotras aportábamos algo al seno familiar para hacer mas placentera la convivencia.
-A lo mero macho, ¿Era una familia a toda madre?
-Ja, ja, ja. Digamos que una familia muy mexicana.
-No obstante que en su libro “Las Niñas Bien”, narra un poco de su infancia, quiero preguntarle algo que no tocó ahí… ¿En la escuela era muy aplicada, del montón o medio burrita?
-Me encanta esa astucia que tiene para meterse ya no hasta la cocina sino hasta la conciencia de sus entrevistados… Pero le diré que, al ser la séptima hija, como que ya no me hicieron mucho caso mis papás…
-No le dé más vueltas, ¿Cómo fue como estudiante?
-No fui una buena estudiante en la escuela, sino que fui demasiado traviesa, es más, quiero que sepa que estando en primero de secundaria, me corrieron de la escuela…
-A lo mero macho o me está dando el avión….
Ja, ja, ja… A lo mero macho, ¡me encanta esa frase!!
-Mejor dígame porqué la corrieron de la secundaria…
-Estando en un Colegio de Monjas, me corrieron porque era muy rebelde y bastantito burlona, además, porque confrontaba a las monjas.
-¿Monjas muy conservadoras?
-Uyy, en exceso…
-¿Conservadoras o neoliberales como dice YSQ…?
-Conservadoras sí, pero no sé si eran neoliberales, como dice el loco de Palacio Nacional… ja, ja, ja. Fíjese que eran unas monjas que habían traído de Francia, demasiado estrictas y rígidas, mientras que ahí me tenías echando desmadre con mis compañeras…
-¿Era la “manzana podrida”?
-Pues no a tal grado, pero sí, era la chamaca que quería llamar la atención, por lo mismo, no fui una buena estudiante, lo reconozco. Quien sí sacaba puros dieces de calificación, era mi hermana Soledad, quien siempre estuvo becada. Ahora, es una alta directiva del Colegio de México y que ha hecho una dura crítica hacia los libros de textos de los niños.
-¿Era la Gloria Trevi de las letras?
-Ja, ja, ja… ¡ni más, ni menos!! Me encantó la definición Guadalupe Loaeza, la Gloria Trevi de las letras… woooow
-Menos mal que lo acepta…
-Para que le digo que no, si, sí. Nunca estuve en la universidad.
-¿De verdad, no hizo ninguna carrera académica?
-Se dice… A lo mero macho -me corrige- No, académicamente no tuve esa preparación…
-¿Se arrepiente de ello?
-Antes de responder y propinándose un pequeño “sape” en la frente con la palma de su mano derecha me dice: “Por supuesto que me hubiera gustado. No es que me arrepienta del todo, sino que desde muy joven comencé a trabajar.
-Bueno, perder no es tan malo… Ahora, tiene un título de la Universidad de la Vida…
-¡Qué bonita definición acaba de hacer!! Woow “No es tan malo perder”, la voy anotar por ahí y espero que no me vaya a cobrar derechos de autor, ja, ja, ja.
-¿Qué tiene de especial la universidad de la vida, como le llama?
-La universidad de la vida, tiene algo que resulta mucho muy enriquecedor y me siento bendecida por todo lo que he aprendido.
-Lo vivido, ya nadie se lo quita…
-¡Exacto!!, como le decía, comencé a trabajar desde los 16 años de edad.
-¿Cuál fue ese primer empleo que tuvo?
-En una empresa alemana que se llamaba “Full Bester”, dedicada al fotocopiado. Luego, entré a trabajar como cajera en el desaparecido Banco Internacional que estaba en Paseo de la Reforma. Tiempo después, me dieron trabajo, como recepcionista, en el Consulado de la República de Uruguay en México. Después, me fui a vivir a Canadá durante año y medio para terminar viviendo en Paris, Francia, poco más de tres años y medio, eso sí, feliz de la vida…
-¿Oh, la, lá….?
-París era maravilloso y mágico. Ya no me quería regresar.
-¿Qué tenía París de mágico, para la Gloria Trevi de las letras?
-Mira, estuve hospedada en el departamento en donde vivía mi hermana Natalia y cuando nació su hija, comprendí que debería de dejar el espacio, aunque ella, no quería que me regresara a México, porque le ayudaba mucho con la bebé y el quehacer, la comida, en fin…
-¿Cómo era la vida de esa chica mexicana en París?
-A medida que avanzaba la entrevista, la preocupación de Guadalupe Loaeza por el padecimiento de su cáncer, desapareció por completo. No obstante, de sus enormes lentes con armazón de carey, detrás de los cristales, sus ojos azules, brillan intensamente. Su rostro es otro por completo e irradia felicidad. “Me acuerdo que tomaba el Metro con una sonrisa de oreja a oreja, para mí, estaba en el mejor transporte del mundo. A lo mero macho, era feliz en París… ja, ja, ja, me salió en verso…
-¿Por qué no hizo alguna carrera en la prestigiada universidad Sorbona de París?
-Aunque nunca me inscribí, me encantaba ir tanto a la Sorbona como a la Alianza Francesa y me dedicaba aprender el francés y leer muchos libros.
-¿Se ligó a uno que otro chamaco francesito?
-Ja, ja, ja, ya sabía que me ibas a preguntar eso. No se te va una… ¡Perdón!! ya te estoy “tuteando”, pero es que me inspiras mucha confianza y mira, me siento muy relajada y tranquila.
-Allá en París, ¿tuvo su primer novio?
-No, fue a los 14 años aquí en México.
-¿Qué tenía ese escuincle de especial?
-¡Uyy!!, para mí, contaba mucho que descendía de una familia porfiriana de “abolengo”, estaba muy guapo y varonil. Un chamaco morenito con mucho encanto.
-¿Qué le gustaba más ¿Un madurito “sabroso” o un escuincle “baboso”?
-Ja, ja, ja, esa no me la sabía. Iba a un club social que se llamaba Vanguardia, que estaba en la calle Mérida, en donde hoy, está un plantel de la UVM y que dirigía el padre Pérez del Valle, en donde muchos chicos iban hacer ejercicio.
-¿Amor a primera vista?
-¡No, que va!!, me acuerdo que cada vez que me aventaban un beso, alguien interponía la mano frente a mi cara, algo así como aquella famosa película italiana en donde no se permitían los besos.
-¿Recordar es volver a vivir?
-Usted me tiene embelesada con esta deliciosa charla, más que una entrevista periodística. ¡Que buen entrevistador es!!
-Le vuelvo a preguntar ¿Recordar es vivir?
-Me sentía muy contenta acudiendo a ese club, sobre todo, en tiempos de las posadas. Era un club muy de adolescentes.
-¿Por qué se han perdido las buenas costumbres?
-¡No lo sé!! Mi mamá era de Guadalajara y de familia muy tradicional, mientras que mi papá era de Oaxaca, muchísimo más liberal. Originario de Jamiltepec, en la mera costa oaxaqueña, descendiente de una familia totalmente juarista, inexplicablemente, la familia de mi mamá era muy porfirista…
-¿Una lucha de poder y de conflictos familiares?
-Sobre todo, en la casa de mis abuelos paternos. Es algo que nunca me lo pude explicar. Mis primos se apellidan Tovar y de Teresa, Rafael Tovar y de Teresa, mientras que yo soy Guadalupe Loaeza Tovar. Mi papá era un fiel admirador del general Felipe Ángeles…
-¿Al igual que YSQ?
-Pero mi papá lo traía en la sangre, ese señor lo hace de dientes para afuera y sin tener pleno conocimiento ni de lo que dice, mucho menos, de la historia de México.
-¿Virgen hasta el matrimonio?
-Sorprendida por la pregunta, su rostro se vuelve un tanto adusto… “¡Uff!!, vaya giro que le da a la charla. Mmm… ¿Me puede repetir la pregunta?”
-¿Virgen hasta el matrimonio?
-Totalmente pensativa, me observa detenidamente, con voz suave responde: “¡Santísima Virgen!!, Sí, porque eso fue lo que me inculcaron. Mi mamá nos decía una y otra vez… “¿Qué voy hacer con tantas mujeres?” y recalcaba que no nos fuéramos a convertir en novias de “camisón”
-¿De “camisón”?
-Sí, que mantuviéramos relaciones sexuales siendo novias. En ese sentido, era tan rígida y estricta, que dos de mis hermanas se comieron la “torta” antes del recreo. Son reacciones naturales de las mujeres en la adolescencia y dentro del seno de una familia muy guadalupana, yendo a Misa los domingos, comulgando.
-¿Eran muy “mochos”
-No, mi mamá no era tan “mocha”, de ninguna manera. ¡Noo!!, como tampoco mi papá, pero eran muy convencionales. Una típica familia mexicana de esa época.
-¿Muy flexibles?
-¡Eso es!!, me quitó la palabra de la boca, pero lo eran para ciertas cosas.
-¿Cuál fue su reacción cuando vieron que sus hijas habían dado su brazo a torcer?
-Se pusieron totalmente enérgicos para evitar que optaran por abortar. Fueron muy claro en su determinación: “En esta casa se tiene el bebé”, y así fue. Al hogar de los Loaeza T9ivar, llegaron dos hermosos bebés, una hermosa niña y un precioso nene. Mis padres fueron los abuelos más alcahuetes que hayan existido.
-Continuará-