HAY OBISPOS QUE VAN DE SOTANA PERO VIVEN UNA GRAN HIPOCRESÍA

COLUMNA, INTERNACIONAL

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ

CIUDAD DEL VATICANO.- La vestimenta no determina la mundanidad de un clérigo. Pueden existir obispos o sacerdotes siempre bien vestidos, con sotana y otros accesorios, pero que viven “una gran hipocresía”. Otros visten sencillo pero manifiestan un enorme amor a Dios. Es la distinción que hace el Papa Francisco en su más reciente libro-entrevista titulado “La fuerza de la vocación”, un diálogo con el sacerdote español Fernando Prado dedicado a la vida religiosa. El texto saldrá a la venta a nivel mundial y en varios idiomas el próximo 3 de diciembre.

 

Publicado por Editorial Claretiana, la casa que solía publicar los textos de Jorge Mario Bergoglio cuando era cardenal arzobispo de Buenos Aires, uno de los capítulos fue dedicado a la mundanidad y al clericalismo, dos aspectos de preocupación cotidiana del obispo de Roma. En una anticipación al Vatican Insider del contenido, Francisco responde si estos fenómenos son riesgos reales para la vida consagrada.

 

Al respecto, el Papa los calificó de las dos grandes testaciones que padece la Iglesia católica. Tentaciones, siguió, que llevan a la Iglesia a encerrarse en sí misma, la van enclaustrando hacia adentro, convirtiéndola en una Iglesia autorreferencial que se hace incapaz de ser fecunda. Y esta tentación también está en la vida consagrada.

 

“Lo mundano se te pega. Hace falta una ascesis grande, nacida del amor y de la contemplación de Jesús, para no sucumbir. Hay religiosos que, en el fondo, no saben si son consagrados o son laicos. No me refiero a los signos externos, al vestir. Eso es algo relativo. Puede ser y puede no ser. Hay curas, y también obispos, que van con la sotana y, sin embargo, viven en una gran hipocresía, porque, en el fondo, tienen un corazón mundano. Otros clérigos visten sencillo, incluso sin ropa clerical, y tienen un amor a Jesús bien grande. Todo depende. Yo creo que el signo, sin duda, hace bien, pero no me agarro a ello. Hay que ver cada caso. Uno puede llevar un hábito o una ropa clerical y ser mundano”, explicó.

 

Para ilustrar sus palabras, contó la anécdota de un obispo que fue a comprarse una camisa a Euroclero, una tienda exclusiva de ropa clerical ubicada en Roma, justo frente a la Plaza de San Pedro, meta casi obligada para muchos clérigos que viajan a la Santa Sede. Ahí, siguió el Papa, el obispo encontró a un cura joven, de no más de 25 años.

 

“Andaba mirando cosas y en la tienda se las iban enseñando. Él se las probaba. Se andaba probando una capa clerical con dos medallones de plata, y se miraba al espejo, a ver cómo le quedaba… un chico joven. El obispo lo miraba y no se lo podía creer. Después se probó un sombrero tipo ‘saturno’ y el obispo no acababa de creérselo. Pues bien. Ese chico, con todos esas ropas clericales encima, era más mundano que cualquier otro sacerdote que ama a Jesús aunque vaya en mangas de camisa”, consideró.

 

“Hace pocos días me dijeron que me habían criticado por decir a un grupo de curas jóvenes que trabajan en el ámbito de la formación en la Compañía de Jesús, que antiguamente, cuando los jesuitas iban a ver al Papa, o al Superior General, iban con sotana y manteo y que hoy, gracias a Dios, esto ya no era así. Creo que es suficiente con que vengan vestidos correctamente, dignamente. Basta un sencillo clergyman; no hace falta venir con manteo a ver al Papa. Algunos que defienden demasiado esas costumbres, hasta en eso son mundanos. El clericalismo se expresa a veces también en esas formas de mundanidad”, añadió.

 

Más adelante sostuvo que la mundanidad es cuestión de criterios: de acción, de vida, de contemplación, el “ser más del mundo que del señor”. En el fondo, continuó Francisco, es el valorar las cosas desde criterios mundanos aunque se presentan con un aspecto de bien.

 

Y apuntó: “Pero… ¡Cuidado! Jesús nos ha pedido, claramente, que nos cuidemos del mundo. (Henri) De Lubac habla de esa mundanidad espiritual como una actitud radicalmente antropocéntrica. Se presenta como desprendimiento de la otra mundanidad pero, en verdad, en vez de buscar la gloria del señor busca la gloria humana. Recuerda la oración de Jesús en la última cena: ‘no los apartes del mundo, sino defiéndelos del espíritu del mundo…’. Tener los criterios del mundo en vez de los de Jesús es todo lo contrario a lo que significa la consagración religiosa”.

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