#JuevesDeMasColumnas LA LESBIANA SUPERIOR @escdesenoritas

NACIONAL, POLÍTICA

“Las necesidades de un ser humano son sagradas. Su satisfacción no puede ser subordinada ni a la razón de Estado ni a ninguna consideración sea ésta de dinero, de nacionalidad, de raza, de color, ni del valor moral u otro atributo de la persona en consideración, ni a ninguna condición cualquiera que sea.

El único límite legítimo a la satisfacción de las necesidades de un ser humano determinado es el que establecen, las necesidades y carencias de otros seres humanos. El límite no es legítimo más que si las carencias de todos los seres humanos reciben el mismo grado de atención.” Esto es una cita de Simone Weil: Profesión de Fe, antología de Sylvia Maria Valls.

 

Entendamos de una vez por todas cuál es nuestro papel como ciudadanos: lograr que el gobierno cumpla con su función de proveer el mayor bienestar a la mayor parte de la población, sea esta entendida como su totalidad. No importa color, etnia, posición social, nivel de escolaridad, sexo, preferencia sexual, edad, creencias religiosas o políticas, ideología. Ante el estado todos tenemos el derecho de ser tratados iguales con la consideración de nuestra particularidad. No podemos avalar políticas de estado que beneficien a unos en detrimento de otros. Todo lo contrario, debemos avalar políticas que garanticen el beneficio de todos y no el detrimento de nadie. Si la pirámide económica actual se ve violentada por políticas que no la benefician en pos de la creación de una nueva pirámide que es por demás misteriosa y vaga como todo lo que aún no se ha consolidado, todos vamos a vivir un desajuste económico. Si nuestra democracia, fundamentada en los partidos políticos existentes, es susceptible a tendencias ideológicas que no buscan el bien común sino el bien faccioso del partido en particular, nunca vamos a llegar a un gobierno objetivo y justo, más allá de la camiseta y los colores que portemos. Tenemos que ubicar como ciudadanía cuales son las necesidades fundamentales de cada uno de los seres humanos que somos. Si por combatir un mal, como lo puede ser la corrupción, incurrimos en un mal mayor, como es la pérdida milenaria de empleo que sostiene miles de familias, entonces no estamos combatiendo ningún mal, estamos creando otro. Si la voluntad del pueblo es la razón de existir en una democracia, entonces todos debemos alzar la voz para indicar el camino que nos lleve al bien común que es, sin duda alguna, la generación de oportunidades de empleo para toda la fuerza laboral del país, desde la comunidad más pequeña hasta la metrópoli más poblada.

 

Si hemos vivido una y otra vez gobiernos que no satisfacen las necesidades terrenales de los seres que lo conformamos, como lo son calidad del aire que respiramos, de los alimentos que consumimos, de la ropa con la que nos abrigamos, de la casa donde nos cobijamos, del transporte en el que nos movemos, de la educación que recibimos, del trabajo con que nos sustentamos, del agua que tomamos, del sol que nos calienta, de la naturaleza que nos nutre, entonces estamos errando el camino político que escogimos en la elección que sea. Nos insisten que si no somos politólogos o economistas no entendemos de gobierno, que callemos y vivamos como sea que los gobernantes en turno nos permitan hacerlo y ahí está la gran falla de la democracia, una democracia con voto pero sin voz. Esto tenemos que acabarlo entre todos. Si los enfermos no están siendo atendidos, si los trabajadores no tienen trabajo, si las familias no tienen sus gastos cubiertos para contar con lo necesario para vivir dignamente en el siglo XXI algo estamos haciendo muy mal una y otra y otra vez.

 

Vivimos en un sistema de leyes que están hechas para regular y reglamentar a la población y al estado, los tributantes y los tributarios. La riqueza de México no está en duda, ni hoy ni nunca, eso de que somos un país pobre, no, no lo somos, tenemos recursos tanto naturales como industriales y humanos

que comprueban que esto no es cierto, somos un país que no ha sabido administrar esos recursos en el beneficio de todos, primero como imperio mexica, luego como la Nueva España, más tarde como un naciente país independiente y posteriormente como una república postrevolucionaria. Invariablemente hemos adoptado posturas de privilegiados y oprimidos. Yo propongo que dejemos de vivir de quitarle al de abajo y empecemos a exigir que el de arriba provea las condiciones necesarias para que los oprimidos dejen de serlo de una vez por todas. Si cuidamos este detalle lograremos una gran transformación que no solo traerá un cambio real sino trascendente.