LA COSTUMBRE DEL PODER/ LOS IDUS DE MARZO #MartesDeColumnas   @OrtegaGregorio

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Están igual AMLO y López-Gatell. Hay que esperar a la dispersión, para entonces prevenir los efectos, ¿Por qué no contener, en la medida de lo posible, su llegada y la multiplicación de contagios desde en denantes?

GREGORIO ORTEGA MOLINA. El fin de época en el que estamos inmersos, será más rápido por la globalización y la manera y velocidad en que las redes esparcen rumores, medias verdades, verdades o mentiras de todos calibres.

En los idus de marzo que nos tocó vivir, las decisiones y comentarios de Hugo López-Gatell siempre estarán definidas por el antecedente de lo ocurrido a Miguel Ángel Celis. Poco importa lo que afirma el presidente constitucional sobre dejar sin correa a los médicos en este caso. Ellos conocieron con anticipación las reglas del juego. No quieren ser víctimas del ejemplo impuesto.

¿Por qué no prevenir la dispersión del virus, y esperar a que ésta se inicie para actuar en consecuencia? Por el síndrome Miguel Ángel Celis. No es el sector salud el que decide, sino el gran tlatoani, a contrapelo de lo que debió ser. Toman decisiones de carácter económico, hacen a un lado el humanismo.

Durante algunos años Donato Miranda Fonseca, secretario de la Presidencia de Adolfo López Mateos, me distinguió con su amistad y sabiduría política. Me refirió que, durante su viaje a Argentina, el presidente de México fue obsequiado con un semental de alto registro traído al país en el mismo avión. Era la época de la lucha contra la fiebre aftosa. Al enterarse los inspectores de sanidad animal de lo que traía de regreso el presidente, retuvieron al toro y, de inmediato, lo incineraron. De ese tamaño era el deseo de servir.

Ahora se procede como cuando nos amenazaron con los aranceles. La política migratoria se modificó de fondo y de forma, aunque el discurso difiera de lo que se hace. Sucede lo mismo con la estrategia de prevención dictada por el gobierno de Estados Unidos, que restringe y cierra los vuelos de Europa (salvo Irlanda e Inglaterra) a su territorio, aquí se permanece abierto porque lo consideran una ventana de oportunidad. Sirven a un proyecto, no a una nación.

En buena parte del mundo, pero particularmente en México, se viven tiempos similares a la época de entre guerras, que tan bien describe Stefan Zweig en El mundo de ayer, donde leemos: “Se habían alterado todos los valores, y no solo los materiales; la gente se mofaba de los decretos del Estado, no respetaba la ética ni la moral, Berlín se convirtió en la Babel del mundo. Bares, locales de diversión y tabernas crecían como setas. Lo que habíamos visto en Austria resultó un tímido y suave preludio de aquel aquelarre, ya que los alemanes emplearon toda su vehemencia y capacidad de perversión”.

En febrero de 2007 fui víctima de extorsión telefónica. Se llevaron un coche que GNP tardó en pagarme, alegando que yo lo había entregado, que no había muestras de que me lo robaran, a pesar de que me lo “pidieron” con una pistola a centímetros de la cara. El jurídico de la aseguradora me decía que yo no podía probarlo. Le respondí que quizá debí haber esperado a que me mataran, para que así mi esposa reclamara al seguro. En ese momento entendió y procedió a ordenar el pago.

Ahora comprendieron 3 días después del 11 de marzo, cuando la SEP anunció el reordenamiento de las vacaciones de Pascua y las extendió a un mes, y la Secretaría de Salud, por su parte, hizo público un documento. de cuatro folios con los temas siguientes: Medidas básicas de prevención. Suspensión temporal de actividades no esenciales. Reprogramación de eventos de concentración masiva, y Protección y cuidado de las personas mayores.

Están igual AMLO y López-Gatell. Hay que esperar a la dispersión, para entonces prevenir los efectos y tomar medidas como las que asumió sanidad animal ante el obsequio entregado por el gobierno de Argentina al presidente López Mateos. ¿Por qué no contener, en la medida de lo posible, su llegada y la multiplicación de contagios desde en denantes? Pues porque por razones económicas el festival Vive Latino era impostergable. ¿O no, Claudia?