LA ECONOMÍA COMO ARQUITECTA DE LA SALUD #Domingueando @ectorjaime EN @periodicoam

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

“La salud no es solo un bien médico, sino un producto de las condiciones sociales y económicas” Michael Marmot

Cuando pensamos en salud, solemos imaginar hospitales, medicamentos y médicos. Sin embargo, la verdad más incómoda que enfrentamos hoy es que los factores más determinantes para nuestra salud no residen en el sistema médico, sino en el sistema económico. Este fue el eje central del taller titulado “Los sistemas económicos como impulsores estructurales de la salud poblacional a través de asociaciones”, organizado por la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, cuyo informe está disponible en https://bit.ly/4adqczZ.

A través de historias reales y un análisis profundo, los panelistas plantearon una pregunta esencial: ¿cómo podemos construir una economía que no solo mitigue daños, sino que promueva activamente la salud y la equidad? En un país como México, donde las desigualdades económicas y sociales definen el acceso a servicios básicos, estas lecciones deben ser escuchadas y adoptadas.

Primero. El reporte muestra casos desgarradores que reflejan las fallas del sistema. Victor Roy, director del proyecto “Salud y Economía Política”, compartió ejemplos conmovedores de pacientes afectados por injusticias económicas durante la pandemia en Massachusetts. Una mujer mayor con diabetes vio empeorar su enfermedad porque no podía pagar la reparación de su refrigerador para almacenar insulina. Una madre soltera, embarazada de ocho meses, perdió su hogar al no poder costear la renta. Un joven inmigrante desarrolló úlceras debido al estrés de mantener a su familia con un salario mínimo. Estas historias, aunque distantes, encuentran ecos claros en México, donde millones enfrentan realidades similares. Roy enfatizó que estas situaciones no son meros accidentes. Son el resultado de sistemas económicos que perpetúan la pobreza, la precariedad y la desigualdad, impactando directamente en la salud de las personas. En México, esto se traduce en comunidades enteras sin acceso a agua potable, medicamentos esenciales o viviendas seguras. Resolver estas desigualdades requiere algo más que programas paliativos; demanda una transformación estructural.

Segundo. Un concepto clave que emergió del taller fue la solidaridad. Chris Benner, académico de la Universidad de California, destacó cómo el modelo de “Economía solidaria” puede ser una herramienta para abordar las raíces de las desigualdades. Durante la pandemia, por ejemplo, la falta de seguridad laboral dejó a millones de personas sin seguro médico en Estados Unidos. En México, la informalidad laboral amplifica este problema, privando a una gran parte de la población de acceso a derechos básicos. Un ejemplo inspirador es el modelo de “Más allá de las Casas” en San Luis, Missouri. Esta organización combina vivienda asequible, apoyo educativo y acceso a servicios de salud para comunidades marginadas. Han demostrado que, al alinear recursos y prioridades con las necesidades locales, es posible generar cambios profundos y sostenibles. Imaginar iniciativas similares en comunidades rurales o periferias urbanas de México no solo es viable, sino necesario.

Tercero. Otro eje fundamental del taller fue el concepto de valor. Amanda Janoo, de la “Alianza de Economía para el Bienestar”, planteó una verdad incómoda: nuestras economías valoran lo que genera ganancias, pero no necesariamente lo que crea bienestar. Actividades esenciales como el cuidado de niños, los servicios comunitarios o la educación suelen ser subvaloradas o ignoradas en las métricas económicas tradicionales. Janoo destacó iniciativas como la recuperación económica de Hawái basada en valores indígenas de regeneración y comunidad. Otro ejemplo relevante es el esfuerzo público en California para producir insulina asequible. Esto no solo reduce costos para las familias, sino que demuestra cómo los gobiernos pueden intervenir para garantizar que los bienes esenciales no estén sujetos únicamente a las reglas del mercado. En México, una economía orientada al bienestar significaría invertir en vivienda digna, acceso universal a la salud y transporte público eficiente. ¿Cómo sería un país donde las comunidades más pobres no dependieran de redes de caridad, sino de políticas estructurales que garantizaran su desarrollo?

Cuarto. El taller también destacó el poder transformador de los movimientos sociales. Anthony Iton compartió su experiencia liderando iniciativas en comunidades marginadas de California. Desde el movimiento “Escuelas No Prisiones”, que redirigió fondos hacia escuelas en lugar de cárceles, hasta proyectos que mejoraron parques en comunidades pobres, Iton demostró que el cambio ocurre cuando se construye poder comunitario. En México, tenemos ejemplos similares, como los esfuerzos de comunidades indígenas para proteger sus territorios o las luchas por un salario digno lideradas por trabajadoras del hogar. Sin embargo, las políticas fragmentadas y la falta de voluntad política frecuentemente frenan estos avances con más de 46 millones de mexicanos que viven hoy en la pobreza según el CONEVAL.

La propuesta es que adaptemos estos ejemplos y los convirtamos en movimientos nacionales que transformen nuestra economía y la salud. Usted, ¿que opina?