“LA TRANSFOBIA ES ANACRÓNICA”: @escdesenoritas #MartesDeColumnas

NACIONAL, POLÍTICA

Fabiola Díaz de León

Empecemos por decir lo que es obvio, la preferencia sexual y la identidad de género son dos temas diferentes. Las poblaciones trans son las que tienen identidades de género diferentes, no por ello son homo, bi o heterosexuales, eso lo define cada quién como lo viva. La identidad de género vive esclavizada a la visión estrictamente biológica porque la sociedad se empeña en hacerlo así, pero si bien puedes nacer mujer u hombre, también se puede nacer intersexual o tener combinaciones de cromosomas que no son únicamente xx o xy.

El camino en la transición de un género a otro es largo y árido. Hemos llegado al siglo XXI y dos décadas más tarde y habiendo logrado la despatologización de las identidades trans, siguen siendo los más vulnerables del espectro de la comunidad LGBTTTIQ. Si un hombre quiere vivir como mujer se enfrenta a la crema y nata de la misoginia y la homofobia, aún cuando no sean homosexuales en el más rígido sentido. Si una mujer quiere vivir como hombre sucede lo mismo. Cuando tenemos conflictos para aceptar las identidades de género diferentes somos transfóbicos. La identidad de género presenta uno de los retos más arduos para cualquier ser humano, vivir en un cuerpo que no te representa, que no reconoces como tú en el espejo. Esto puede ser obvio para cada uno desde la infancia o darse en la madurez, no lo hace ni menos ni más fácil, pero porqué algo que a cada sujeto le parece tan natural es tan complicado por su entorno? Por nuestra sociedad. Hay problemas en la familia, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en los baños públicos, en todos los lugares que puedan transitar solo porque a nosotros como sociedad no se nos da la gana aceptar a los demás con respeto y empatía.

La iglesia y otros grupos religiosos se empeñan en rechazar a las identidades de género diferentes. Los gobiernos estatales se niegan a otorgar la ley de identidad de género en su mayoría todavía y en las ciudades y comunidades también se generaliza el rechazo y son estas poblaciones las que más crímenes de odio sufren y en las que el índice de suicidios es más alto. Esto responde a una visión anticuada y anquilosada que nos empeñamos en sostener. Los nuevos tiempos nos invitan al cambio, a la reflexión y a la inclusión. Es momento en que dejemos de pretender que los demás vivan la vida que queremos que vivan. Vivir y dejar vivir es lo menos que nos merecemos como sociedad.

Si un hombre biológico vive como mujer le debemos el respeto de tratarlo como tal porque su personalidad, carácter y forma de vida así es, lo mismo con una mujer que vive como hombre. No nos están pidiendo permiso sino empatía y esa, es lo menos que les debemos a todos nuestros congéneres humanos. Es momento de que la transfobia pase a ser algo del pasado.