LAS HUESTES DE LA REPRESIÓN / FABIOLA DÍAZ DE LEÓN @escdesenoritas ESCUELA DE SEÑORITAS #JuevesDeMasColumnas

NACIONAL

 

2 de Octubre no se olvida ha sido el grito de miles de mexicanos desde hace más de 5 décadas que se llevó a cabo la matanza de Tlatelolco.. La Plaza de las Tres Culturas se tiñó de la sangre de estudiantes y civiles desarmados ante el ejército y la policía. Gustavo Díaz Ordaz era el Presidente. Sin la complicidad de la prensa y la opinión pública ésto no hubiera sido posible. La primera manejada por medios vendidos y oficialistas al servicio de todos los líderes de la época en su lucha por ganar su lugar a la candidatura presidencial. El general Corona del Rosal, entonces Regente de la Ciudad de México, y Luis Echeverría Alvarez, en ese momento Secretario de Gobernación. Durante meses estuvieron engordando el miedo de los ciudadanos: disturbios, revueltas, vandalismo y violencia en las calles eran alimentados por grupos de choque pagados por una y otra fuerza política para llegar a lo que fue ese día de represión y genocidio gratuito planeado por mentes perversas infectadas de ansias de poder en el próximo sexenio. Los intereses que significaban celebrar la olimpiada en la que el México postrevolucionario fuera un orgullo de gobiernos del PRI eran la mecha corta que dio lugar a tener que dar por terminado el conflicto estudiantil que engrosaba a diario los titulares de medios nacionales e internacionales.

Ahora tenemos las redes sociales, tan o más manipulables que los diarios de entonces, el internet favorece la manipulación de la opinión pública en segundos a pasos agigantados. Hoy, ante el bloqueo del Periférico por un grupo de encapuchados, surgió el dónde estás Díaz Ordaz? Y el reclamo a un gobierno que no somete con la fuerza pública de manera inmediata porque pasamos 3 horas o más atrapados en el Periférico o en las calles bloqueadas por la marcha que fue de Tlatelolco al Zócalo. Pues no, nuestra incomodidad no justifica nuestra falta de memoria histórica. Si los encapuchados, anarquistas o no, legítimos o no, pagados o no, dañan nuestros negocios con piedras o fuego o tubos, hay seguros que cubren esos daños. No se pierden vidas por eso. Se pierde dinero y eso a lo mucho, porque por lo general los negocios tienen seguros que los cubren y con creces en caso de daños. Pero si perdemos vidas, como sucedió aquél 2 de octubre, por muerte o por desaparición o por encarcelamiento y tortura, todo el tejido social se daña irreparablemente. Las familias se quiebran, los muertos no regresan. Créanme cuando les digo que no queremos otro 2 de octubre, ni otro Ayotzinapa, ni otro Atenco. Y mucho menos queremos políticos genocidas que nos manipulen hacia la masacre para salir siendo presidentes o secretarios o senadores o diputados o jefes de gobierno o alcaldes o el cargo que sea. Sufrir incomodidades o inconvenientes no amerita la intervención de las autoridades. Molestar o incomodar no es delito. Guarden su meme de Díaz Ordaz en la papelera de sus dispositivos y no invoquen demonios históricos mal interpretados por su mal rato. No solo hacen el ridículo sino que evidencian su ignorancia y falta de conocimiento de lo que fue un parteaguas en la historia de nuestro país. Y dejo claro que no soy partidaria del daño a la propiedad privada ni a los grupos infiltrados que trabajan para vaya usted a saber qué intereses. Soy una apasionada del derecho a manifestarse y a disentir, a la libre expresión y a que cada uno se haga de su opinión. Puedo coincidir o no, pero siempre defenderé el derecho a que lo hagan. Aun cuando mal de muchos no lo hace correcto ni mucho menos

cierto o veraz. No creo en la voluntad indiscutible de las mayorías. Tal vez porque siempre me he identificado con las minorías y los desfavorecidos, los vulnerables, los que no representamos esa marabunta de verdad que tan bien representa a los poderosos, los favorecidos, los privilegiados, los que se sienten mejores o superiores. Pero así soy yo y no necesito que nadie sea como yo.