López-Dóriga: un whisky con los amigos

COLUMNA, NACIONAL, Rubén Cortés

Rubén Cortés / DIARIO “LA RAZON”

imagePor fin, quienes lo queremos, vamos a disfrutar a Joaquín López-Dóriga. El 19 de agosto, tras su última emisión de El Noticiero, la televisión mexicana pierde a su buque insignia de las noticias nocturnas. Pero los amigos, y su familia, ganamos la presencia constante, segura, de un hombre entrañable.

Aunque la gran suertuda es su nieta Macarena, una niña ambarina y de ojos vivísimos, quien recién llega al mundo y tendrá, el tiempo que Dios manda, a un abuelo irrepetible que le enseñe, desde ahora, lo que Miguel Hernández escribió en Aceituneros, aquellos enternecedores versos alejandrinos:

Esperar, no cansarse de esperar la alegría.
Sonriamos, doremos la luz de cada día
En esta alegre y triste vanidad de estar vivo.

Gana su esposa, Adriana. Después de 16 años y cuatro meses y medio, podrá cenar con su esposo, ir al cine, visitar a amigos, salir de vacaciones en paz,  sin la competencia feroz del ritmo, el apuro, la demencia que impone la inmediatez informativa de El Noticiero.

Se llevan el premio gordo dos nietos, quienes nunca han visto a su abuelo Joaquín en los partidos de futbol de la escuela. También sus amigos: ahora vamos a paladear un whisky tranquilos con Joaquín, después de una comida sin prisas.

Pero las orejas y el rabo se los lleva Joaquín López-Dóriga… y en corrida doble:

Una.- Por primera vez en 16 años y cuatro meses y medio dejará de cenar en un escritorio, atenazado por la espada de Damocles de su condición de reportero de reporteros, y de ser el rostro, las imágenes y los sonidos de la televisora más antigua de México. Y estará más con la gente que ama.

Dos.- Tendrá dos programas en Televisa: uno de noticias reporteadas y otro de debates. Es decir, el reportero de reporteros continuará bordando su gran legado, el de viajar al lugar de los hechos; y el analista de analistas persistirá en su convincente función de moderador, de conductor de controversias.

Con un periodismo en televisión más sosegado, más acorde a esta etapa de su vida profesional, el periodismo nacional observará a un Joaquín López-Dóriga con la misma pasión por investigar las noticias y niveles profesionales altísimos, pero mucho más suelto, más acentuado, maduro, pleno.

Es, pues, el fin de una era para los noticieros estelares de televisión en México, en la que cada noche llegaba un señor de lentes y voz gutural, vaciaba su estuche de noticias y la pantalla se llenaba de exclusivas, de coberturas maratónicas, de los sudores fríos de quienes eran entrevistados.

Finaliza, pues, el noticiero de un conductor feliz, jamás abrumado, siempre con una solución, para cada problema.

Se va, también, algo difícil de encontrar: una estrella generosa.

ruben.cortes@razon.com.mx
Twitter: @ruben_cortes

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