LOS 15 DE MAYO EN OAXACA / FERNANDO AGUIRRE RAMÍREZ #MartesDeColumnas @feraguirrermz

FERNANDO AGUIRRE RAMÍREZ, NACIONAL, POLÍTICA

Fernando Aguirre Ramírez

opinion

Pese a los retos que en los últimos años ha sorteado producto de los cambios político-sociales que ha experimentado nuestro país, la Sección 22 ha salido incólume, por decir lo menos. Le aplica muy bien la frase “lo que no mata, fortalece”.

Desde que tengo uso de razón, la Sección 22 ha hecho y deshecho como ha querido los temas educativos de Oaxaca gracias a la rectoría que le cedió el gobierno estatal en los años noventa, al otorgarle el control del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO). Desde entonces, a mi juicio, la Sección XXII cayó en los vicios del sindicalismo que ellos mismos tanto habían repudiado del Sindicato Nacional de Trabajadores del Estado (SNTE), en los setenta.

En mis años escolares de infancia y parte de la adolescencia, no había un mes de mayo en el que no hubiera “vacaciones” en Oaxaca. Todos esperábamos con ansias, al fin niños y luego jóvenes, que llegara el 15 de mayo, Día del Maestro. Fecha en la que era un hecho que los maestros declararían un paro indefinido por considerar que el gobierno no daba respuesta a su pliego petitorio. No nos equivocábamos, y la huelga podría durar días, semanas, y si bien nos iba, un mes o de plano no terminábamos el ciclo escolar y sólo regresábamos a presentar exámenes de lo que hasta en mayo aprendimos.

Recuerdo año con año ver un zócalo de Oaxaca y sus principales calles del centro histórico destruidas por la ocupación de miles de maestros de las ocho regiones del estado. Ahí dormían, en improvisadas tiendas de campaña hechas de lonas, cartones, láminas, etc. Sus actividades durante la huelga se resumían a tomar oficinas de gobierno, negocios o carreteras. A final de cuentas, la presión les rendía frutos y los gobiernos terminaban aceptando sus peticiones, pues sólo así se levantaba la huelga y todo volvía a la “normalidad”, hasta el mayo próximo.

Pero en 2006 y 2016, la Sección 22 tuvo dos momentos ápices en los que la “normalidad” a la que nos habían acostumbrado fue trastocada. El primero fue el conflicto político y social que tuvo en la encrucijada a Oaxaca por seis meses. Luego de un fallido desalojo del movimiento magisterial por policías preventivos, ordenado por el entonces gobernador, Ulises Ruiz Ortiz, parte de la sociedad civil, pese a sus diferencias con la Sección 22, se unió al magisterio y a través de organizaciones políticas, sociales, comunidades estudiantiles, artísticas e indígenas se formó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). La historia no terminó bien, ni para la educación ni para el gobierno y, mucho menos, para la economía de Oaxaca. Sólo la Sección 22 no salió derrotada.

Luego vendría la Reforma Educativa y la búsqueda de implementación en este sexenio; la CNTE se volcó contra ella en sus estados con mayor arraigo, y Oaxaca, no sería la excepción. Frustradas negociaciones, choques y hasta la toma del control del IEEPO por el gobierno estatal no lograrían apaciguara la Sección 22. Al contrario, los enfrentamientos entre la Policía Federal y el magisterio disidente en la población de Nochixtlán en junio de 2016, avivaron la llama de un sindicato que se creía que sus días estaban contados.

En Oaxaca, no es un secreto que la Sección 22 tienen cada vez menos adeptos y sí más opositores en todos los ámbitos, no así en el plano político nacional. Las elecciones presidenciales de julio próximo representan para éste, todavía, poderoso gremio una
oportunidad de continuidad y supervivencia o de cambio.

Como yo, varias generaciones de oaxaqueños hemos padecido lo que es quedarnos sin clases y no tener una calidad en la educación, no lo sabemos hasta que llegamos a la edad adulta y enfrentamos el mundo real, es ahí que entendemos que no, no era mejor tomar “vacaciones” forzadas a cambio de seguir en el aula recibiendo clases. La historia no ha dejado de repetirse y no se sabe hasta cuándo, porque la Sección 22 sí que está más viva y fuerte que nunca.

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