LOS DILEMAS DE LA MANIFESTACIÓN #MartesDeColumnas @ethelriq EN Crónica
La celeridad informativa y la batalla político-partidista se han centrado en los últimos días en cuestionar la viabilidad de una marcha feminista que integrará tantas banderas como causas, algunas no resueltas, muchas de ellas opuestas entre sí, y lo que sucederá después del día 9 de marzo, cuestionando, claro está, los modos y métodos de pintas y destrucción, sin poner los ojos en los valores que esta movilización busca alcanzar: justicia del Estado y cooperación de la sociedad.
Para lograrlo, los dilemas y paradojas del movimiento feminista son muchos, pero muy interesantes en el análisis de las estrategias de las teorías políticas. Primero, la insistente crítica hacia las acciones destructivas de la movilización, una fase de la lucha que se inscribe en la teoría de juegos, donde los bienes nacionales físicos no pueden ser más valiosos que la población y donde el añejo discurso de nacionalismo que ha regresado, hueco y sin propuesta desde el estrado de la conferencia matutina, no promete mejoría para la mujeres.
Por eso, el presidente Andrés Manuel López Obrador considera que la movilización es en su contra, porque no sólo ataca su discurso histórico reiterativo y sus simbolismos del pasado (debemos recordar que el logotipo del propio gobierno con héroes nacionales no incluía en su versión original a ninguna mujer), también lo combate y destruye físicamente.
Es fuerte y no puede pasar desapercibido para nadie que los héroes sublimados por la mañana estén pintarrajeados, destruidos y semiincendiados en la tarde. Una paradoja que va más allá de ellas y su grado de protesta, más bien una culpa de la ausencia real de valores del Estado, porque de nada sirve la connotación histórica y el anhelo de regresar al pasado, cuando ese pasado ha construido una realidad que esta generación de hombres y mujeres no desea que se perpetúe más.
¿Cómo defender los valores del pasado cuando los valores del presente no existen? Acabar con el pasado manifiesto a través de pintas y vidrios rotos porque el Estado ha ignorado todas las demandas por las vías institucionales, es la mínima expresión de protesta. Y es que no hay un tercero que haga justicia, ya no hay niveles internacionales que incidan ni mecanismos que transformen. Cómo exigir actuación a quien se pone como víctima del movimiento, ahora resulta, es Amlo víctima de las verdaderas víctimas.
Más de un año después que muchas mujeres apoyaron la llegada de Morena y AMLO, lo que han recibido es más inseguridad y desprecio, a pesar de la llegada al poder de numerosas mujeres que, como en el caso de Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, han frustrado y hasta traicionado la esperanza no sólo del sector femenino, también de la 4T, al aumentarse el sueldo como prioridad de su tarea, entre otros excesos.
Así que las mujeres, incluso las más radicales, no pueden estar mal. Están haciendo lo que corresponde en materia de teoría de juegos políticos, pero es sólo una fase y, por supuesto, puede ser peor. En este punto de la movilización, sería absolutamente imposible que las exigencias feministas aceptaran canalizarse por el camino del diálogo. Demasiado tarde para el gobierno. Demasiado avanzado para ellas. No hay paso atrás.
¿Por qué los edificios, los paraderos de camiones?, ¿por qué los monumentos? Primero, porque nada de ello tiene valor ante el asesinato y la inseguridad, así, en general, pues cualquier exigencia en materia de justicia y seguridad se aplica a todos los géneros. Segundo, porque la única forma de llamar la atención es cuando se toca el interés común, que si bien genera un dilema a favor o en contra, también detona una participación motivadora; y tercero, porque la destrucción de bienes privados sí genera una reacción judicial de un solo grupo, el dueño, no así la de los bienes públicos que incentiva a la participación, no importa si con crítica o apoyo, el ganador de este tiro en la jugada está claro: Las mujeres salen a tomar las calles.
Y otro muy importante dilema al que se enfrenta la movilización convocada el 9 de marzo es su supervivencia, dada la diversidad de fuerzas, las múltiples corrientes y sentidos de sus causas. Algunos opositores apuestan a que no trascenderá luego de esa fecha. Lo cierto es que la política se parece mucho a las ciencias exactas y hay mediciones al respecto.
El gran dilema de la marcha será resolver sus ámbitos de magnitud y dirección, dos aspectos que se miden en las acciones de cooperación comunitaria.
Cada grupo aparece como un vector de fuerza y el futuro de la marcha será simplemente la resultante de las diversas fuerzas actuantes. Será posible que a pesar de evitar cuidadosamente la figura protagonista exista un grupo que tenga peso o figure más que otro, particularmente cuando las denominadas separatistas tienen el foco de los medios de comunicación.
Por eso el interés de sabotear a través de atomizar, de denunciar la gama de tendencias y de alentar una confrontación. En esas circunstancias, el axioma posible es: el interés común, el apoyo, la sororidad, la cooperación, tal y como lo vivimos ya con la larga lucha de la comunidad LGBTTTI+.
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