“LOS GUDIÑO SE PINTAN DE GUINDA ESTE FIN DE SEMANA” / ALBERTO GARCÍA RAMOS EN: @receptor.com.mx
Ciudad de México.- Muchos jugadores afrontan su primer Clásico este sábado. Uno en particular tiene una historia única: además de pasar 17 años entrenando y creciendo en Ciudad Universitaria, es nieto de uno de los comerciantes más conocidos en la comunidad puma, una familia auriazul hasta los dientes. Este fin de semana, verán por primera vez al apellido Gudiño dentro del Clásico, pero se preparan para entonar un Huélum, pues al Señor Javier le tocará ver a su nieto vestido de guinda y blanco.
Es casi imposible ser parte de la comunidad del fútbol americano en Ciudad Universitaria y no conocer ese puesto. Enfrente del Campo 2, ahora conocido como Campo Manuel Neri, bajando por la rampa que viene del Estadio Tapatío Méndez en dirección hacia la Alberca Olímpica de CU, diario y por los menos desde 1986, el local del Señor Gudiño, donde destacan los jerseys y ropa alusiva a los Pumas, está presente, y se mantiene como uno de los más longevos del área.
Pero no sólo ahí: cuando juegan los Pumas de Liga Mayor, es garantía que el Señor Javier, de 67 años, esté anclado en el estacionamiento 3 del Estadio Olímpico Universitario, enfrente de la entrada del túnel 33, listo para vender no solo bebidas y frituras, sino también todo tipo de parafernalia desde gorras, playeras y chamarras pintadas de azul y oro.
Javier Gudiño trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero desde pequeño es aficionado de las hazañas de los Pumas en el emparrillado: “yo crecí con el Estadio Olímpico, me tocaron los primeros grandes partidos, y recuerdo muy bien la década de los 60”. Menciona a leyendas de Pumas como Joaquín Castillo, Manuel Neri, Fernando Carpinteyro, entre las figuras que lo llevaron a amar al equipo.
Si hay una familia Puma, es la familia del señor Gudiño. Habiendo vivido como aficionados -platica que él fue estudiante de CCH Oriente y posteriormente ingresó a la Facultad de Derecho, pero no pudo terminar la carrera-, pero sobre todo, trabajando diariamente por más de 30 años en el seno del fútbol americano universitario, su historia los convierte en un elemento esencial de esta comunidad, ya que, jugadores de infantiles, juveniles, intermedia, mayor, indudablemente alguna vez han comprado algo en este puesto. Como tal, ellos viven la pasión de los colores.
Pero ni el señor Gudiño ni su ascendencia directa tuvieron la oportunidad de defender a los Pumas como jugadores. Platica que su hijo, Lenin, jugó infantiles en los entonces Guerreros de Prepa 5, y probó su suerte en Juvenil, pero hasta ese nivel quedó. La mayor esperanza de ver el apellido Gudiño como parte del equipo la cargaba su nieto: Joshua.
Joshua Alexander es mejor conocido por su apodo: el Pareja, el cuál es en honor al mediocampista de Pumas de fútbol soccer de principios de los 2000, José Luis “Parejita” López. Fue desde los tres años que, platica don Javier, el Pareja se integró al tocho bandera aunque el americano no era su pasión, pero eventualmente se convirtió en la misma. Por los próximos 17 años, creció en el programa de Ciudad Universitaria.
“Verlo jugar, crecer, desarrollarse en este ambiente, estaba con nosotros todo el tiempo en el puesto, se la pasaba de aquí para allá, pero siempre aquí en estos campos”, relata la abuela de Joshua, Blanca Díaz. “Fue una impresión muy fuerte cuando nos dijo”.
La impresión viene de cuando el Pareja le informó a sus abuelos que había realizado los try-outs para la Liga Mayor en Burros Blancos, y planeaba comenzar su carrera en Zacatenco.
“Mi abuelo no me creía. Cuando le dije, su primera reacción fue que estaba jugando”, dice el Pareja, que vive bajo el mismo techo que don Javier y doña Blanca. Cuando el abuelo notó que era en serio, no quiso buscar el porqué: simplemente aceptaba la decisión de su nieto.
Blanca platica que, aunque a su esposo no le guste admitirlo, fue un golpe emocional de mucho impacto para ambos, y que Javier, luego de recibir la noticia que su nieto sería guinda y blanco, se enfermó de gripa. Hasta las defensas se le bajaron al longevo comerciante por la imagen.
“Durante 17 años fui leal a Pumas”, dice el Pareja, quien jugó todas las infantiles, juveniles e intermedia en el semillero principal de los felinos como tacle defensivo, “siempre fui congruente con defender los colores”.
Entre las razones que explica Joshua Mancera Gudiño para jugar en Zacatenco, resalta una: la llegada del Coach Gabriel “Black” Sánchez, desde Pumas, hacia Burros Blancos. “El Coach Black me entrenó desde los 9 años y casi todas mis infantiles. Cuando se va a Burros, él no me llama, yo me presento sabiendo que él estaba allá.”
Nacido en 1998, el Pareja estaba destinado a subir a Liga Mayor en 2018. Una lesión sufrida en un partido de postemporada entre los Pumas de Intermedia y los Aguiluchos del Colegio Militar, terminó por marginar sus expectativas de hacer pruebas para el máximo circuito.
“Estaba buscando escuela, la Anáhuac Cancún se acercó pero al final no se concretó nada.” Hoy, es estudiante de Administración de Empresas en la Universidad Abierta y a Distancia de México (UNAD). “Perdí mi primer año de Liga Mayor, pero como ahorita ya estoy estudiando, me pareció atractivo ir a Burros Blancos.”
A menos de un día de vivir su primer clásico -pero en lo que por casi dos décadas fue el bando rival-, el Pareja se siente cómodo en las filas de Zacatenco: “Para cualquiera de los dos equipos, es una semana diferente. Mucha motivación, alegría, nadie quiere perder este partido.”
El último partido con importancia -el Pumas contra Aguiluchos fue un “amistoso”- que Joshua vivió como auriazul: la semifinal de la Intermedia de 2018, esa en que los Cheyennes (semillero directo de Burros Blancos), con nueve segundos, tuvieron un regreso de kickoff 45 yardas al touchdown para vencer milagrosamente 28-24 a los Pumas en el Wilfrido Massieu.
“No tengo resentimiento alguno, el día que yo decidí venir a Burros Blancos tenía claro que tenía que dejar atrás lo vivido, que empezaba una nueva etapa desde cero y hoy en día muchos de los que fueron mis rivales ahora son mis hermanos.” Entre ellos, Osvaldo Canchola, #44 de los pollinos, quien fuera el autor de ese touchdown inaudito para la voltereta.
Pocos son los jugadores que tienen la oportunidad de vivir un Clásico Poli-Universidad a nivel Liga Mayor. Aunque el Pareja lo hará con Burros Blancos en esta categoría, en todas las previas entonaba el Goya como canto de guerra.
“Los dos equipos sienten el respaldo de la institución que representan. Yo crecí en Pumas, pero lograr mi primer Clásico en Liga Mayor ya es como tal un logro. Es un juego que muy pocos jugamos.”
A pregunta expresa de si les dolió ver a su nieto migrar de Ciudad Universitaria a la Unidad Profesional Adolfo López Mateos, ambos abuelos responden rotundamente: sí. Pero es una decisión que respetaron y aceptaron, aunque para ellos, se mantiene inexplicable.
“Por el lado de mi trabajo, me conviene que gane Pumas. Cuando ganan, la venta en el puesto sube. Cuando pierden, baja en lo que yo estimo es un 90%.» Es innegable que el señor Gudiño también espera que los felinos ganen porque se trata del equipo de sus amores, pero es la primera vez en su vida, posiblemente, que tiene algo de afinidad por el IPN en un partido de esta talla.
La familia nuclear de Joshua, su mamá, su papá, su tío Lenin, sus hermanas, estarán del lado politécnico apoyando al novato tacle defensivo. Menciona el abuelo que preparan globos, y están listos para lanzar Huélums hacia la cancha del Olímpico 68 este sábado a las 9 de la mañana.
Pero, ¿él y su esposa? No se animan a decidir, y como en algunas ocasiones hacen, se quedarán en el puesto cuidando de la vendimia. “Si tengo la oportunidad de dejar la venta un rato, me meteré por mi túnel (el 33) a disfrutar un gran partido.”
En el Pareja, el señor Gudiño veía la oportunidad más clara de que el apellido de la familia jugara para uno de los equipos más grandes del fútbol americano en México, el equipo de sus amores. Este sábado, verá a su nieto jugar en la rivalidad más importante del deporte estudiantil, pero lo hará mientras Joshua viste el guinda y blanco, y entona con orgullo el Huélum.