#MartesDeColumnas SEXTANTE: “SIN ÁNIMO” /FEDERICO REYES HEROLES EN @Excelsior
Un número creciente de calificadoras ya anuncian un crecimiento menor al 1% y cayendo
Definitivamente no. Cuando el Presidente de mi país ratifica que seguirá usando las consultas a mano alzada, negando un elemento esencial de la democracia: la secrecía. No tengo motivo.
Cuando la Unión Europea y el Mercosur anuncian —después de 20 años de negociación— un gran acuerdo comercial y, a la par, la ausencia del Presidente mexicano en el G20 ratifica una incomprensión pueril de la globalidad. ¿Cuánto tiempo y esfuerzo le llevó a México llegar a esa mesa hoy despreciada? No, por qué. Un número creciente de calificadoras ya anuncian un crecimiento menor al 1% y cayendo. Qué esperar del desempleo. Por qué hacerlo, cuando hay un subejercicio de 140 mil mdp, de los cuales una cuarta parte son en el sector salud. Enfermos sin atención, listas de espera en quirófanos, trasplantes pendientes, una pesadilla.
Un país contrahecho en el cual el decomiso de heroína y metanfetamina cae alrededor de un 70%, ¿en beneficio de quién?, se pregunta uno. El mismo país en que la persecución a los narcos se eclipsa, no así la violencia entre las bandas que galopa. No hay ánimo. Un país que pierde credibilidad porque la nueva administración decide desconocer los importantes contratos de infraestructura y —en voz de su Presidente— se ufana del hecho. Seriedad igual a cero. El registro de nuevas empresas extranjeras es el menor en 27 años. Y qué decir del uso faccioso de la tribuna pública para denostar a sectores enteros de la sociedad, ése no es un buen motivo. Un país en que —desde la máxima tribuna pública— se amaga a los jueces que conceden suspensiones para la destrucción de un gran proyecto de infraestructura (NAIM) e impiden la construcción de una entelequia, sin sustento técnico.
Un país en el que los servidores públicos dicen no, sí, no al fracking, mostrando una inconsistencia total. ¿A quién creerle? Envueltos en el discurso de la justicia social se niega cualquier posibilidad de una reforma fiscal para aumentar la recaudación, una reforma que de verdad modifique los cimientos de la injusticia. ¿Por qué hacerlo? Y qué decir de las agresiones a los órganos reguladores, esos nuevos mecanismos de contrapeso para que el ejercicio de poder sea cada día más afinado. Por qué arrinconar presupuestalmente al INE, una de las joyas institucionales —con gran reconocimiento ciudadano— y amenazar con su desaparición. Tampoco es un buen motivo. Cómo estar de ánimo cuando se utilizan los medios públicos —como el Canal 11— de enorme prestigio para ridiculizar críticos, peor aún, a instituciones de educación superior, el ITAM, en el extremo, para perseguir ideas. No, ese país no me gusta, me aterra.
Por si fuera poco, la nueva administración muestra un desprecio total por la ciencia y la técnica retratado en las asignaciones presupuestarias y en la negativa a reconocer dictámenes y cifras, aludiendo siempre a otra información que nunca se exhibe. ¿Qué es esto? Aferrada a una concepción paleolítica se niega el hecho de que la producción privada de crudo ha crecido 15.4 veces en tres años, acreditando que la Reforma Energética empieza a rendir frutos. Pero no, por decreto todo lo que de ella surja está condenado, igual que con la educativa. La producción de gas natural cae a mínimos de 14 años, pero se cancelan la construcción de gasoductos. ¿Quién entiende? Y, claro, ante estas actitudes precientíficas aumenta el temor por la posibilidad de que México pierda el grado de inversión, lo cual significaría varios años de recesión y crisis. Puede que el pronóstico sea irreal, pero el temor no lo es.
Cómo estar de ánimo cuando la inseguridad está en boca de todo el mundo, cuando el mesero me confiesa que en su colonia hay una alcancía para apoyar a los enfermos sin medicinas. Cómo decir que el alma está de fiesta, cuando se estrangula al IMER, cuando las persecuciones a migrantes generan imágenes dantescas —el padre con la hija dentro de su camiseta, los dos muertos en el río.
Nada encuentro para un festejo.