MAURICIO FARAH / EN LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES, LA INDIFERENCIA TAMBIÉN MATA @mfarahg #MartesDeColumnas

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

farahSi uno agrede a una mujer y el resto pasa de largo, la violencia se transforma en pirotecnia mortal, espectáculo avivado por la apatía o el miedo, lo que nos convierte en cómplices silenciosamente confesos de lo que retóricamente condenamos.

Considerando las cifras de los últimos diez años, en México se priva de la vida a una mujer cada cuatro horas. Esta dinámica de muerte nos atañe a todos y a todos debería avergonzarnos.

De acuerdo con datos recientes del Inegi, de 2007 a 2016 han sido victimizadas 22 mil 482 mujeres.

Mientras que a la mayoría de los hombres se le agrede con arma de fuego, en los homicidios de mujeres hay una evidente prevalencia de muerte infligida con dolor y cobardía: un alto porcentaje de las víctimas fueron mutiladas, asfixiadas, ahogadas, ahorcadas, degolladas, quemadas y apuñaladas. La huella de la fuerza física que subraya la lucha ventajosa y asesina.

La tendencia es creciente: las investigaciones abiertas por el homicidio de una mujer pasaron de mil 83 en 2007 a dos mil 735 en 2016, un incremento de 152 por ciento.

Si ya en la administración federal anterior la cifra era mayúscula, 12 mil 308 homicidios, en los primeros cuatro años han sido victimizadas 10 mil 174, lo que implica que, frente a nuestra parálisis, hacia finales de 2018 el número podría llegar a 15 mil.

Según el Observatorio de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de cada 12 mujeres asesinadas cada día en esta región, siete mueren en México.
Las víctimas van desde recién nacidas hasta mujeres de la tercera edad, si bien un tercio corresponde a jóvenes de entre 20 y 30 años.

Catalina Ruiz Navarro, coconductora de Estereotipos, proyecto especializado en violencia de género, sostiene que “para lograr que disminuya la violencia contra la mujer tiene que existir un cambio cultural. No acabas la violencia a punta de leyes, porque éstas no aplican si la cultura no las respalda”.

Existe, en efecto, un entorno de discriminación y desvalorización de la mujer en México. No hay ámbito en el que este entorno no se manifieste.

La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, del Inegi, reporta que 66 por ciento de las mujeres ha sufrido alguna vez agresiones de tipo sexual, físico, laboral y emocional, y de ellas 88 por ciento no presentó una queja o denuncia ante alguna autoridad.

En la escuela las agresiones son de índole sexual, psicológica y física, perpetradas por compañeros y maestros. 12 de cada 100 mujeres preparatorianas sufrieron acoso, abuso, hostigamiento o intimidación sexual.

En el trabajo, 27 por ciento de las mujeres ha experimentado un acto violento de tipo sexual y de discriminación por razón de género o de embarazo, en tanto que la violencia comunitaria ha afectado a cuatro de cada 10 mujeres.

Si a ello agregamos que tres de cada 10 víctimas son asesinadas en su vivienda, es inevitable concluir que no hay un solo espacio seguro para ellas.

Los maltratadores y asesinos son culpables y no hay forma de excusarlos. Tampoco la hay de eximir a los aplaudidores de esta violencia. Pero en el siguiente círculo estamos todos.
La indiferencia también golpea y mata.

Asumirlo es imprescindible para ganarle la batalla al abominable flagelo de la violencia contra las mujeres.

ESTÁ COLUMNA SE PUBLICA PERIÓDICAMENTE EN EL DIARIO LA RAZÓN

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