MAX CORTÁZAR / PUEBLA @maxcortazarl

NACIONAL, POLÍTICA

Son tiempos de duelo en Acción Nacional. La noche de ayer, en la sede de su Comité Ejecutivo, se rindió homenaje póstumo a dos destacados militantes que con su talento político, disciplina personal e ideario de transformación pública marcaron no sólo una etapa de victorias en la vida de nuestro partido, sino que, además, generaron mejores condiciones de vida para miles de familias que por décadas fueron marginadas de las oportunidades.

 

Como resultado de ello y de muchas otras razones más, resulta dolorosa la intempestiva pérdida de la vida de Martha Erika Alonso Hidalgo y Rafael Moreno Valle Rosas.

Alonso Hidalgo supo ganarse con trabajo y esfuerzo el corazón de los poblanos. Como ningún otro político de la entidad, conocía los 217 municipios de su estado natal. Disfrutaba particularmente recorrer sus carreteras y caminos, en búsqueda del contacto directo con los ciudadanos. En sus visitas de trabajo, en las colonias conoció de primera mano las peticiones de una mejor seguridad o certidumbre económica, las necesidades particulares de cada región para impulsar su desarrollo, además de los resultados ofrecidos por las políticas públicas que puso en marcha desde la presidencia estatal del DIF, por ejemplo, el de “Créditos a la palabra” —con el cual empoderó el papel de las mujeres en sus municipios de residencia— o las jornadas de la salud que ejecutó cuando lideró el Grupo de Participación Ciudadana del Congreso del Estado.

Por su trabajo político de años y su labor social de décadas en Puebla, Martha Erika Alonso no era una desconocida cuando se presentó en búsqueda de la gubernatura. Gracias a esa convicción, siempre será recordada como una política decidida a darle sentido humano a la actividad de gobierno. A ella le despertaban atención especial las alternativas para que los servicios públicos, ya fueran los de salud, educativos o de apoyo a la tercera edad, resultaran eficientes desde el primer contacto con el beneficiario, hasta en los resultados de corto y mediano plazo que cada uno de estos debían garantizar a sus respectivas poblaciones objetivo.

Bien dijo de manera reiterada que, como primera gobernadora en la historia de la entidad, su obligación era avanzar hacia la igualdad para todos. Y vaya que trabajó en vida para ello desde la administración estatal, pero también desde las trincheras de su partido. Al frente de la Secretaría General de Acción Nacional en Puebla, impulsó programas para fortalecer la participación política de la mujer, en los que formó y capacitó el liderazgo de más de 17 mil mujeres. Quizá por todo esto nunca se compró de manera personal ni puso en el centro de su ánimo los agravios ocurridos en la etapa poselectoral. Martha Erika no dejó que un conflicto de clase política dominara el interés superior de procurar el bienestar ciudadano. De ahí, sus reiterados llamados a la conciliación y el establecimiento de una agenda de gobierno que representara la pluralidad democrática prevaleciente en el estado.

En el caso de Moreno Valle, resulta imposible disociar la transformación de la entidad de su impulso personal de cambio. Si a los ojos del visitante existe una Puebla vibrante, es porque en el origen Moreno Valle dio sentido estratégico a los recursos, medios y rutas de una administración estatal hambrienta de recuperar, de la mano de la sociedad, el orgullo poblano. Rafael exigió a su equipo el mismo nivel de disciplina y cuidado de los detalles que se obligaba a sí mismo. No importaba el día o la hora para asegurar que las obras de infraestructura o los criterios de política pública llegaran al cometido planteado.

Moreno Valle dio buenas cuentas al panismo y a los poblanos. Demostró que el buen gobierno transforma vidas. Como pocos, gustaba de las estadísticas y de observar los resultados de las acciones públicas diseñadas bajo viabilidad técnica. Ahí están los sobresalientes avances en el combate a la pobreza extrema, en el acceso a los servicios de salud, en el aprovechamiento escolar de la enseñanza básica y media superior, en la atracción de inversión extranjera directa, en la generación de infraestructura, así como en la derrama económica generada por el turismo y la actividad comercial, por mencionar algunos rubros en los que Rafael siempre tuvo su atención puesta. Su legado, sumado a la correcta decisión del PAN de nombrar a Tony Gali como su candidato a sucederlo, le permitió al partido retener la gubernatura en 2016.

Confiamos en que las investigaciones del siniestro aéreo habrán de ser llevadas con total transparencia a buen término. Reconocemos la voluntad del gobierno federal por sumar a especialistas independientes e internacionales que ayuden a clarificar los hechos. Asimismo, es tiempo que la clase política de la entidad ofrezca un respiro a la sociedad poblana, de forma que deje para la elección extraordinaria la legítima competencia partidista y, mientras ese proceso se define, encontremos tierra común para abonar a la solución de los problemas que las familias enfrentan. Puebla se lo merece.

Finalmente, quiero expresar mi más sentida solidaridad a las familias Alonso Hidalgo y Moreno Valle Rosas, por la dolorosa pérdida de nuestros compañeros y amigos, Martha Erika y Rafael. También a los familiares de Héctor Baltazar Mendoza, Roberto Coppe Obregón y Marco Antonio Tavera Romero.

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