NADIE NOS ESTÁ HACIENDO EL FAVOR DE BAJAR LA GASOLINA #MartesDeColumnas @VRubioMarquez en @elheraldo_mx
El hecho de que la gasolina cueste menos actualmente no tiene nada que ver con una decisión política, sino con que el actual gobierno federal ha mantenido idéntica la política de libre flotación de los precios que se instrumentó en la administración anterior.
El precio de los combustibles, la gasolina incluida, se determina por los costos de producción, almacenamiento y distribución, más los impuestos que se les aplican. No cuesta lo mismo la gasolina puesta en Texas que la gasolina puesta en la Ciudad de México, porque implica un costo de traslado que depende de eficiencias o deficiencias al distribuirla.
Hasta 2017, los precios de la gasolina en la República Mexicana estuvieron controlados. Si subían los precios internacionales, el Estado pagaba la diferencia y si bajaban, el Estado se quedaba con la diferencia. Dentro de los planes para rescatar a Pemex, además de hacerse distintos esquemas de inversión privada tanto nacional como extranjera que le dieran recursos y viabilidad a la empresa y le impusieran criterios de eficiencia, productividad y buen gobierno, se “liberalizaron” los precios de las gasolinas.
Eso quería decir que el Estado ya no controlaría los precios y si éstos subían a nivel internacional, la gasolina en México subiría; y si bajaban a nivel internacional, el
precio de la gasolina en nuestro país bajaría. Recién liberalizados los precios, la magna quedó en $16.00 por litro, la premium en $17.81 y el diésel en $17.07. Mantener precios fijos era insostenible para Pemex y para el Estado mexicano.
Por una parte, era y (sigue siendo) insostenible seguir inyectándole recursos públicos a la empresa, y era también insostenible que el Estado continuara subsidiando el precio de la gasolina al sector privado. No era la medida más popular pero sí la más sensata y responsable para no quebrar a nuestro país.
Al precio de la gasolina se le aplica un Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) que tenía una fórmula para suavizar los impactos de los cambios abruptos en los precios internacionales. Este gobierno ha continuado exactamente con el mismo esquema, lo que ha implicado que durante todo 2019, mientras estuvieron altos los precios de los combustibles, ingresaron por IEPS altas cantidades al erario mexicano, pero ahora que los precios están bajos, la recaudación por IEPS baja sensiblemente.
En enero de este año la gasolina costaba mucho más que cuando se dio la liberalización de sus precios: la magna estaba en $19.53, la premium en $20.86 y el diésel en $21.28. Pero al bajar los precios internacionales del petróleo, cuando los precios internacionales se caen (la mezcla mexicana pasó de $52.60 dólares por barril en enero a $15.78 el viernes pasado), en automático, sin que medie decisión o voluntad de alguien, los precios a los consumidores deben bajar.
El hecho de que la gasolina cueste menos actualmente no tiene nada que ver con una decisión política, sino con que el actual gobierno federal ha mantenido idéntica la política de libre flotación de los precios que se instrumentó en la administración anterior.
POR VANESSA RUBIO SENADORA DEL PRI
@VRUBIOMARQUEZ