OPERAN VOLUNTARIOS EN LOS PINOS
CIUDAD DE MÉXICO .- Juan Carlos Ramírez, estudiante de posgrado, no es admirador de Andrés Manuel López Obrador. Aun así, se levantó temprano en un sábado para llegar a Los Pinos a las 08:00 horas, recibir indicaciones, tomar su puesto y -literalmente- ponerse la playera verde olivo que lo distingue como voluntario.
“No comulgo tanto con las ideas del Presidente, pero creo que esto es institucional y pienso que las personas deben de estar enteradas de la importancia de la Residencia Oficial de Los Pinos y, sobre todo, que es un montón de historia la que se tiene aquí adentro”, dice el joven abogado.
Ubicado en la puerta de entrada, tras los controles de seguridad, Ramírez reparte folletos explicativos, resuelve dudas y da la bienvenida a los miles de visitantes. Es uno de los 70 voluntarios que en este sábado hacen que el recién abierto “museo” funcione.
Son, en su mayoría, caras jóvenes, como la de Osvaldo González, de 21 años, estudiante de Derecho en la UNAM que pasa su fin de semana resolviendo dudas en el Museo del Estado Mayor Presidencial, junto al retrato de Miguel de la Madrid.
“Siento que la historia es cíclica y nuevamente se toman modelos como el de Lázaro Cárdenas. Nuevamente, el Gobierno se vuelve más unido con el pueblo”, opina.
Alrededor de 20 compañeros suyos de la carrera se han distribuido por todos Los Pinos. Fueron convocados por Hugo Contreras Lamadrid, profesor en la Facultad de Derecho y recién nombrado titular del Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor), quien reparte folletos a las puertas del museo.
Codo a codo con los voluntarios, parte del gabinete cultural de este sexenio también se puso la playera con el nuevo logo de Los Pinos para atender a los visitantes.
El director general del INAH, Diego Prieto, da explicaciones en la Casa Lázaro Cárdenas; el escritor Mario Bellatin, titular del Fonca, indica el recorrido en la Casa Miguel Alemán, y Pável Granados, director de la Fonoteca Nacional, recibe a los visitantes por la puerta de Parque Lira.
“Estamos de voluntarios aquí directores generales, subsecretarios, porque nos interesa. Tenemos una vocación de servicio público y queremos participar ayudando a que la gente tenga una mejor experiencia en Los Pinos”, dice Edgar San Juan, recién nombrado subsecretario de Desarrollo Cultural.
No es un trabajo menor contener el entusiasmo de la marejada de visitantes que, a una semana de la apertura del espacio, sigue llegando sin amainar.
Al pie de la escalera de la Casa Miguel Alemán, donde la ex primera dama Angélica Rivera posó para una revista del corazón, una voluntaria constantemente pide a la gente -ya un tanto exasperada- que no se detengan. Resulta difícil al visitante promedio contener su indignación o evitar comentar sobre el episodio mediático.
Otro voluntario, ya en el piso de arriba, estoico tras muchas horas de pie, se come una chapata y un sidral mientras supervisa que nadie toque el mobiliario del antiguo hogar presidencial.
Bajo el rayo del sol, Jonathan Fonseca explica que se hizo espacio entre sus dos trabajos, encargado de finanzas y cobranzas de una empresa y mesero, para tomar un megáfono e indicarle a los visitantes de Los Pinos con qué no pueden ingresar a las instalaciones.
“Si le va bien a mi País, nos va bien a todos”, dice sin rastro alguno de cansancio.
Con la playera verde bien puesta, los 70 voluntarios convocados por la Secretaría de Cultura, incluyendo a sus funcionarios, operan el “Museo Los Pinos”.