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SARA LOVERA (SemMéxico).
Me hubiera gustado más enjundia de Enrique Peña Nieto al hacer un balance global de las acciones de su administración, sin embargo no enfatizó que, en efecto, la reforma más trascedente para la democracia es la reforma política que dio lugar a la paridad. Los resultados, al tiempo, porque generará otra cultura, otra forma de relaciones sociales. Tampoco valoró a su favor que consiguió que la condición de las mujeres sea tema cotidiano, en muchas mesas familiares. La comentocracia y mucha gente, no lo aquilata todavía.
Era la presentación de su último informe. No es lo mismo mirar por transmisión simultánea, que estar ahí, en el Palacio Nacional, ese magnífico gran museo y que ojalá no se llene de burócratas y oficinas, se pondrían en riesgo los frescos de nuestros grandes muralistas, se dañarían las baldosas de piedra, la serie de columnatas y los espléndidos jardines.
Y la gente ahí. Las mujeres, las vi. Pocas proporcionalmente, todavía, disciplinada la generación política que se va, funcionarios de todos los niveles, empresarios, la bancada disminuida del PRI, un panista solitario, ni uno del PRD que yo viera. Apenas llegué, me encontré a la ex gobernadora de Yucatán, Dulce María Sauri, su comentario “doce años en la banca” y ahora “como si me hubiera preparado para vivir lo que viene”, sonreía y estaba como lo es, recién egresada de su doctorado, una priista crítica y consciente. Estará en la Cámara de Diputados.
Le tocó, no sé cómo, a la doctora María Amparo Casar estar en la valla cuando Enrique Peña Nieto bajó por las escalinatas rumbo al patio. Él la saludó y besó. Ahí, al comienzo, cumpliendo con el protocolo Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados y el jefe de todas las clientelas citadinas, Martí Batres, que dirigirá la asamblea del Senado, él quien fuera con AMLO el secretario de Desarrollo Social. Uno al lado izquierdo y el otro al derecho. Batres con un saco mal acomodado para la exigencia del protocolo, nunca, ni cuando EPN volvió a felicitar al que será ungido el primero de diciembre aplaudió. Detalles.
Ahí circunspectos, casi todos los gobernadores, a veces aburridos. A diferencia de los informes con miles de cifras dichas y repetidas que se olvidan en un instante, la exposición/balance de EPN en proyección de videos, imágenes de carreteras, buques, ciudadanos y ciudadanas que dijo Peña Nieto, han reconstruido sus casas tras los sismos de 2017, y pensé, miles de millones, cuando un programa “privado” en plena campaña, de unos cuantos millones, que juntó MORENA, no significan más que 2 mil 400 pesos por familia. NI para una despensa esa cifra, que se reparte a 45 mil personas.
Ya sé. Los columnistas y las mesas de análisis irán contra este hombre que durante 6 años o casi 6 ha sido presidente, volverán a lo mismo, sin duda. Pero quiero señalar unas cuantas cosas. Antes contarles que hubo un espacio muy cerca del presídium y del podio donde habló el Presidente, para los periodistas de alcurnia, los más apegados al sistema, los que son hostigados sistemáticamente en las redes sociales. No estaba Carlos Marín, aclaro, pero ahí todos, sin aplaudir, aunque en los lugares de invitados especiales. Otra la prensa que iba a cubrir. Rafael Cardona, Adriana Pérez Cañedo, la inefable Kena Moreno, Oscar Mario Beteta, Sergio Sarmiento, Pablo Hiriart, Miguel Peregrino y un largo etcétera.
Bueno. Vi a la ex gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes y a Lorena Cruz Sánchez, ex presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres. Entre el gabinete las tres secretarias en funciones, de SEDATU, Cultura y Función Pública. No vi, busqué y busqué a la gobernadora de Sonora.
Los aplausos fueron de vez en vez unanimidad total, en momentos precisos, como si los hubieran ensayado, o ya se lo saben. Pero lo importante, el presidente Peña Nieto en cada uno de los 5 segmentos en que dividió su informe, de una hora con 45 minutos, habló del seguro para las madres, de los cuartos adicionales, de la Estrategia Nacional sobre el Embarazo Adolescente, de las mujeres que administran y reciben –millones-, de la Cruzada contra el Hambre, del programa de crédito para las emprendedoras, no de dádivas, sino de préstamos; habló de las mujeres que a lo largo de los últimos años recibieron títulos de propiedad de tierras y casas; de los acuerdos de transversalidad que incluyeron a toda la administración; de las mujeres becadas para estudiar ciencias y tecnología, de las mujeres , el 43 por ciento de los 4 millones de nuevos empleos y de México como uno de los 6 países en el mundo con paridad.
No, no habló de la violencia contra las mujeres, ni de los pendientes que atraviesan a todo el país, con la inseguridad, el secuestro y las desapariciones. Habló de lo que se hizo, sí, no de lo que falta. Por eso estoy reclamando enjundia que no tuvo. Habría que haber hablado de todos los dineros para parar la violencia de género que los gobernadores manipulan, de las casas donde los hombres maltratan a las mujeres; de los jóvenes e infantes que viven esa violencia. No, Peña Nieto sí habló de eso, casi 15 días seguidos en las numerosas entrevistas que dio a todos los noticieros y multimedios y los mensajes que aparecieron en radio, televisión y redes.
No. No hubo un mea culpa, nada de autocrítica. No. Dijo que cumplió el 97 de sus compromisos firmados ante notario público. Pero en el Patio de Palacio Nacional nadie fue a escuchar lo que no se hizo, sino las cifras de cosas que ya veremos en el tiempo, como haber evitado la quiebra del Instituto Mexicano del Seguro Social, que de ser cierta, tiene una enorme trascendencia; de cómo se multiplicó la inversión extranjera; de que el país queda con estabilidad económica. De esas cosas que a nadie le importan, porque tener empleo, dinero para ir a todas las plazas comerciales en las ciudades que se atestan de gente los fines de semana, del aumento descomunal en el uso de los viajes de avión, de que pasamos del 15 lugar en turismo al 6º, cosas en que trabajan los del equipo. Esos, todos, que son sistemáticamente insultados en las redes sociales y otros espacios. Hombres y mujeres con un pie en la calle, algún buen trabajador, otros irresponsables.
El primero de julio, una amiga de la administración pública me comentó que la descalificación al gobierno que terminará el 30 de noviembre -en 9 semanas- era cómo la gente que votó los reprobó, a todos y todas las burócratas. Miles, mil había en ese patio de esta mañana, aplaudiendo por oleadas, incluidos los gobernadores presentes.
Hay algo que si dijo, apenas, el presidente Peña Nieto, que las reformas que impulsó, por ejemplo la petrolera, o la educativa que recuperó la rectoría del Estado del Sistema Educativo Nacional y que es considerada nada, si dijo, reitero, apenas, como un susurro que había afectado intereses muy poderosos. Apenas y señaló cómo podrá aquilatarse lo que queda de gobernabilidad y cómo los y las consumidoras no se han dado cuenta que no bajó, pero no subió el servicio eléctrico para los hogares y en qué momento dejamos de pagar las largas distancias y bajó el precio de la telefonía celular. Lo que no bajó fue el crimen y las y los muertos.
Efectivamente, ninguna carretera o puerto, o arreglo de aeropuertos, es comparable con el crecimiento, en 2017 y 2018 de los asesinatos, el crimen, el secuestro, el feminicidio –palabra que nunca dijo-, por lo que la economía no es para ninguna persona, en su percepción, cuando se habla de la administración pública, algo importante, o trascendente. Sería con el análisis de Carlos Marx, donde es la economía lo básico. A quién le importa hoy que dejamos de ser importadores de alimentos, en general, para pasar a ser exportadores, y que esas bases de la economía, pusieron, dijo Peña Nieto, la semilla de los tiempos por venir.
Y ahí, en el enorme patio del Palacio Nacional, donde se encuentra el museo que recuerda al Congreso donde Benito Juárez, separó a la Iglesia del Estado, un baluarte de la visión laica, los que se la podrían creer y los muertos parece no tener algún significado, no tienen valor mientras no sepamos con cabal seguridad que pasó con los 43 asesinados de Ayotzinapa. Mientras miles de fosas clandestinas tengan a los hijos, hijas, familiares de las rastreadoras.
Es curioso, pero me asalta la contradicción, cuando pienso a México, cuando pienso en esta ya casi ida administración, cuando se hacen las tremendas cuentas de la corrupción, cuando hombres y mujeres no encuentran satisfacción en vivir aquí. Es como estar en la sin razón, porque también es cierto que se abrieron como 30 centros de justicia para las mujeres, y ahora hay 44; cuando en las Universidades, centros del saber, son los académicos, estudiantes y rectores quienes se resisten a parar la violencia y el acoso contra las mujeres. Hombres y mujeres que violan la ley y no se inmutan frente a la violencia de género, al asesinato, como el gobernador de Oaxaca. Y pienso en los dirigentes de los partidos que asaltaron la dirección del Senado, a pesar de la paridad. Pienso en esos que ahora irán, por cientos, tal vez miles, a trabajar a la nueva administración. Se me apachurra el alma al toparme con las declaraciones de Martha Lucía Micher a SemMéxico, ex diputada, ex jefa de mujeres en el PRD, ex directora del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, que dijo ya “No vamos a hablar de las siete mujeres de cada 10 que han vivido violencia; vamos a hablar de las madres que están en las fosas clandestinas buscando a sus hijos e hijas”, también de aquellas que están en las calles viendo qué autoridad las escucha, esas “que están buscando la justicia para sus hijos e hijas, incluso habiéndolos encontrado”. Se llama, dijo “violencia institucionalizada y desde el nuevo gobierno debemos de abatirla”, o sea vamos a echar a la basura todo lo andado, para volver a poner en el centro a la maternidad, no a lo que ella misma firmó, lo que dice la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida sin Violencia: “por la vida y libertad de las mujeres”.
Me horroriza poner por encima de la discriminación femenina y todos sus lastres, por sólo la maternidad, como destino y el mejor bien femenino. Espero y se lo dije ya alguna nueva legisladora, ojo. Mucho ojo. Restituir el mensaje de la maternidad, como se ha reconstruido el Monumento a la Madre, es tanto como volver a 1946. En fin…veremos.
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