PARA CERRAR CON BROCHE DE ORO #MartesDeColumnas “INTERINDEPENDENCIA”, POR UNA #SociedadHorizontal : @RiosPiterJaguar EN @Excelsior
De manera preocupante, la violencia se ha incrementado, las agresiones contra el personal del sistema de salud dan muestra de ello. Hasta el momento, se han documentado 36 ataques contra enfermeras y médicos.
La sociedad mexicana pasa por momentos de gran preocupación, frente a la incertidumbre que ha generado el COVID-19, entre el agobio por contraer el virus y por quedarse sin trabajo. Según Mitofsky, más del 50% de las personas en el país tiene miedo a morir de esta enfermedad y el 78% piensa que la crisis económica afectará mucho a nuestro país. La incertidumbre se convierte en miedo; cuando las emociones no son bien procesadas, el miedo se transforma en violencia.
De manera preocupante, la violencia se ha incrementado, las agresiones contra el personal del sistema de salud dan muestra de ello. Hasta el momento, se han documentado 36 ataques contra enfermeras y médicos.
Los casos dan muestra del drama que estamos viviendo. En Yucatán, una enfermera fue agredida por un desconocido que le tiró café hirviendo por la espalda mientras le gritaba “nos vas a contagiar a todos”. En Sinaloa, el domicilio particular de una trabajadora de la Secretaría de Salud fue atacado con piedras y ladrillos. En Sonora, una enfermera denunció en YouTube que fue agredida y aseguró que “a sus compañeros ya no los dejan viajar en el transporte público”. En Jalisco, a una enfermera le arrojaron agua con cloro, tras regresar de su jornada laboral. En San Luis Potosí, una enfermera quedó incapacitada tras ser agredida afuera de un Oxxo. En Tamaulipas, una señora agredió a enfermeros con cloro.
Todos estos hechos son reprobables y preocupa la escasa conciencia que denotan. Mientras en otros países al personal de salud se les reconoce y apoya como héroes, aquí se les agrede. Sirvan estas líneas para recordar que el personal médico está arriesgando su propia vida y la de sus propias familias por atender a los enfermos; ellos son los únicos héroes en este capítulo de la vida nacional.
Por eso preocupan las imágenes de batas y mascarillas de nula calidad con las que se ha pretendido equiparlos; preocupa que cerca de 535 médicos del IMSS se hayan contagiado y que no exista un seguro de vida COVID-19 que les dé certidumbre a ellos y a sus familiares o que, incluso, el gobierno de la CDMX les pida “donar parte de su salario neto, el cual se aplicará vía descuento de nómina”, para contribuir a la contingencia sanitaria. ¡No se vale! Dependemos de nuestro personal médico, al mismo tiempo que también ellas y ellos dependen de nosotros; es nuestra obligación cuidarlos y protegerlos.
A partir de la semana que inicia se incrementará la tensión, pues se estima que la mayor cantidad de casos se registrará entre mayo y junio. Por eso, además de cerrar filas con nuestro personal médico, debemos atender cuanto antes el problema de falta de acceso a alimentos que empiezan a tener miles de familias mexicanas.
La cuarentena para el sector productivo empieza a ser devastadora. La caída en la circulación de la gente ha disminuido drásticamente el consumo. Adicionalmente, miles de emprendedores, micro y pequeños negocios, no aguantarán las consecuencias del paro temporal y no podrán mantener el pago a sus trabajadores. Al día de hoy, la iniciativa privada ha dicho que las medidas anunciadas por el gobierno serán de poca ayuda para sostener el empleo de varios millones de personas que laboran en este sector.
¿Qué pasará cuando esos trabajadores —muchos de los cuales viven al día— dejen de percibir un ingreso? Con una economía detenida, la incertidumbre y el miedo a no tener alimentos en casa puede incrementar la violencia. La insuficiencia en las acciones que ha definido el gobierno federal tendrá consecuencias. El grave riesgo que tenemos enfrente es que cientos de miles de desempleados caigan por debajo de la línea de pobreza y sufran hambre.
Por esta razón, es indispensable generar todos los mecanismos que estén a nuestro alcance, para mapear lugares en los que sea posible que lleguen alimentos a la gente que carecerá de ellos. Ante la falta de un verdadero acuerdo nacional, quienes podamos hacerlo, tendremos que actuar de forma descentralizada y tomar cartas en el asunto. Desafortunadamente, los gobiernos se verán rebasados. Por ello, con el mismo espíritu que tuvimos después de los sismos de septiembre, debemos organizarnos para articular cadenas de apoyo donde más se necesita.
Éstas serán las raíces de una #SociedadHorizontal que, poco a poco, emerge en nuestro país. Recordar que todos dependemos de todos, será el gran aprendizaje que nos traerá esta crisis.