PASIÓN POR CORRER / CORAZONES FUERTES #MartesDeColumnas @ayalaross1 en @elheraldo_mx
Aquella primavera, su corazón dejó de latir, precisamente mientras corría, aquejado de una cardiopatía que se presenta en algunos corredores de larga distancia después de realizar grandes esfuerzos.
Cuando el cadáver de Micah True fue encontrado el 31 de marzo de 2012 en el Parque Nacional del Gila, entre Nuevo México y Arizona, la mayoría de los periódicos publicaron la noticia así: “Caballo Blanco ha dejado de correr”. El hombre que en 2006 logró enfrentar en la Sierra Tarahumara a mitos de la ultradistancia con los mejores corredores rarámuris, en una carrera de 80 kilómetros, sin asistencia y que fue narrada por el periodista Christopher McDougall en el famoso libro Nacidos para Correr.
Aquella primavera, su corazón dejó de latir, precisamente mientras corría, aquejado de una cardiopatía que se presenta en algunos corredores de larga distancia después de realizar grandes esfuerzos. Los cuerpos de rescate lo encontraron después de cuatro días de búsqueda, a orillas de un río, en una zona de difícil acceso.
A raíz de la muerte por infarto de corredores mientras participaban en maratones y medios maratones, se realizaron decenas de estudios que revelaron la presencia en el torrente sanguíneo de restos de una proteína llamada Troponina y que aparece cuando el corazón sufre un daño importante por haber realizado un esfuerzo excesivo. Sin embargo, estudios más recientes revelan que los niveles de Troponina aumentan también después de realizar ejercicio moderado en personas con buena salud, por lo que se cree que se debe a un proceso celular normal y no fisiopatológico.
Esto refuerza la idea de que la muerte de corredores por afecciones cardíacas durante el esfuerzo se debe principalmente a dos causas: Llegar a la línea de salida sub entrenados o sin conocimiento de algún daño en el corazón. Hace unos días BBC News publicó la historia de Hugo Farias, deportista brasileño de 45 años, que en agosto de 2022 dejó su trabajo para correr un maratón diario durante 366 días consecutivos y con solo un maratón en su vida, quería ver qué sucedía con su corazón ante la magnitud del reto. Durante este tiempo fue sometido a controles médicos, incluyendo ecocardiogramas y pruebas de esfuerzo.
“Durante ocho meses formé un equipo multidisciplinario: médicos, deportistas profesionales como entrenadores, fisioterapeutas y un psicólogo… Invité a diferentes personas al proyecto, y una de ellas fue el Instituto del Corazón, InCor”, relata a la BBC.
Los resultados publicados en la revista científica Arquivos Brasileiros de Cardiología, revelan que, pese al enorme volumen de ejercicio, su corazón no sufrió daños, no hubo signos de arritmias ni lesiones cardíacas, gracias a que mantuvo una intensidad moderada y cuidó su recuperación. Las conclusiones muestran “que a pesar de la frecuencia y el volumen del ejercicio, no hubo cambios en los marcadores de troponina, que indican daño miocárdico”.
Lo cierto es que nadie necesita correr un maratón diario durante 366 días, para darse cuenta de lo que es capaz. Se corre para procurar la salud; no para arriesgarla y es una verdad tan antigua que el mismo Hipócrates lo dijo: “Si encontráramos el modo de que cada persona hiciera la cantidad correcta de ejercicio y recibiera el alimento necesario, ni en exceso ni en defecto, habríamos hallado el camino más seguro hacia la salud”.
POR ROSSANA AYALA