PASIÓN POR CORRER / EXPECTATIVAS Y COMPARACIONES #MartesDeColumnas @ayalaross1 en @elheraldo_mx

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Los maratonistas de élite, por ejemplo, son seres humanos que se prueban a sí mismos hasta lo más extremo, de ahí que verlos correr sea tan emocionante.

Hace unos días escuchaba un podcast sobre el daño que hacen las expectativas, propias y ajenas, en lo que respecta a las metas y objetivos que nos planteamos a la hora de correr. Decían, y en eso estoy de acuerdo, que, en esta era de redes sociales, lo que esperamos de nosotros se basa principalmente en la mirada de los demás, o en lo que creemos que los demás esperan de nosotros.

La consecuencia para quienes son más vulnerables a este bombardeo de información de influencers, que de pronto son expertos, y de ese afán de exigencia y comparación constante con otros corredores, es gente frustrada y lesionada.

¿Quién no se ha sentido alguna vez agobiado por el temor de no poder cruzar una meta, cronometrar una marca personal o dar la talla establecida para ser considerado corredor, maratonista o atleta? ¿Establecida por quién? Es aquí donde radica la trampa en la que el disfrute se convierte en sufrimiento. Nos metemos la falsa idea en la cabeza de que el éxito o el fracaso se reduce a si cumplimos o no con nuestras expectativas o de quien consideramos o se cree mejor que nosotros, como si todo se redujera a ser rápido o lento. Un ganador o un perdedor.

Los maratonistas de élite, por ejemplo, son seres humanos que se prueban a sí mismos hasta lo más extremo. De ahí que verlos correr sea tan emocionante. Están ahí para que los admiremos y, si profundizamos en sus biografías, descubriremos que libran día a día un combate vertiginoso por la excelencia, pues su lucha no sólo es ganar por ganar, va también contra la edad. Con millones de espectadores a los que intentan no decepcionar, entre ellos, nosotros. Algo muy difícil de sostener. Pero que no se nos ocurra compararnos con ellos, ni por un segundo, porque, si lo hacemos, lo más probable es que dejemos de correr.

Para mí, todo lo que sea correr a un ritmo por debajo de los cinco minutos y medio cada kilómetro es como volar. ¿Me avergüenza? No, al menos ya no. Cuando pienso en estas cosas, me pongo en el lugar de esas personas que me preguntan para qué corro. Sí, el objetivo será siempre mejorar, pero sin olvidar que la esencia de este deporte, como la de muchos otros, es aprender a disfrutar siendo uno mismo, de acuerdo a nuestra realidad y nuestras posibilidades, sentirnos mejor y, por lo tanto, querernos más.

Hoy en día, los individuos nos tomamos muy a pecho el prestigio de ser vistos, de manera que muchos corredores se ejercen una presión brutal por sobresalir en un corto plazo, y además gritarlo al mundo entero. Nos atormentamos cuando el maratón nos salió en cinco horas y habíamos dicho que lo haríamos en cuatro. Llegamos hasta insultarnos: “Pero qué lenta, qué mal lo he hecho, qué van a decir”.

Qué digan misa, diría mi padre. Y es cuando debemos preguntarnos: ¿con respecto a qué o quién? ¿Qué crees que los demás esperaban de ti? Déjame decirte una verdad tal vez un poco incómoda: de tus tiempos en una carrera, hoy se acuerdan tu madre y tú, mañana ni siquiera ella. Gana el que más disfruta.

POR ROSSANA AYALA

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