PASIÓN POR CORRER / HÉROES DEL MARATÓN #MartesDeColumnas @ayalaross1 en @elheraldo_mx

COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Se dice que nuestro héroe, Félix Carvajal, se presentó en la salida tras dos días sin comer, con los zapatos rotos y con unos pantalones que cortó con unas tijeras

Las páginas de la historia del Maratón Olímpico están escritas por grandes héroes que con sus hazañas han forjado la leyenda de la distancia más emblemática y épica de los Juegos Olímpicos. Vidas como las de Spiridon Louis, Abebe Bikila, Emil Zátopek, Carlos Lopes y tantos otros atletas, no sólo han inspirado a millones, también nos llevan a observar y analizar cómo el equipamiento deportivo y las condiciones de competición han cambiado y evolucionado lo largo del tiempo, hasta lo que hoy conocemos.

Una de esas insólitas y curiosas páginas se escribió en 1904, en los Juegos Olímpicos que debían de celebrarse en Chicago, pero como en San Luis estaba la Exposición Universal, el presidente Roosevelt decidió cambiar la sede. El arranque del Maratón se llevó a cabo a las 15:00 horas, 30 grados centígrados de temperatura. Sin embargo, el hombre que pasó a la historia no fue el ganador, sino el cubano Félix Carvajal, conocido como El andarín, quien, a pesar de que obtuvo en cuarto lugar, es para muchos, el primer héroe de las maratones olímpicas, por su gran determinación.

Nacido en 1875 en La Habana, a los 20 años, Carvajal fue algo así como el Filípides cubano, pues usó sus aptitudes atléticas para ser correo durante el movimiento revolucionario conocido como Guerra Necesaria. Al final del conflicto, Félix volvió a La Habana y al enterarse de los Juegos Olímpicos de 1904, buscó reunir el dinero para viajar a San Luis disfrazándose de sándwich, con un cartel que decía: “Coopere con un deportista que quiere ir a la olimpiada”.

Carvajal no tenía para pagar el vapor hasta Nueva Orleans y el tren hasta San Luis. Las crónicas dicen que un domingo se paró frente a la plaza de la Catedral de La Habana a la salida de la misa y allí se puso a correr como loco; paraba sólo para explicar su propósito y falta de dinero. Lo cierto es que pudo reunir lo suficiente para embarcarse en el vapor que cruzaba entre La Habana y Nueva Orleans, y pudo llegar hasta Luisiana. Carvajal no tenía dinero para llegar al destino final, sin embargo lo hizo como pudo: a escondidas en vagones de carga, pidiendo aventón a carretoneros, corriendo junto a la vía o el río Misisipi o caminando y pidiendo dinero para comer. Se dice que nuestro héroe se presentó en la línea de salida del maratón tras dos días sin comer, con los zapatos rotos y unos pantalones sucios que convirtió en cortos con unas tijeras.

Aun en estas condiciones, el cubano dejó atrás a 31 rivales y lideró la prueba hasta el kilómetro 35, pero un manzano se cruzó en su camino y, hambriento como estaba, no pudo resistir la tentación de detenerse y comerse un par de manzanas, que al parecer estaban verdes. Las consecuencias para su estómago fueron terribles. Cuatro corredores se le adelantaron, aunque se clasificó en la cuarta posición porque hubo un tramposo que fue descalificado. El maratón de 1904 es, probablemente, el que más anécdotas curiosas tiene. Además de la diarrea de Carvajal, los estadounidenses Thomas Hicks y Fred Lorz protagonizaron una carrera de locos, de la que hablaremos en otra columna…

POR ROSSANA AYALA

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