PASIÓN POR CORRER / “RESILIENCIA Y GRATITUD” #MartesDeColumnas @ayalaross1 en @elheraldo_mx
Cómo olvidar a la también halterista filipina Hidilyn Díaz, quien rompió en llanto cuando escuchó su Himno Nacional, al ganar la primera medalla de oro para Filipinas en casi 100 años.
Una de las cosas que estuvieron a prueba en los recientes Juegos Olímpicos, más allá de la fuerza, la velocidad y la altura, fue la capacidad del ser humano de mostrar resiliencia ante la adversidad y el dolor, quizá como pocas veces en la historia del movimiento olímpico, los atletas de todo el planeta, hombres, mujeres, jóvenes y adultos de todas las razas, ideologías, religiones y nacionalidades, llegaron a Tokio 2020 con la motivación y el objetivo de demostrar a sus compatriotas que había esperanza y fuerza, aún en medio de la peor pandemia de la época moderna.
Cada uno de ellos lo hizo a su manera, con sus motivaciones personales, y detrás del enorme esfuerzo de cada atleta se escribió una historia, a veces de dolor o de gloria, pero siempre de total humanidad. Historias como la del doble oro compartido por el italiano Gianmarco Tamberi y el qatarí Mutaz Essa Barshim, quienes acordaron compartir el primer lugar en el salto de altura, luego de que ambos alcanzaron la marca para la presea dorada.
La emotiva dedicatoria de Neisi Dajomes de Ecuador, quien tras el oro en halterofilia, mostró en la palma de su mano izquierda: “Mamá y hermano”. Ellos fallecieron en 2019 y 2018, respectivamente. Cómo olvidar a la también halterista filipina Hidilyn Díaz, quien rompió en llanto cuando escuchó su Himno Nacional, al ganar la primera medalla de oro para Filipinas en casi 100 años.
En la historia quedará escrita la proeza de Sifan Hassan, que con el oro en los 5,000 y 10,000 metros y el bronce en los 1,500, se convierte en la segunda mujer en ganar tres medallas individuales en pista en los mismos Juegos Olímpicos, además de lograr un gran éxito deportivo para Países Bajos.
Pero hay otra historia que se escribió fuera de las pistas, los estadios y los podios y que cuenta el jamaicano Hansle Parchment, ganador de la medalla de oro en los 110 m vallas, presea que por poco no obtiene y que disputó gracias a “un ángel” como él lo llama, que se le apareció en su camino.
Parchment relata su odisea en un video que subió a su cuenta de Instagram en el que cuenta que el día de las semifinales de los 110 m vallas, el 3 de agosto, por ir escuchando música y concentrado en su estrategia, se equivocó de autobús y no tomó el que el que lo debía llevar al Estadio Olímpico de Tokio.
Ya en el trayecto, se dio cuenta de su error y se bajó en donde se iban a llevar a cabo las competencias acuáticas. “Me decían que tenía que volver a la Villa Olímpica y luego tomar otro autobús hasta el estadio. Y si hubiera hecho eso, no hubiera llegado a tiempo ni siquiera para calentar”, explica Parchment en el video, después intentó llegar al estadio en uno de los automóviles asociados a los Juegos Olímpicos, pero le dijeron que el servicio era sólo con reservación.
“Vi a una voluntaria y le pedí ayuda. Por supuesto, ella no podía hacer gran cosa, pero me dio dinero para tomar uno de los taxis asociados a los Juegos. Así fue como pude llegar a la pista de calentamiento con tiempo suficiente para competir y eso fue simplemente increíble”, revela Parchment.
El video termina con el jamaicano saludando a la voluntaria Tijana Stojkovic, preguntándole si se acuerda de él y luego le muestra la medalla de oro que pudo ganar gracias a la ayuda que ella le brindó. “Volví para devolverte el dinero y mostrarte algo. Fuiste fundamental para que llegara a la final ese día”, le dice a Stojkovic, que se muestra sorprendida. Además de devolverle los 10 mil yenes (mil 822 pesos mexicanos), Parchment le regala a la voluntaria una camiseta del equipo jamaicano de atletismo. Después el campeón olímpico invita a Stojkovic a visitar Jamaica.
Ahora, la voluntaria es famosa en las redes sociales debido a que miles de jamaicanos le han mandado mensajes de agradecimiento por ayudar a su compatriota.
Así como éstas, hay muchas historias que están esperando a ser contadas y escuchadas, historias asombrosas, emotivas y conmovedoras, todas con algo en común: sucedieron en Tokio 2020, los Juegos Olímpicos de la resiliencia, unos juegos que, pese a la pandemia, se resistieron a morir y se llevaron a cabo un año después dando al mundo un poco felicidad y esperanza.
POR ROSSANA AYALA
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