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COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Por Erika Solorio, activista de derechos humanos, asesora política, comunicóloga social. Mtra. Administración y Políticas Públicas con Enfoque en Gestión Política

La ayuda humanitaria es fundamental para avanzar en el bienestar de todas las personas: salvar vidas, aliviar el sufrimiento y mantener la dignidad humana; todas y todos formamos parte de esta gran responsabilidad.

“El año 2023 fue el más mortífero para los trabajadores humanitarios desde que existen registros. Este 2024 puede ser aún peor. Estos hechos ponen al descubierto una verdad evidente: el mundo está fallando a los trabajadores humanitarios y, por extensión, a las personas a las que sirven”, (ONU, 2024).

Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, cada 19 de agosto, se conmemora para hacer conciencia sobre la asistencia proporcionada a las personas en situaciones de crisis, como desastres naturales, conflictos armados o epidemias, incluye asistencia alimentaria, atención médica, refugio, protección, y garantizar la seguridad de grupos vulnerables, como mujeres, niños y personas mayores.

Los derechos humanos son normas y principios que reconocen y garantizan la dignidad inherente de todas las personas. Están consagrados en documentos internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Incluyen derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.

La ayuda humanitaria debe ser diseñada e implementada de manera que respete y promueva los derechos humanos; tener asistencia accesible, no discriminatoria y adecuada a las necesidades de la población afectada.

“Los conflictos persistentes, la crisis climática y las epidemias han provocado un aumento en la escala y complejidad de los niveles de hambre y desplazamientos, obligando a millones de personas en todo el mundo a abandonar sus hogares y su sustento para sobrevivir. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), en 2024, cerca de 300 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria y protección debido a conflictos, emergencias climáticas y otros factores. Solo en la región de América Latina y el Caribe, 38.9 millones de personas necesitan ayuda”, (OIM, 2024).

Los Estados tienen la responsabilidad de garantizar que la asistencia humanitaria se distribuya de manera justa y de proteger a su población. Cuando un Estado no puede o no quiere cumplir con esta responsabilidad, la comunidad internacional tiene el deber de intervenir.

La ayuda humanitaria y los derechos humanos están conectados, ambos buscan proteger la dignidad y el bienestar de las personas, son pilares esenciales para construir sociedades justas y resilientes.

Es fundamental que la comunidad internacional trabaje de manera colaborativa para garantizar que la asistencia humanitaria no solo aborde las necesidades inmediatas, sino que también respete y promueva los derechos fundamentales de todas las personas. Esto no solo ayuda a mitigar el sufrimiento en situaciones de crisis, sino que también contribuye a la construcción de una paz sostenible y al respeto por la dignidad.

Los líderes mundiales tienen gran responsabilidad y compromiso para continuar con la ayuda humanitaria, además deben trabajar por un mundo más sostenible, por la dignidad humana. Millones de víctimas continúan.

#ActúarPorLaHumanidad.