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COLUMNA, NACIONAL, POLÍTICA

Por Viviana Erika Solorio, activista de derechos humanos, asesora política, comunicóloga social. Mtra. Administración y Políticas Públicas con Enfoque en Gestión Política

Los estereotipos y la deshumanización tienen un profundo impacto en las sociedades y en las relaciones humanas, pueden contribuir a la discriminación y a la violencia, afectando la manera en que podemos percibir a los demás.

Los derechos humanos son de todas las personas, para las y los que habitan en las calles porque no tienen opción; para las y los adolescentes y jóvenes que se encuentran internados, debido a alguna adicción; para las personas que están pagando alguna condena en la cárcel; para las y los migrantes que buscan una mejor calidad de vida.

La deshumanización es el proceso por el cual se niega a una persona o grupo humano su humanidad, puede manifestarse en la negación de emociones, razonamiento y derechos básicos. Los estereotipos son creencias sobre un grupo de personas, pueden estar relacionadas con características como la raza, el género, la edad, la clase social, la orientación sexual y otras identidades.

Los estereotipos reducen a las personas a un conjunto limitado de características, ignorando su individualidad y complejidad, además, pueden conducir a prácticas discriminatorias en educación, empleo y justicia social.

La deshumanización se deja ver cuando se trata a grupos enteros de personas, como migrantes o gente en situación de pobreza, como “cargas” para la sociedad.

La deshumanización a menudo precede y legitima la violencia, incluidos actos de crueldad y genocidio, al hacer que sea más fácil ver a otros como objetos.

Injusticia social. La negación de la humanidad de ciertos grupos puede resultar en la legitimación de inequidades sistémicas, como la pobreza extrema y la falta de acceso a servicios básicos.

En el año 2022 António Guterres, el Secretario General de la ONU, destacó que el discurso de odio puede deshumanizar a las personas.

Las consecuencias que deja la deshumanización se pueden observar y leer por diversos medios.

Un entorno donde abundan los estereotipos negativos puede facilitar y perpetuar la deshumanización, creando una cultura en la que está socialmente aceptado menospreciar y tratar mal a ciertos grupos. Este problema que nos acecha no es exclusivo de ningún país, a todas y todos nos compete.

Un ejemplo claro y lamentable que nos involucra a todas las personas es la situación de las niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos que viven en las calles, sufren estigmas sociales que agravan su situación, lo que puede resultar en discriminación y exclusión.